CAPÍTULO 3.

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                                                                        *****

Todas las cosas absurdas tenían que pasarle a ella. !Oh Dios ! Si tan solo el lugar dejara de girar.

Las náuseas eran cada vez más fuertes. Quería dirigirse al baño pero al parecer estaba perdida. Siempre le sucedía. Caminó por un pasillo oscuro agarrándose de las paredes. Encontró lo que buscaba justo a tiempo. Solo lo necesario para abrir la puerta del cubículo y echar en el inodoro hasta la bilis.

Nunca más volvería a tomar licor de esa forma.

Se enjuago la boca y luego se lavó la cara. Ahora se sentía más humana.

Se miró en el espejo. Ya le había bajado el alcohol del cerebro, se acomodó el vestido, bueno en verdad era el pedazo de tela que le cubría el trasero.

Salió con mejor semblante y sobre todo sobria. Iba pasando descuidada. Tratando de que sus ojos se acostumbraran de nuevo a la oscuridad.

Cuando escuchó:

"Uff esto se siente muy bien... ".

Escuchó los gemidos de una mujer. ¡Santísima Virgen!. Ahora si estaba del todo espabilada. Se acercó más a la puerta y colocó su oído sobre ella.

"Abre la boca".

Inconscientemente acató la orden.

" Tómalo todo".

¡Dios!. Su vientre se estremeció.

Lo que decían los libros era totalmente cierto. El ser humano es el cien por ciento necio.

Los gemidos de placer de su compañera. Aquella voz gutural animando a más, hacía algo en ella. La llamaba como el panal a la abeja.

- Creo que en este país hay un refrán que dice que la curiosidad mató al gato.

La voz demasiado ronca con un fuerte acento hizo que pegara un brinco.

El hombre que estaba detrás de ella, era blanco, alto con la contextura de un jugador de fútbol americano. Tenía la cabeza rapada. Era intimidante a pesar de que tenía facciones atractivas. Unos ojos azules que eran fríos como el hielo. Nariz un poco torcida, que indicaba lo peligroso que era. Podía tenerla así por un golpe. Sus labios eran finos. Su boca grande.

Estaba vestido todo de negro. De complemento una bufanda también negra alrededor de su cuello. Lo que hacía más espeluznante su aspecto.

- Lo siento – dijo nerviosamente – tampoco es que son muy discretos.

El gran hombre entrecerró los ojos.

- No es excusa, señorita.

- Mire... - lo cortó – lo siento, se que ha sido de mala educación de mi parte, hacer esto. Le pido disculpas.

Dio la media vuelta y salió prácticamente corriendo. Aquel gran hombre no la había asustado tanto como lo que había escuchado detrás de la puerta.

Respiró profundamente y se dirigió a la mesa en donde estaban sus amigos. Sonrió al verlos todos absortos disfrutando de la velada.

Un brazo fuerte le rodeó la cintura.

-Realmente estás muy hermosa esta noche, Aless.

Le dijo John en su oído y luego lo mordió.

Ella trató de soltarse. Él apretó más fuerte.

- Siempre pasas de mi.

Como pudo aplicó una de sus técnicas de defensa personal por años. Hizo que él la soltara y ella salió corriendo de nuevo al pasillo.

BlackGold ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora