Cada vez que Laura Marano miraba a aquel hombre que había considerado de su familia, se enfurecía. Ross Lynch había destruido la empresa de su padre de forma despiadada, pero ella aún mantenía el último pedazo.Laura estaba decidida a detener a su hermanastro, que además de ser su peor enemigo también era su fantasía sexual. Aunque prohibido, su deseo era mutuo y dio lugar a una noche ilícita de placer que dejó a Laura con consecuencias para toda la vida. Había quedado atada a Ross para siempre. ¿Nueve meses sería tiempo suficiente para que Laura perdonara a ese griego avasallador?