t r e s☆

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Como soldados congelados de los años 40, Steve y Bucky se perdieron muchos avances de la sociedad, de la tecnología, de la música y las películas. Aunque Steve este interesado en aprender sobre todo lo nuevo que se perdió, Bucky no lo está tanto. Ya sabe usar un teléfono y el Internet gracias a las clases rápidas de Tony. No siente que necesite aprender nada más.

Sin embargo Rogers sigue aceptando ver todas las buenas películas -según Sam- que se perdió durante todos esos años como paleta humana. Por lo que cuando las cosas están calmadas y nadie se está muriendo, queriendo conquistar el mundo o los este necesitando para otra cosa, Sam aparece en su piso en la torre y arrastra a un tonto Steve Rogers hasta la sala del lugar y lo entretiene entre filas de películas. Al comienzo, estaba bien, un día a la semana que Bucky podía tener sólo para él. Pero entonces comenzaron a ver las largas sagas de películas y saltar a las series, por lo que Sam estaba allí ahora casi todos lo días y Bucky comenzaba a notar la menor cantidad de tiempo que pasaba con el rubio soldado.

Y bien, Steve parecía feliz con todo eso, por lo que Bucky no quería decir nada, pero ¿y él? A veces pasaba tiempo con el dúo de amigos viendo películas, pero eso no era lo mismo que el tiempo a solas que el moreno le robaba de pasar con Steve.

Esa noche, entrenando en el gimnasio como cada tarde, Bucky desquitaba su ira contra los sacos de boxeo -"son tal para cual "- había dicho Tony una vez cuando Barnes destruyó una bolsa de arena con tantos golpes que le dio. Steve había salido de misión hacía dos semanas y Bucky comenzaba a tener de nuevo esas pesadillas que sólo el rubio podía espantar con su presencia en la cama. Estaba enojado, agotado y de alguna forma lleno de una energía que no sabía cómo drenar. Era un manojo de emociones enredadas que no se ponían de acuerdo.

Haciendo un poco de yoga, intentando calmarse, Tony apareció, parando en la entrada —Hey, mapache —llamó. Bucky no abrió los ojos ante el apodo que Stark le había puesto —Steve regresó —eso sí hizo que abriera los ojos. Stark le guiñó un ojo antes de desaparecer por el pasillo.

Como un cachorro que extraña a su dueño, Barnes salió corriendo del gimnasio tomando las escaleras hasta su apartamento en la torre. Estaba tan emocionado de tener a Steve otra vez junto a él.

Pero la emoción desapareció cuando encontró a la mayoría de los Vengadores en una clase de reunión de bienvenida en la sala. Natasha, Barton, Baner, Thor, Stark, Sam ¡y hasta Scott Land! Estaba allí.

—¡Bucky! —saludó Steve desde el sofá, brillante y sonriente como un golden retriber que ve a su persona favorita en el mundo. Los demás que habían estado también en misión le saludaron. Bucky dejó caer sus hombros como un hombre que pierde una batalla. Había imaginado que encontraría a Steve solo en el lugar que debía ser sólo suyo, pero que ahora compartían con todos. Había esperado semanas la llegada del rubio para poder refugiarse otra vez en sus abrazos y besarse hasta que se cansen y sólo pueden amarse con mimos y caricias.

Las pláticas sobre la misión continuaron, mientras que Barnes estaba allí parado; agotado, enojado y con la adrenalina que había adquirido su cuerpo con la noticia de la llegada de Steve, abandonandolo. Como un niño pequeño enojado que llama por atención, Bucky pasó entre los amigos de Steve hasta llegar frente a él, sentándose en el piso haciendo espacio entre las piernas de Rogers y presionando su espalda contra el mueble. Su cabeza se apoya en el muslo del Capitán América.

Asombrados por la inesperada, íntima y tierna acción de Barnes, muchos se quedaron en silencio. Sí sabían sobre la relación de esos dos, pero no era hasta ese momento, que realmente presenciaban algo más cercano que un abrazo o una palmada en la espalda. El Barnes frente a ellos era un espécimen raro y deslumbrante del que no podían apartar ojo.

Menos sorprendidos por su acción, Sam, Thor y Steve siguieron hablando mientras Rogers acariciaba delicadamente los mechones negros del cabello de James, quien presionaba su mejilla en el muslo del rubio y cerraba los ojos ante la acción de los dedos jugando y penando su cabello. Bucky no supo cuándo se quedó dormido.

De lo que si se dio cuenta, era de que cuando despertó, estaba en la cama que compartía con Steve. Como si hubiera escuchado a Bucky llamarlo mentalmente, el rubio apareció saliendo del baño de la habitación con una toalla detrás de su cuello y el cabello húmedo. Sólo llevaba un pantalón de dormir.

—Hola —saludó Steve como si nada mientras subía a la cama y tomaba su lugar bajo las mantas. Bucky, con el sueño aún en sus ojos, tardó en recordar que ese era el Steve Rogers real. Acercándose hasta tenerlo entre sus brazos, abrazando su cintura y usando su pecho como almohada, James se permitió ser vulnerable como sólo lo era con Steve, y le dijo lo mucho que lo extrañó y necesitó —Lo sé, lo siento. Yo también te extrañe mucho —le dijo su mejor amigo mientras le volvía a acariciar el cabello como en la sala.

—¿Y los demás? —preguntó James, también preguntándose qué hora era y cuánto había dormido.

—Se fueron al rato de que te dormiste. Stark los corrió a todos revelando que no has dormido bien —Bucky sólo respondió con un simple y cansado "ummm" —Y hable con Sam, esta de acuerdo en disminuir los días de películas a un día a la semana, cree que lo vas a terminar asesinando si lo sigues viendo tan seguido por el apartamento —rió Steve recordando cuando Sam le dijo aquello. Otro simple "ummm" fue lar respuesta del soldado que lo abrazaba en la cama.

Lejos de esa respuesta, Bucky realmente agradecía al moreno su aceptación a menos días de películas, porque en serio ya había pensado hace semanas deshacerse de él si seguía viéndolo por allí tan seguido.

—Buenas noches, James. Te amo —profesó Steve Rogers mientras veía al hombre que amaba volverse a dormir por sus caricias.

—Te amo, Steve —dijo Bucky antes de volver a dormirse plácidamente. Una sonrisa se formó en el rostro de Steve antes de también quedarse dormido.

O.S 🌸 [stucky]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora