CAPÍTULO 4

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Definitivamente, eran unas exageradas. Jake era guapo, sí; pero no tanto como para ponerse así de histéricas... ¿No?
Tras reír y reír un rato más, entramos en clase. Estaba completamente perdida. Al parecer me tocaba latín, por lo que las clases estaban divididas. Elmagnífico señorito Hydich no estaba en esa clase, y a decir verdad, lo agradecía. Como ya mencioné: por alguna razón que desconocía, no podía evitar ponerme terriblemente nerviosa al estar cerca suya.
Las horas pasaron más rápido de lo que pensaba. Los profesores eran agradables, pero la clase no tanto. Se dedicaban a hablar y a molestar durante toda la hora, y llegaba a ser molesto. Pero dentro de lo que cabía, el día había estado mucho mejor de lo que esperaba. Mis expectativas estaban por los suelos al principio, por lo que habían mejorado con creces.
Sonó la campana que marcaba el final de las clases. Todo el mundo salió despavorido. Wendy y yo nos quedamos las últimas, y dado que las demás habían desaparecido, decidimos salir juntas. 
—Y bien, ¿qué te ha parecido todo esto?
Hablábamos casi a voces, ya que teníamos a unos cincuenta niños pasando entre nosotras.
—No está mal.
Sonreí y miré hacia ella con una sonrisa, la cuál logró ver y correspondió. Cuando logré salir entre codazos y empujones, me encontré algo desorientada. Busqué alguna cara conocida con la mirada, justo en el borde de la acera. No había ni rastro de Wendy.
Suspiré, di una vuelta en redondo y... al suelo.
Me levanté todo lo rápido que pude, evitando así que un chico de unos dos metros me llevara por su paso. Notaba las mejillas rojas; ardiendo. Oí alguna que otra risa a mi alrededor, e inmediatamente agaché la cabeza, tapándome la cara con el pelo. Acababa de incumplir una de las reglas que me había propuesto. Ahora ya podría tachar 'tropezarse delante de todo el mundo' de mi lista. 
—Ali, ¿estás bien?
Miré hacia mi derecha, que era de dónde provenía la voz; intentando levantar mínimamente la cabeza. Wendy estaba ahí. Al principio pareció preocupada, pero en cuanto sonreí comenzamos a reír. Si la gente se iba a reír de mí, prefería reír con ellos. 
'Anda, vamos' dijo con una sonrisa, y después continuamos con nuestro camino. Pude ver a alguna que otra persona señalarme mientras reía, pero decidí hacerme la loca. Sabía que si no lo hacía, terminaría afectándome. Sí, era una tontería, pero a mí me afectaban las tonterías.
Nos separamos una calle después del instituto. Tras despedirnos, ella se fue por su camino y yo por el mío. Avancé, intentando recordar el camino de vuelta a casa. Apenas tardé cinco minutos en llegar. Iba a llamar al timbre cuando alguien abrió la puerta. Era Jake.
—¿Estabas mirando por la mirilla o qué?
Entré por el pequeño hueco que dejó por debajo de su brazo. Pude ver de reojo cómo empezaba a reír.
—He presentido que venías.
Eché una mirada al salón, encontrando a Izan y Liv leyendo una especie de libro en el sillón. Dejé la mochila justo a la derecha de la entrada, junto con los demás macutos. Tuve que darme la vuelta para contestarle.
—Vaya, ahora resulta que eres adivino. Te comparé un gorro de esos y montaremos un programa de madrugada. Seguro que nos forramos.
Él tan sólo comenzó a reír, caminando hacia mí.
—Y tú serás la maruja que llama a todas horas. Ya tenemos el equipo completo.
Sonreí alzando una ceja y me volví sobre mí misma para ir hacia el sillón; corriendo para llegar a él. Me abalancé hacia Izan y él me correspondió dándome un gran abrazo. Había echado de menos esa energía que tenía a todas horas.
—¿Qué tal el colegio, peques?
Ambos abrieron la boca para hablar, pero tan sólo Izan pudo hacerlo. La boca de Liv estaba tapada por la mano de Jake, que acababa de sentarse junto a ella. 'Si empieza a hablar no para' susurró, y después empezó a hacer cosquillas a la pequeña. Se le veía tan cariñoso con su hermana que no pude evitar sonreír como una idiota mientras miraba a ambos.
—... ¡y hemos hecho un dibujo de un coche! Ali... ¡ALI! ¡no me estás escuchando, boba!
Desvié la mirada hacia mi hermano, agrandando los ojos. Él frunció el ceño y después empezó a reír, volviendo a abrazarme.
—¿Ah sí? ¿y te lo has pasado bien?
—¡Claro que sí! Al final Liv me ha ayudado a hacer amigos.
Le sonreí, dando un toquecito a su nariz, haciéndole reír. Adoraba aquella risa infantil que tenía.
—Eh, morena.
Me giré lentamente hacia Jake con una mueca. O era muy malo para los nombres, o lo hacía porque sabía que me molestaba. Y dudaba bastante que fuera la primera opción.
—¿Qué?
—Te desangras. 
Por un momento mi corazón se paró. Tras descartar mi primer pensamiento, agaché la mirada hacia donde él miraba. Me sorprendí al ver el pantalón roto y un agujero en la zona de la rodilla. Me agaché para ver la herida, la cuál no había sentido en ningún momento. Al principio no caí, pero después me vino la escena de la caída a la mente y todo se me aclaró.
—Ah... No había notado nada.
Jake se acercó a mí, y tras bajar la mirada para observar la herida, volvió su mirada a mí.
—Anda, sube arriba que hay un botiquín. Además, vas a manchar el pantalón.
Asentí y comencé a andar con intención de subir al piso de arriba, pero la mano de mi hermano agarrando mi brazo me lo impidió. Iba a contestarle, pero Jake se me adelantó.
—¿Me prestas a tu hermana un momento, Izan?
Izan le miró y enseguida asintió, con una leve sonrisa en su cara. Jake le correspondió y le revolvió el pelo. Me sorprendió que dijera eso.
Ambos subimos rápido a arriba. Jake fue directo al cuarto de baño, mientras que yo fui a mi habitación. Me cambié de pantalón, dejando el pantalón nuev-, digo, el pantalón roto, encima de la cama.
«Qué torpe eres, Alice» me dije al observar el pantalón. Primer día con él y ya estaba roto. Suspiré rodando los ojos.
Dado que aún podía salvar la camiseta y la sudadera de ser manchadas, decidí cambiarme también de parte de arriba y ponerme algo más cómodo y que no me diera tanta pena manchar. Estaba en ello cuando la puerta se abrió bruscamente. Inmediatamente me tapé poniendo la camiseta delante mía. Con lo poco que pude ver de su cabeza, averigüé que era Jake. 
—¿No te han enseñado que se llama antes de...?
Me callé al pensar en el encuentro del baño de esa misma mañana. Jake percibió que me había acordado y, tras mirarme durante un par de segundos, sonrió.
—Al menos no soy el único al que no le han enseñado a llamar.
Soltó una carcajada y cerró la puerta. «Estúpido». Me cambié rápido y salí de la habitación. Jake esperaba apoyado en el marco de la puerta del cuarto de baño. Pasé dentro sin dirigirle la mirada y observé el pequeño botiquín encima del lavabo. Él cogió las tiritas y el desinfectante antes de que yo pudiera ver siquiera los demás medicamentos.
—Mira, estas tienen dibujos de patos. Seguro que te encantan.
Le dirigí una mirada desafiante y después simulé una sonrisa irónica.
—Ja, ja, ja. Qué chispa tienes, Hydich.
Me senté en la tapa cerrada del váter y me eché algo de flis flis (como me gustaba llamarlo)  en la pierna. Apenas me escoció. Estaba abriendo la tirita cuando volví a oír su voz.
—¿Ya te has vuelto a tropezar?
No me molesté en alzar la cabeza para mirarle. Ya sabía la cara que estaba poniendo: las cejas alzadas y una sonrisa estúpida en sus labios. 
—No, estaba practicando un mortal hacia atrás y los cálculos me han salido mal.
Me levanté a dejar el desinfectante en el botiquín con su risa de fondo. Él lo cogió una vez cerrado y lo dejó en su sitio. Ambos bajamos en silencio hacia la cocina, dónde ya estaban Liv e Izan sentados en la mesa. Ashton estaba dejando un par de platos encima de ésta. Mandy seguramente se encontraba trabajando. 
—Vaya, ya has venido. ¿Tu hermano es muy exagerado o es que vamos a tener que amputarte la pierna?
Sonreí y después miré hacia Izan, el cuál escondió la cabeza entre sus brazos mientras reía.
—Es un poquitín exagerado.
Ashton soltó una carcajada -la cuál era muy parecida a la risa de Jake- y se sentó en la mesa. Después lo hicimos Jake y yo.
—Hay filetes empanados para comer. ¿Te gustan?
Asentí, dispuesta a empezar a comer. Probé un bocado mientras miraba al plato.
Jake, con un trozo en el tenedor, me miró, sonriente.
—Es una buena asistenta cuando quiere. Si le dices que le han salido buenos los filetes te hará los baños.
Ashton dirigió una mirada asesina hacia su hermano y después todos comenzamos a reír.
—Los filetes están exquisitos.
Él sonrió y continuó comiendo.
Fue una comida entretenida. La mejor desde hacía unos cuantos años. Todos intercambiábamos diálogos sobre cómo nos había ido el día o simplemente contábamos anécdotas graciosas. 

Tripping HeartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora