C7: Frío despertar

49 1 0
                                    

No hay lugar en todo el planeta al que pueda huir. No cuando mi prisión es mi mente. No cuando la voz que me persigue es su risa.

Tengo el latido a todo galope. Mi alma duele y mi corazón se desangra. Intento por todos los medios salir de este pozo sin fin para hallar la realidad.

Hay susurros a mi alrededor, pero no tengo fuerzas de abrir los ojos. Mis ganas de atarme a la crudeza de mis días me van dejando poco a poco mientras el miedo comienza a ganar terreno.

Aún la recuerdo. Llena de vida. Con sus ojos grandes siempre brillando mientras robaba las galletas de su abuela para venir corriendo hacia donde siempre nos encontrábamos y con la voz entrecortada mostraba su botín y exigía el nuestro.

Así comenzaban las tardes en nuestra casa del árbol, a varios metros de la casa de Samantha.

Luego ya comenzaron los cambios. Los chicos y la secundaria. Las tareas y los sueños de un futuro incierto. Todo iba bien. Ni siquiera sabíamos lo que nos deparaba el destino a nuestros 15 años.

Aún la extraño a morir. Aún hay días donde la veo en mis sueños. Aún siento en mi alma su ausencia y en mis venas el terror de aquello.

Después de aquel horror, dónde nos arrebataron a Sara, Samantha fue enviada a Lima, por orden de su padre y yo, al poco tiempo después, viajé a Trujillo, donde ahora vivo.

Aún hay motivos por los que temer y más motivos por los que no abrir los ojos. Soy más consciente del barullo que hay a mi alrededor, pero mi cuerpo no quiere responderme. Aún al parecer no estoy lista para ver la atrocidad que hizo esa persona.

La primera vez ya me paralizó, ya derrumbó todo lo que alguna vez tuve, arrebatándome hasta mi identidad. Ahora ha regresado y busca lo que tanto ha anhelado y que ellos han ocultado, o eso creí, ya que ya me encontró.

Esa nota la dejó él, sé que fue él.

Se burla de nosotros. Se burla de todos aquellos que han intentado protegerme y ocultarme. Se burla de mí y mi patética manera de querer olvidar que mi secreto es más grande que yo.

A pesar que he logrado controlar mis emociones por tanto tiempo, siempre intentando no demostrar lo que en verdad hay dentro de mí, esto me acaba de sobrepasar. Todo lo que he ocultado está regresando y su golpe es tan fuerte que me está destrozando todas las murallas que a lo largo de estos casi 8 años he construido.

No sé cuánto tiempo ha pasado, pero cuando logro abrir los ojos reconozco la habitación como parte del hospital.

Huele a hospital. Lo sé, conozco todo esto por ella. Los olores, los matices, los llantos y los aparatos. El olor a muerte, sobre todo eso, ese olor que está impregnado en el aire y en el silencio de los que están por dejar este mundo.

Mi madre está al lado de mi prima. Las dos dormidas en una incómoda postura. Por la ventana logro ver que está amaneciendo. Siento humedad en mi rostro, me seco con el dorso de la mano y borro todo rastro de mis lágrimas.

Un dolor agudo me atraviesa al ver su hermoso rostro marcado por el cáncer, por el dolor de saber que pronto me dejará y que sus últimos días no puede estar tranquila.

Ella sabe mi cruel destino, ella que se aferró a mi con uñas y dientes, que sin importarle nada se impuso ante el dominio de mi padre y contra viento y marea me sacó de la miseria y el terror dónde ese maldito me sumergió, ahora trata de dejar este mundo sin maltratar mi alma, sabiendo que me dejará sola ante una inminente caída hasta el inframundo.

Me remuevo y una punzada de dolor atraviesa mi brazo. Frunzo el ceño al examinar mi mano, tengo una vía intravenosa. Es molesta, pero sé que lo empeoraré si me lo quito, capaz hasta intenten amarrarme así que mejor ni la toco.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 19, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

ALAS FRAGMENTADASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora