"Abre los ojos al mundo y sigue tu camino, no pienses a dónde vas, piensa en que harás para llegar a tu destino. Deja todo aquello que te atormenta de lado y sigue, anda despacio o rápido, a tu ritmo, pero no dejes de andar, jamás te detengas..."
Mis ojos se abren de golpe ante aquel sueño tan vivido, mi respiración está acelerada. Me levanto de golpe y observo a través de mi ventana la fría mañana. Trato de evitar pensar en aquellas palabras, en aquella voz y menos en esos ojos fríos y sin vida.
Salgo de la cama y me dirijo al baño, debo apurarme o llegaré tarde, eso es lo que trato de pensar, eso es lo que debo pensar. La maraña de pensamientos está generando un descontrol en mis emociones y no puedo permitirlo.
Hace frío, estamos en invierno, pero necesito calmar mis temblores o al menos cambiar la razón. Me sumerjo en el agua fría y mi cuerpo se resiente ante el cambio abrupto de temperatura. Me mantengo debajo del chorro castigando a mi piel mientras entumo mis pensamientos, necesito dejar esto de lado, no debo dejarlo tomar control de mí.
Quince minutos después, estoy alistándome para ir a la universidad. Mi madre ha dejado todo listo para que yo pueda salir sin perder el tiempo. Mis clases comenzaran pronto y no debo retrasarme por cosas que no deben ser mi prioridad, al menos no por ahora.
Tomo mis cosas, pero cuando estoy saliendo de mi cuarto me detengo y a conciencia tomo el marco que encierra aquella fotografía. Observo los tres rostros que me devuelven la mirada sonrientes, con la mente en blanco sigo mirándolos por varios segundos. El sonido de mi celular me saca de aquel momento oscuro, y sin dudarlo vuelvo a dejarlo boca bajo, oculto de mi vista, veo que hay un mensaje, vuelvo a guardar mi celular en mi casaca y salgo de mi casa.
Las horas pasan sin que yo vuelva a ellas, sin que yo las nombre, sin que mi mundo actual las reconozca como parte de mí. Aquel pasado sigue sin llegar a mi más que en mis pesadillas en donde se hacen presentes y desatan su furia sin contemplación alguna, golpeando mi alma fracturada que a pesar de los años no ha podido sanar aquella herida.
─Creo que la profesora se ha pasado – escucho a Chris quejarse por tercera vez de su tarea, al parecer le han dejado varios temas a desarrollar – yo no sé cómo es que tú no te quejas de eso.
Miro los libros que he sacado de la biblioteca y no respondo, mi carrera es cien por ciento lectura, análisis y comprensión. La Psicología es una ciencia inmensa, profunda y llena de misterios. Estudio esa carrera por que me gusta analizar a las personas y por mi oscuro secreto.
La mañana termina entre conversaciones efímeras y da paso a la tarde. Mi trabajo de medio tiempo me quita parte de mi día, pero me permite solventar muchos gastos y de paso ahorrar para mis papeles de titulación.
Cuando entro saludo a los que ya están presentes y me dirijo a cambiarme. Mi uniforme es sencillo y algo pasado de moda, pero aun así es cómodo y eso es lo que me importa. Me coloco el gorrito en la cabeza y salgo a hacer lo que vengo haciendo desde hace un año.
Pedidos, cuentas, dinero, malos y buenos clientes, todo en varias horas. Algunos malos ratos son recompensados por otros buenos, a veces salgo queriendo matar y otras llevo una sonrisa por algo chistoso que pasó.
─Antonela...─ giro en dirección de la voz de mi jefe y levanto la mirada para verle a la cara.
─ ¿Sí? ─ espero a que me diga lo que sea que tenga que decirme.
─ La otra semana ingresan clientes nuevos ─ asiento con un movimiento de cabeza ─ ellos no son gente común, pertenecen a Imperius.
Vaya, esa empresa es grande. Una de las pioneras a nivel nacional en diferentes ramas de la economía de mi país. Abarcan casi todo, agricultura, salud y transporte.
─Ya veo, pero ─ observo nuestro lugar y la duda me carcome ─ ¿Dónde serán atendidos?
─ En el salón ─ responde mirando hacia el techo ─ todos los días a las 2 pm llegarán, de lunes a viernes, los ejecutivos de la sede principal que está a unas cuadras de aquí.
No tengo por qué objetar, clientes son clientes, aunque eso implique más trabajo para nosotros.
Se retira luego de darme algunas pautas para los nuevos clientes, hay otras 3 sedes por lo que debe recorrer todos los locales para asegurarse que todo vaya bien.
Las horas siguen y cuando llegan a ser casi las 9 pm las parejas dejan de desfilar por la entrada y poco a poco comienza a hacerse el silencio en el local.
Comienzo a hacer mi limpieza de mesas cuando la campanita de la entrada suena. No me giro a ver quién o quiénes entraron, cualquiera de mis compañeras de seguro les atenderá. Sigo en lo mío pensando en que puedo hacer con los nuevos libros que debo leer, me da flojera de tan sólo saber que entre los 4 temas suman más de 100 hojas y todo para dentro de 2 días.
─ Hola ─ alguien a mi espalda habla y me saca de mis pensamientos ─ ¿Tú atiendes?
Me giro a ver a la persona que me está hablando. Un chico de tez trigueña, alto, de ojos negros y grandes me sonríe ligeramente. Le miro intrigada por un segundo y luego desvío la mirada por el lugar sutilmente. No hay nadie. Siempre es lo mismo. No sé qué manía tienen con la vagancia.
─ Hola, buenas noches ─ saludo mientras le sonrío─ ¿Qué deseas? ─pregunto mientras busco mi libreta y mi lapicero.
─ Pues ─ me mira algo perdido, espero en silencio a que se decida ─ ¿qué tienes?
Me pienso la respuesta, no parece querer algo complicado de preparar así que teniendo los posibles pedidos en mente me preparo para responderle, pero me interrumpen.
─ ¡Eh! ─una segunda voz irrumpe en el lugar ─ no pidas cosas grasosas, ya sabes, primero el cuidado personal ─ observo a la elegante chica morena que parece salida de una revista, saludo levemente y me basta una mirada suya para saber que no es de mi agrado, su belleza es del mismo nivel que su arrogancia – danos un batido light sabor a fresa, pan integral – miro al chico y él asiente resignado.
─ Tomen asiento por favor – me voy hacia la cocina sintiendo pena por el chico, es
bueno cuidarse, pero no al grado que no te dejen ni escoger que vas a ingerir.Luego de servirles el pedido sigo con lo que estaba haciendo perdiendo todo el escaso interés que pudieron haber despertado en mí, los dos únicos clientes que hay a esta hora.
Llega la hora de mi salida y corro a cambiarme, las demás chicas y chicos aún se quedan, ellos viven más cerca por ende entran más tarde que yo que debo tomar bus por lo que debo salir más temprano.
Dejo el monto a pagar por la pareja y me despido de todos mis compañeros con una sonrisa. Antes de salir doy una leve mirada a la mesa del peculiar dúo y me sorprende encontrarme con la mirada del chico trigueño. Me regala una pequeña sonrisa que sin saber por qué correspondo y salgo sin mirar atrás.
La calle es silenciosa pero los locales aún están abiertos, por lo que me guardo el miedo que me genera la soledad de noche y mantengo mi cabeza ocupada en los deberes que tengo que presentar mientras llego a la avenida.
A escasos metros diviso de reojo a una patrulla que estacionada entre la oscuridad vigila todo. Instintivamente tenso la mandíbula y aprieto con fuerza mi celular que está en mi bolsillo de la casaca sin desviar mi mirada, concentrada en llegar rápido al paradero para tomar mi bus rumbo a casa.
Una vez llego a la avenida un leve suspiro escapa de mis labios y la tensión disminuye levemente. Levanto la mano 5 minutos después de estar parada para detener al bus y así poder retornar a la seguridad de mi hogar.
Mientras me siento observo por la ventana como aquella patrulla sale de la calle de donde yo salí minutos antes para perderse en la inmensidad de la ciudad. Es inevitable me repito tantas veces hasta que me gana el sueño y pierdo la noción del tiempo.
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ALAS FRAGMENTADAS
Misteri / ThrillerSi intentara explicar cómo es que sucedió, jamás acabaría. He logrado verlo, sentirlo, pero jamás entenderlo. Siempre mirando su aleteo, nos compara con el frágil volar de una mariposa, pero su anhelo es quebrarnos. Hablo en plural por que somos tr...