Ross no era ajeno a la desesperación. Aunque no fue absolutamente consciente de la pérdida de riqueza cuando era niño, sí sintió la falta de su cómoda cama y de su casa. Y después de eso, la pérdida de su padre. Y luego la del hombre que había llegado a considerar un padre.Pero nunca había experimentado una pérdida como aquella. Una pérdida que era en muchos sentidos culpa suya. Cuando perdió su modo de vida y el dinero no pudo hacer nada, ni tampoco cuando descubrió la auténtica naturaleza de Damiano Marano. Pero ahora… con Laura tuvo opción. La posibilidad de decirle lo que ella quería escuchar, encontrar el modo de ser el hombre que ella necesitaba. Pero decidió darse la vuelta.
–Cobarde –dijo en voz alta en el despacho vacío. Se acercó a la ventana y miró a la ciudad. Había vuelto a Grecia porque no sabía qué más hacer. No sabía dónde ir. Se sentía inútil, y hacía mucho tiempo que no experimentaba aquella sensación. No le gustaba. Lo más mínimo. Aquella era una de las razones por las que le había dado la espalda a Damiano Marano.
Porque cuando supo la verdad fue un golpe mortal, como si le hubieran cortado las piernas de golpe. Y era una sensación muy desagradable.
«¿Orgullo herido, Ross? Es una razón muy nimia para buscar venganza. Para agarrarse a la ira».
Pero lo que había pasado su padre… y su madre…
Sabía que debería hablar con su madre. Pero lo cierto era que le daba miedo escuchar lo que tenía que decir. Lo tenía desde que supo la verdad sobre Damiano tres años atrás. No quería escuchar lo que ella tenía que decir. Por temor a que lo amara. Por temor a que fuera feliz. Por temor que apoyara las decisiones que había tomado su marido ya que habían resultado en su unión.Pero ahora sabía que tenía que preguntárselo. Sabía que necesitaba averiguar por qué se había quedado. Sacó el móvil, marcó su número sin pensar que era muy temprano en Nueva York.
–¿Hola?
–Hola, mamá.
Apenas habían hablado durante los últimos tres años, y cuando lo habían hecho era con pinzas. Porque su madre sabía que Ross estaba buscando venganza contra su marido, y aunque se guardaba sus sentimientos para sí misma, Ross siempre tuvo la sensación de que no lo aprobaba. Al parecer no le apoyaba, porque no le había pedido que la llevara a Grecia con él. No tenía por qué haberse quedado con Damiano y, sin embargo, lo hizo.
–¿Por qué? –le preguntó Ross sin más preámbulo. No había sido su intención lanzarse así, pero no pudo contenerse.
–¿Por qué, Ross?
–¿Por qué te quedaste con él? No lo entiendo. A mí se me ocultó la verdad sobre Damiano toda la vida, pero a ti no. Tú sabías perfectamente qué clase de hombre es. Y aun así te quedaste a su lado. Podrías haberte marchado. Yo hubiera cuidado de ti y nunca te habría faltado nada.
Se hizo el silencio al otro lado de la línea.
–Sí –murmuró ella–. Sé qué clase de hombre es. Conozco a Damiano Marano desde mucho antes de que tú nacieras. Lo conocí al mismo tiempo que a tu padre. No sé por qué, pero tengo tendencia a amar a hombres duros. Aunque creo que tal vez eso sea bueno para ti.
Ross se rio entre dientes.
–Supongo que sí.
–Yo amaba a tu padre. Me quedé con él cuando lo perdió todo. Incluso cuando Damiano lo echó de la empresa.
–Damiano lo hizo para hacerle daño.
Stormie continuó como si nada.
–Creo que ya en aquel entonces tu padre tenía un problema con las drogas. Aunque no tan grave como fue después. Trabajaba muchas horas y necesitaba algo que lo ayudara a mantenerse en forma. Era muy competitivo. No quería dormir. Yo apenas le veía. Y…mentiría si dijera que éramos completamente felices. Pero nunca le fui infiel. Yo sabía que Damiano sentía algo por mí. Pero había escogido a Mark. Así que me quedé con él. Hasta el final, cuando todo fue tan duro.
ESTÁS LEYENDO
Fantasía prohíbida [Adaptada]
Любовные романыPoseo tu empresa. Te poseo a ti. •Terminada