CAPÍTULO 21°

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Andy

Lo primero que percibo cuando despierto es el brazo que sujeta mi cintura.

Esta situación me es tan familiar.

Leonardo comienza a besar mi hombro mientras susurra:

- Buenos días, cariño.

Sin duda son los mejores buenos días de toda mi vida.

Me remuevo en la cama para poder encontrarme con su mirada.

Me dedica una amplia sonrisa. Sonrisa que le devuelvo.

- Buenos días (susurro aun un poco somnolienta)

Aparta un par de mechones de mi cabello y se inclina para besar mi frente. Acaricia mi mejilla con su mano. Traza el contorno de mis labios, parece que analiza cada parte de mi rostro.

Cada segundo que pasa se vuelve una tortura. Lo necesito. Sus labios son el oxígeno que me mantiene con vida.

Deslizo mis manos por su cuello y lo atraigo hasta unir nuestros labios.

Nos separamos cuando escuchamos entrar a alguien en la habitación.

Es Rosi.

- ¡OH! ....yo...perdón (tartamudea y rápidamente sale de la habitación)

Volteo a ver a Leonardo. Parece avergonzado. Segundos después comenzamos a reír por la incómoda situación.

[...]

Después de tomar una ducha voy hasta la cocina. Mi estómago ruega por comida. Al entrar me encuentro con mis amigas.

Siento como mis mejillas arden al recordad a Rosi entrando a mi habitación.

Tomo un vaso de la mesa y lo lleno con jugo de naranja.

Rosi comienza a hablar mientras bebo mi jugo.

- Así que... ¿Fue una noche intensa?

Casi me ahogo con el jugo de naranja cuando la escucho. Toso por algunos segundos.

Ellas solo se ríen.

- No es gracioso (digo una vez que me recupero)

- Si lo es.

Nos miramos algunos segundos y al final terminamos riendo todas.

Mientras preparo algo de desayunar les cuento como fue la cena. Detalle a detalle.

Ellas me cuentan sobre lo que pasó en el club y lo mucho que se divirtieron.

Leonardo hace acto de presencia.

Se ve tan bien con el cabello húmedo. Quisiera llevarlo de nuevo a la habitación y repetir lo de anoche.

"Debes controlarte, Andy"

Repito en mi mente mientras cierro mis ojos con fuerza.

- Buenos días (dice Leonardo)

Sonrió cuando nuestras miradas se encuentran.

Mis amigas responden el saludo.

El continúa caminando hacia mí. Me toma por la cintura y presiona mi espalda contra su pecho.

- ¿Necesitas ayuda? (pregunta dulcemente)

- No. Ya está listo todo. Espero que te guste el desayuno que prepare.

- Estoy seguro de que sí.

Nos unimos a la mesa junto a mis amigas.

[...]

Sin recuerdos de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora