C3: Curiosidad

56 3 1
                                    

Los días van pasando, poco a poco nos vamos adaptando a la selecta clientela que tenemos en el segundo piso. Hay días que yo también debo servirles y la verdad, sí es agotante. Tener que sonreír cuando en realidad quieres tirarles con la bandeja por la cabeza por creídos, es toda una hazaña merecedora de un Oscar.

Siempre los pedidos son cambiados. Nunca se quedan con lo que realmente dice el menú y eso hasta a nuestro chef lo tiene amargado. No saben el significado de, sin cambios. Ellos con un por favor y una sonrisa falsa tienen lo que quieren y eso es molesto.

Típico día, pero con un cambio, me pidieron ayudar arriba por un contratiempo y aquí estoy.

─Ya sólo faltan diez minutos ─ Matt está a mi lado, ayudándome a recoger todo.

─ Diez minutos que son una eternidad ─ refuto cansada, esto es agotador.

─ Si, pero ya acaba ─ coloca la mano en mi hombro a modo de confort ─ oye, ¿conoces a ese chico?

─ ¿Quién?

─ Ese pelinegro de la ventana ─ me específica y yo de la manera más sutil que puedo miro hacia dónde me ha indicado.

─ ¿El chico flaco de traje marrón a rayas? ─ pregunto cuando lo he identificado, me sonríe y asiente ─ no, ¿por qué?

─ Pues mucho te mira ─ enarco una ceja algo escéptica ─ lo he visto hacerlo varias veces ─ frunzo el ceño algo contrariada.

─ Lo atendí varios días antes de que nos dijeran que ellos vendrían aquí ─ tomé un vaso y comencé a secarlo ─ vino con el estirada de su novia ─ es lo único que recuerdo del chico.

─ Capaz le gustes, ¿quién sabe? ─ me río de lo que acaba de decirme.

─ No, eso no es posible ─ le digo y mientras acomodo la vajilla que ya está limpia ─ tiene pareja, y es la morena que está a su lado.

¿Por qué no puede ser posible? ─me pregunta algo contrariado por mi respuesta─ eres guapa. Que sabe lo que quiere. No eres de esas que ya tú sabes, andan con uno y otro. En resumen, una chica poco común. Y sobre esa chica, perdona, pero no lo he visto prestarle algo de atención.

─ ¿Es qué lo miras todo el rato? ─ río ante sus palabras – da igual Matt, yo no encajo
con ese tipo de hombre y, además me siento rara con todo eso que me has dicho – eso
lo sabía muy bien.

─ ¡Oye! Te estoy diciendo que eres una chica que puede enamorar a cualquier hombre y ese ─ señala con su cabeza en dirección del chico ─ no es la excepción, guapa ─ me guiña con descaro.

─ Bien, ya entendí tus palabras ─ sonrío con cariño ─ pero ese chico tiene novia─ le guiño y me doy la vuelta, es hora de ir abajo.

Paso por la mesa donde está el chico, pero no lo miro. No quiero que las palabras de Matt me inquieten y así comenzar a estar más atenta del actuar del pelinegro.

Bajo tranquila y sigo con mi trabajo rodeada de gente normal ya que al ser casi las 4 de la tarde casi ya no hay personal de Imperius, así que por órdenes del jefe atiendo a mis clientes habituales.

A la hora de la salida salgo algo abrumada por la cantidad de trabajos que me han dejado en la universidad. Camino por el estacionamiento sin fijarme en nada. Mi celular se ha refundido dentro de mi bolso y no logro encontrarlo.

Estoy en esa búsqueda cuando impacto contra algo duro.

─ Lo siento ─ por estar tan concentrada mirando dentro de mi bolso he chocado contra alguien ─ andaba distraída, lo...─ se me va a la voz cuando levanto la mirada y me encuentro con el pelinegro. He chocado con él.

ALAS FRAGMENTADASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora