CAPITULO 7

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JASON.

El agua caliente baja por mi cuerpo, relajando mis músculos ejercitados. Acababa de salir de dos horas de entrenamiento y me sentía una gelatina humana. Salgo de la ducha y envuelvo una toalla en mi cintura, salgo del baño y agarro mi celular, para ver si Laurel me ha mandado algo.

Sonrió al ver la foto de los dos sonriendo y le respondo que mas tarde pasare a verlos. De repente el aire cambia y me siento observado. No tengo que darme vuelta para saber quien es la persona curiosa que entro a mi territorio sin permiso.

-¿Me dirás que necesitas? ¿O seguirás viéndome como una acosadora?

Me giro y me encuentro con su mirada oscurecida de deseo. No responde mi pregunta, se acerca lentamente con la elegancia de un felino y con la mirada de un depredador.

Mi cuerpo reacciona, ante su cercanía, pero me hago el indiferente. Soy un hombre fuerte, puedo con esto.

Me repito una y otra vez, hasta que ella se frena, porque ya ha llegado donde estoy. Su mirada pasea por mi pecho desnudo de una forma, que me hace sentir como un pedazo jugoso de carne.

-¿Megan?

Ella no me responde, es como si estuviera en medio de un trance sexual. Sus manos se esconden en su espalda y veo como la parte de su vestido cae, dejándome ver su sujetador borgoña de encaje, que contrasta su piel blanca como la nieve y encierran al paraíso.

-Megan ¿Qué estas haciendo?

Estoy nervioso, siento que en cualquier momento podría perder el control. Respiro hondo y trato de relajarme, pero me es imposible, todo su cuerpo me llama y el mío, traicionero, responde, queriendo atender sus reclamos.

Su mirada se mantiene fija en mí, mientras sus manos juegan con las copas del sujetador, tentándome, desafiándome a que me rinda y sucumba al placer.

Luego veo como una de ella viaja hacia su espalda nuevamente y cuando veo sus intenciones, me apresuro a encerrarla con mi cuerpo y detener su mano su traviesa. Sus mejillas se encuentran sonrosadas y sus labios entre sus dientes.

-¿Qué pasa Clark? ¿Tienes miedo?

Su desafío me enerva, a la vez que me enciende. Nunca me gustaron las mujeres sumisas en la cama, me gustan las desafiantes, la que saben lo que quieren y no temen decirte que les gusta y que no.

Me gusta dominarlas y el placer mutuo. Y por eso Megan era mi entrada al infierno, por que ella era todo eso y más. Ella sabia que era poderosa y podía obtener lo que quisiera cuando quisiera ¡maldita sea! Con solo sonreír ponía a los hombres a sus pies. Por eso no podía entender por que me quería a mi, de tantos hombres en el mundo, ella se había encaprichado conmigo, haciendo mi tarea de alejarme mas difícil.

-Lo hablamos, no podemos repetir lo de la otra vez.

-Tú hablaste, querrás decir. A mi no me dejaste opinar, no te estoy pidiendo que te cases conmigo y tengas hijos ¡por dios! Somos adultos y podemos tener sexo casual.

-Yo no puedo hacerlo, ya te lo dije.

Su mirada volvió a la normalidad y ahora solo me miraba enojada y decepcionada. Se alejo de mi cuerpo, como si le quemara y subiendo su vestido, me dirigió una mirada letal y dijo-muy bien, tú te lo pierdes. Si no puedes darme lo que necesito, otro lo hará.

Y así salió de la habitación, encabronada y dejándome estupefacto.

-¿Otro lo hará?

¡Mierda! El solo hecho de imaginármela con otro me hervía la sangre, pero no podía hacer nada, yo me lo había buscado alejándola. Negué frustrado viendo la erección incomoda bajo la toalla y me dirigí de nuevo a la ducha, por un segundo round.

Cuando salí, me vestí y me dirigí a la casa de Laurel. Necesitaba calmar mi cabeza y distraerme de lo que ella podría estar haciendo, ya que cuando Salí a buscarla, para decirle que me tenia que ir, ella no estaba y su auto tampoco.

No había entrado en modo guardaespaldas, sino hubiese corroborado que ella se fue con uno de los chicos. Megan era terca, orgullosa, pasional y directa, pero también era impulsiva y caprichosa cuando las cosas no iban como ella quería y eso me había dejado preocupado.

¿Y si la había impulsado a ir con alguien peor que yo?

Las preguntas dejaron de enloquecerme cuando llegue a mi destino. Laurel abrió la puerta sonriéndome y abrazado a sus piernas, estaba la luz de mi vida.

-¡Papi!

El niño corrió hacia mí y lo alce cuando estuvo dentro de mi alcance. El paso sus pequeños bracitos alrededor de mi cuello y me abrazo-te extrañe.

-Yo también campeón.

ATRAPADO EN TUS REDES (4 Libro De La saga"Un Escoces Enamorado")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora