CAPÍTULO 3

25 1 0
                                    

—Sabes que no tienes que darlas, Ali.
Ashton sonrió y volvió a mirar al frente. Pronto arrancamos en dirección 'calle Mornington número 12' o más bien, a casa. Me pasé todo el viaje observando la caja. Seguía sin creer lo que habían hecho por mí. Ni siquiera me conocían y ya me trataban como a una más... Me habían comprado todas esas cosas incluso. Toda aquella situación era irreal. 
En cosa de unos minutos llegamos. Izan salió rápidamente del coche con una gran bolsa entre sus manos. Casi no podía ni andar con ella. Todos salimos y esperamos a que Ashton abriera la puerta. Ayudé cogiendo un par de bolsas que juraría, abultaban más que yo. Entré mirando al suelo, casi arrastrando las bolsas. Me golpeé con alguien nada más pasar la puerta. Solté un quejido, alzando la cabeza rápidamente, para así apartar ya de paso el flequillo de mi cara. 
—Mira que eres torpe, morena.
Alcé ambas cejas, mirándole. Ya tenía esa sonrisa en su cara. Miró mis bolsas de reojo y después fue caminando hasta la puerta. Tuve que girar para poder seguir mirándole. 
—No todo el mundo es tan hábil como tú, Jake.
Sonrió aún más. De esa manera en la que se achinan los ojos. De esa. Terminé dando una vuelta entera sobre mí misma. Por lo que pude ver, estaba apunto de salir por la puerta, y lo hubiera hecho si Ashton no le hubiera parado.
—Eh, ¿dónde crees que vas?
Ash estaba justo en la puerta de salida, con una mano en el pecho de Jake. Éste miró su mano y alzó una ceja.
—A la calle. He quedado.
Le contestó del modo más seco y borde que pudo. Se puso la capucha de la sudadera e intentó esquivar a Ashton, aunque él volvió a cortarle el paso. Jake suspiró y rodó los ojos.
—Te recuerdo que mañana tienes instituto. Además, casi es de noche.
Jake soltó una pequeña carcajada, volvió a esquivar a su hermano, y esta vez abrió la puerta y salió por ella antes de que pudiera volver a ponerse en medio. Tras salir, cerró la puerta con fuerza. 
—La madre que le-
—Ashton...
Mandy se acercó hacia él, intentando calmarle. Decidí dejar de observar y marcharme a mi habitación con las bolsas que tenía. Cuando entré encontré alguna que otra bolsa más encima de la cama. Dejé allí todas y comencé a colocar las cosas que tenían dentro. 
No podía sacarme de la cabeza a Jake y su comportamiento. Llego a hacer yo eso a papá y... y nada. Aquello no podía ocurrir. Ya no. Ojalá estuviera él para regañarme cuando no me comportaba bien, pero desgraciadamente, ya no estaba.
Encontré más cosas de las que esperaba en las bolsas. Me habían comprado una mochila rosa de Adidas. Había olvidado completamente que al día siguiente tenía instituto. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Me tiré en la cama, mirando al techo mientras pensaba. No me gustaba ser la nueva, la extraña, el centro de atención. Y mañana tendría que ir a un lugar en el que no conocía a nadie, intentar caer bien a la gente y no tropezarme. Esto último era importante. No me apetecía quedar en ridículo mi primer día. Aunque de algún modo u otro, terminaría haciéndolo. 
Poco a poco mis ojos se fueron cerrando. No había cenado, pero aquella noche nadie tenía pensado hacerlo. Liv yacía dormida en el sofá de abajo, Izan en su habitación, seguramente jugando con sus nuevas cosas, Jake a saber dónde, Ashton y Mandy viendo la tele y yo... bueno, yo estaba molida. Finalmente cerré los ojos, me arropé con la manta, y dejé que el sueño hiciera el resto.

Nuevo día. Allí el concepto 'despertador' era Liv e Izan saltando sobre tu cama mientras reían a carcajadas. Abrí poco a poco los ojos, observándoles. Intenté ponerme seria con ellos, pero se me terminó contagiando su risa. Una vez despierta me dirigí al cuarto de baño mientras me rascaba un ojo. Veía todo completamente borroso. La puerta del baño estaba entornada. La fui abriendo, dispuesta a entrar. Para mi sorpresa, no estaba sola. Hacedme caso a lo que digo: cuando una puerta está casi cerrada significa que no debéis entrar.
—Oh, Dios... Lo siento.
Me dí la vuelta, cerrando los ojos con fuerza por unos segundos mientras mis mofletes comenzaban a coger un color bastante rojizo. Y de nuevo, esa risa.
—Para la próxima vez, estaría bien que llamaras a la puerta para evitarnos sorpresas.
Sí, el que hablaba era Jake, el cuál llevaba únicamente una toalla atada a la cintura. Tierra, trágame.
—Lo-lo siento...
Me marché rápidamente de allí, bajando las escaleras hacia la cocina. No hacía otra cosa que repetirme una y otra vez "eres tonta" para mí misma. Y es que realmente lo era. Pero eso sí, todo el sueño que tenía se me había quitado de golpe.
—Buenos días. 
Estaba sentada en una de las sillas de la cocina, dónde había vasos de leche preparados en la mesa. La cocina olía a tostadas. Alcé la mirada hacia Ashton, al cuál sonreí y respondí. Liv e Izan estaban sentados juntos, ambos con los morros llenos de chocolate. Eran unos exagerados con eso del Cola-Cao. Yo me tomé un café. Mi madre nunca me hubiera dejado tomarme un café por la mañana, ya que, según ella, "me revolucionaba"; pero es que los adoraba. No había otra cosa que me sentara mejor que un café a principio de mañana. Terminé rápido de desayunar y me dirigí hacia mi habitación, evitando posibles encuentros con Jake. Me moriría de vergüenza si le volvía a ver. Decidí vestirme con algo... normal. Mientras preparaba la ropa, me vino la imagen de Jake a la cabeza. Tenía un torso definido y hasta por la mañana estaba tremendamente guap- ¡ALICE, CONCÉNTRATE! 
Finalmente, cogí la ropa. Me puse unos pantalones largos negros y una camiseta básica negra. Hacía algo de frío, así que me puse una sudadera encima. Cogí la mochila y metí en ella algún boli y cuaderno que vi encima de la mesa del escritorio. Allí estaba la caja del móvil, por lo que al verla, decidí abrirla, encender el móvil y demás. Tras ver un poco cómo funcionaba, me lo metí en el bolsillo. Me serviría de reloj. Me peiné y aseé y me dirigí a la puerta de salida. Me había dejado el pelo suelto, como de normal. Cuando llegué abajo, Liv e Izan ya estaban allí, preparados. Ashton se despidió de nosotros y salimos. Con las prisas se me había olvidado hasta coger bocadillo. Ash me explicó un poco lo que tendría que hacer. Liv se sabía el camino al colegio (que estaba al lado del instituto) por lo que no teníamos pérdida. 
—¿Cómo decías que era el instituto?
—Pues... como los coles normales: lleno de niños y niñas.
—Ah...
Liv me respondió por tercera vez a esa pregunta. Según ella, no quedaba mucho para llegar, pero cada vez veía a más y más gente por allí y me estaba empezando a poner un poco...
—...nerviosa? ¿Estás nerviosa? ¡estás nerviosa!
Miré de nuevo hacia ella. Comenzó a reírse de esa manera tan escandalosa en la que lo hacía. Izan la acompañó. Puse la mano en su boca, haciendo que se callara. Ella continuó riendo a pesar de eso. Si es que era adorable.
—Sssh.
Comencé a reír. En ese mismo momento Liv y mi hermano se pararon en seco. Quité la mano de su boca, y miré al frente. Habíamos llegado. Todo aquello estaba lleno de chicas y chicos que hablaban entre sí. Había un grupo de unas diez personas colocadas en la pared de en frente al instituto, fumando. Tragué saliva y miré hacia los pequeños. Miré a Izan. Si yo estaba nerviosa, no me podía imaginar lo que llegaría a estar él. A pesar de ir acompañado de Liv, le notaba muy inseguro en esos momentos. Le miré con una sonrisa y deposité un beso en su frente. Después miré hacia Liv, de la cuál me despedí revolviéndole el pelo. Lo llevaba suelto, por lo que no podía destrozar ningún peinado.
—Cuida de él, ¿eh?
Ella sonrió y miró hacia Izan. Después le dije lo mismo a él y me despedí de ellos, deseándoles buena suerte en el colegio. Suspiré fuerte mientras se marchaban y miré hacia la puerta del instituto. Comprobé la hora de mi móvil. Quedaban cinco minutos para que tocara la campana. Me dirigí hacia allí y entré dentro. No había casi nadie. La mayoría de la gente estaba fuera. Aproveché esos minutos que quedaban para ir a secretaría, preguntar por mi clase y rellenar los papeles que aún quedaban por rellenar. Según me había dicho Ashton, me los darían y tendría una semana para completarlos, aunque seguramente los entregaría al día siguiente. Una vez en secretaría, golpeé la ventanilla hasta que un hombre de gafas la abrió. 
—Buenos días. ¿Qué necesitas, señorita?
—Eh... soy Alice Howliac. Soy nueva. Me han dicho que tenía que pasarme por aquí para recoger unos pape-
—¡Ah! conque tú eres Alice. Sí, me han informado de ello. No suele haber gente nueva por aquí. Toma, estos son los papeles que tienes que terminar de rellenar. Debes entregarlos aquí o a tu tutor antes de que pase una semana.
Cogió unos papeles que tenía en la mesa de al lado y me los cedió. Se lo agradecí con una sonrisa y los sujeté entre mis manos. Asentí varias veces mientras me contaba aquello.
—Mi... ¿tutor? 
Creo que mi cara le dio a entender que no me habían dicho nada de eso hasta entonces.
—Ah, claro, eres nueva, todavía no sabrás ni qué clase tienes. Según esto corresponde a la clase número... 23. ¿Ves ese pasillo de allí?
Asomó la cabeza por la ventanilla y miró hacia la derecha, señalando el largo pasillo que había. Respondí con un tímido 'sí' mientras me daba las indicaciones. Más o menos me había quedado claro. Cuando acabó de explicármelo, tocó la campana. Le agradecí la información al secretario y éste cerró la ventanilla. Poco a poco fue entrando más y más gente, y las caras desconocidas, voces y gritos iban aumentando. Guardé los papeles en la mochila y me dirigí a paso ligero hasta la clase número 23. Iba mirando de puerta en puerta a medida que pasaba por el pasillo. Finalmente la encontré. Era una de las últimas. La puerta estaba abierta, y apenas había gente dentro. No estaba ni el profesor. Suspiré nerviosa y entré. Rápidamente obtuve la mirada de las cuatro personas que había allí. Tan sólo sonreí ligeramente y me dirigí a una de las primeras mesas, donde después me senté. Una chica pelirroja y con unos grandes ojos verdes se sentó a mi lado.
—¿Está ocupado?
Negué suavemente y sonreí. La chica me correspondió la sonrisa y colocó su mochila encima de la mesa.
—Aunque bueno, no sé cómo iba a estar ocupado si eres nueva por aquí y no debes de conocer a nadie...
Parecía hablar consigo misma. Aquello me hizo gracia, pero tan sólo lo mostré con otra sonrisa. 
—Me llamo Wendy, pero me puedes llamar Wen. ¿Tú cómo te llamas?
Wendy de Peter Pan y Alice de Alicia en el país de Las Maravillas. ¿Casualidad? No lo creo. Presenciaba que me iba a llevar bien con aquella chica.
—Yo soy Alice. Bueno, Ali.
Asintió y volvió a sonreír. 
—Encantada, Ali. ¿Cómo es que te has mudado aquí?
Abrí la boca para contestar, pero no pude; aunque de todas formas, tenía pensado decir 'es una larga historia' y dejarlo caer. Me negaba rotundamente a contarle lo sucedido. El ruido de la gente pasar, hablar y reír no me dejó contestarla, cosa que realmente agradecía. Entraron todos como una avalancha. Después de todos ellos entró un profesor. Iba con una sonrisa en la cara. Creo que aquella era la segunda vez en mi vida que veía a un profesor sonreír a primera hora y mientras entraba a clase. Y la sonrisa del primer profesor al que había visto hacer aquello era debida a su 'ligue', que en ese momento pasó por la puerta. En cambio, éste sonría porque quería. Volví a la realidad, atendiendo al profesor. Tenía el pelo negro, al igual que sus ojos. Vestía con camisa y parecía un hombre formal.
—Bueno, buenos días a todos.
Todos le respondieron con un 'buenos días' al unísono. Yo no hice nada. Él no parecía haber notado todavía mi presencia a pesar de estar en primera fila. 
—Hoy comenzamos la lección abriendo el libro por la página cuarenta y sie-
El sonido de la puerta abrirse y unas voces interrumpieron al profesor. Todos nos giramos hacia la puerta. Estupendo, Jake también estaba en mi clase. El encuentro con él por la mañana se me vino a la mente. Creo que 'rojo tomate' era muy suave para el color que estaba adquiriendo mi cara. Se despidió de una persona del pasillo, entró y cerró la puerta. Miró al profesor con esa sonrisa que le describía. Agh, me ponía de los nervios. 
—¿Otra vez llegando tarde, Hydich? 
—¿Ya amargado por la mañana, Evans? 
Soltó una carcajada, y el resto de la clase le acompañó. El profesor se limitó a suspirar y a continuar con lo que estaba diciendo mientras Jake se sentaba en su sitio. Cuando pasó delante mía intenté agachar la mirada y ocultarme, pero él me divisó. Ni siquiera me dedicó una sonrisa burlona, cosa que me extrañaba bastante después de lo ocurrido en el baño aquella mañana. Le observé por el rabillo del ojo mientras andaba. Se sentó un par de mesas más atrás, a mi derecha. 
—Vaya, parece que tenemos una alumna nueva.
Miré de nuevo al profesor, algo sobresaltada por lo que acababa de decir. Asentí lentamente, notando cómo toda la clase clavaba sus ojos en mí. Me estaban intimidando.
—¿Cómo se llama, señorita?
—A-Alice. 
Se escucharon un par de risas al fondo, debido a mi torpe pronunciación. El señor Evans me sonrió cariñosamente y después volvió a ponerse serio. Al menos él no se rió. Tragué saliva. Cuando pensé que el profesor iba a hacerme un interrogatorio, dijo 'pues sea usted bienvenida, señorita Alice. Yo soy su tutor, pero ya hablaremos en la hora de tutoría de ello' y después comenzó a dar materia. Me sorprendió bastante aquello, pero supuse que lo hizo porque sabía que me pondría nerviosa. Suspiré para mis adentros y atendí a la explicación.
Las clases no pasaron muy rápido, pero todo se podría resumir en dos cosas: gente hablando y profesores regañando. Parecía que no me había tocado en una clase muy buena...
Finalmente tocó el timbre que indicaba el recreo. Después de que toda la clase saliera a una rapidez impresionante (como si regalasen algo fuera...) Wendy y yo salimos. Nos juntamos con otras dos chicas que esperaban a Wen en el pasillo. Ambas me miraron a lo "¿quién es esta?" y Wendy comenzó a reírse. 
—No la miréis así a la pobre; la vais a asustar.
Sonreí ligeramente mientras observaba a las demás y ellas me observaban. La chica que estaba a la izquierda era rubia. Vestía con un chándal de Nike azul que conjugaba con sus ojos. La de la derecha en cambio era morena y vestía con una chaqueta marrón y unos vaqueros. 
—¿Cómo te llamas?
La rubia fue la que habló.
—Soy Alice. ¿Y vosotras?
—Yo soy Sarah, y esta es Delaia. Encantada.
—Eh, me has robado la frase. Bueno, así es. Pero mejor llámame Dela. Delaia suena mucho a mujer mayor.
Sarah, la rubia. Dela, la morena. Sarah, la rubia. Dela, la morena... Vale, todo claro.
Fui mirando a ambas mientras procesaba sus nombres. Tras finalizar solté una carcajada y todas me siguieron.
—Soy un poco mala para los nombres, pero intentaré acordarme. Tú eras... Wendy, ¿no?
Dije, mirando hacia Sarah con cara de confusión. Esta vez fueron ellas las que empezaron a reír y yo la que las seguí. Lo había hecho aposta para quitar esa tensión que había en el ambiente. Al parecer, funcionó.
Fuimos hablando por el pasillo hasta que salimos al patio. Hubo sobretodo risas, cosa que me alegraba. Una vez allí, nos buscamos un sitio en frente de la entrada (en las escaleras) y nos sentamos a hablar. No paramos ni un minuto de conversar. Que si dónde vives, que si cuántos años tienes, que si a qué clases vas... Otra cosa no, pero tema de conversación sí que había. La campana confirmó el final del recreo, y todo el mundo fue dirigiéndose a la puerta, justo en frente de nosotras. Nos levantamos, y cuando estábamos a punto de entrar, noté que alguien me daba un golpe en el hombro. Miré hacia él. No sé si lo había hecho aposta o sin querer, pero viniendo de él no me sorprendería si fuese lo primero. Me guiñó un ojo, sonrió y se dio la vuelta para entrar. Suspiré y después rodé los ojos, terminando con una sonrisa en la cara. 
—Oh, Dios mío.
Miré hacia Dela, la cuál tenía los ojos como platos, al igual que las otras dos. Comencé a reír al verlas así.
—¿Qué pasa? Ni que hubierais visto a un fantas-
—¡¿Pero sabes quién era ese?!
—¡Te acaba de guiñar el ojo un Dios griego, Ali!
Con el comentario de Wendy no pude aguantar más y comencé a reír a más no poder. Entramos las cuatro al instituto. No paraban de hacerme preguntas absurdas o afirmaciones sin sentido.
—Vais a hacer que me mee encima. Ni que fuera Brad Pitt.
—¡Es el Brad Pitt canadiense!
Todo el mundo iba metiéndose en sus clases o daba vueltas por el pasillo. A nosotras aún nos quedaba un poco para llegar a nuestra clase. Una vez allí, esperamos fuera, ya que el profesor aún no había llegado.
—Sácanos de dudas ya. ¿De qué te conoce?
—Pues... su padre conocía a mi padre y he terminado viviendo en su casa.
A ese paso iba a hacer que sacaran los ojos de sus órbitas. Sarah parpadeó un par de veces y comenzó a hablar, obteniendo la atención de las tres.
—Y lo dices tan tranquila... ¿Te das cuenta de que estás viviendo con el chico más irresistible del instituto, con el que cualquier chica se derrite cuando tiene sus ojos encima? No sabes qué suerte tienes.

Tripping HeartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora