o c h o☆

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   Steve Rogers nunca lo admitirá en voz alta, iría en contra de todo lo que predica sobre un mundo sin violencia, pero demonios, cuanto le calentaba ver a Bucky peleando. Se veía tan sexi y peligroso, una combinación letal para su corazón. ¡Estaba tan mal, lo sabía! Constantemente regañaba a Buck por la forma en que hacía las cosas en una misión; siempre extremista, violento, dispuesto a asesinar sin pestañear. Pero la forma en que se movía, la agilidad de su cuerpo, como el uniforme se ajustaba de una manera perfecta en los lugares correctos. Durante las misión, James mantenía una mirada severa, profunda y aterradora mientras su cabello largo caída alrededor de su rostro dando un aspecto más misterioso y atractivo para la vista. Estaba seguro de que no era el único que lo notaba. Sus movimientos eran hipnóticos, rápidos, hábiles y mortales. El contraste entre el Soldado del Invierno y Bucky era asombroso, Steve sabía que sería imposible de convencer a alguien de que la persona que hacía estallar autos con una granada, cortar cuellos con un movimiento y saltar desde un edificio cayendo con casi la misma gracia que un felino, era la misma que sonreía dulcemente por comer sus platillos favoritos, miraba con un brillo especial los inventos de Stark como niño en dulcería y hacía pequeños berrinches por atención.

Nadie le creería que, el Soldado del Invierno, podía verse adorable y tentador cuando llegaba a su límite durante el sexo, rogando por más mientras tiembla y solloza mordiendo su labio. Steve se derrite ante la mirada cristalina y suplicante. Rogers disfrutaba de tener el privilegio de poder conocer ambos lados de su amigo, su novio y compañero.

Pero Barnes no era el único que actuaba fuera de lo "normal" cuando se trataba de la intimidad de estar con Steve, pues el rubio si que se convertía en alguien que nadie podría creer. Todos pensaban en Steve como en clásico hombre aburrido y puritano con un extremo sentido del honor, la moralidad y bla bla bla... Nadie pensaría en él como alguien que atrapaba a su amante en pequeñas oficinas del Estado luego de regresar de una misión; cansados, sudororos, esperando para regresar a casa luego de reportar los detalles de la misión a los superiores.

—¡Steve! —a Bucky se le escapa por la sorpresa, siendo empujado contra la puerta de la oficina afortunadamente desocupada. Iban de camino a la oficina de asuntos internacionales junto a los demás, cuando Rogers les metió allí. Sintiendo los labios cálidos del rubio, Bucky tarda en corresponder por la confusión del momento. Era tan inesperado que Steve hiciera algo así, usualmente era más recatado en cuanto a muestras de afectos fuera de la privacidad de su apartamento. Y, aunque ciertamente allí no hubiera nadie, existía la riesgosa posibilidad de que alguien intentara entrar al lugar o hubiera cámaras. —Steve. —intenta separar al hombre, pero este toma sus manos para colocarlas sobre su cabeza, profundizando el beso entre ellos. Steve es inesperadamente rudo, a Buck le distrae lo suficiente para permitirle continuar cuando ágilmente desliza la lengua dentro de su boca. El movimiento de sus labios es desenfrenado, Bucky no había visto este lado tan impulsivo de Steve, quien le sostiene con fuerza y hace lo que quiere. No le molesta, en absoluto, pero lo único que puede escuchar es el sonido lascivo de sus besos y la agitación de sus respiraciones.

El beso es tan intenso que a James le cuesta tomarle el ritmo entre los nervios de ser atrapados, la confusión por la actitud de Steve, su ritmo cardíaco resonado en sus oídos y la lujuria que causa esa combinación de sensaciones. Cuando se derrite un poco contra la puerta, sintiendo sus rodillas débiles, Steve aprovecha para deslizar una pierna entre las suyas, flexionandola para que su rodilla roce un punto importante de la anatomía de James. Suspirando, Bucky está dispuesto a continuar con aquello, cuando escucha unas voces del otro lado de la puerta. Entonces recuerda donde están, lo que deberían estar haciendo y el peligro de ser vistos y regañados; además de la vergüenza que eso le causaría.

Aprovechando que Steve le suelta para llevar las manos a su pecho y apretarlo por sobre el traje, James suavemente lleva sus propias manos a la cabeza de Steve, una a cada lado sobre su cabello. Entonces, deslizandolas gentilmente, toma los mechones rubios de Rogers para jalarlos con fuerza y separar su cabeza e interrumpir el beso y poder respirar correctamente. —¿¡Qué demonios te sucede!? —le pregunta con la respiración agitada, una mirada furiosa y la cara ardiendo.

Con una expresión de dolor por el jalón de cabello, Steve se queja pidiendo perdón. ¡No lo había podido evitar! Desde que lo estuvo viendo durante prácticamente toda la misión, el deseo de besar a Bucky iba intensificandose hasta ese momento. No había podido esperar a que estuvieran solos en su apartamento, necesitaba tomarlo en ese momento. Sabía que estaba siendo quizás un poco irrespetuoso e impulsivo, pero no se sentía especialmente avergonzado o culpable. No mientras no los atraparan. Era la primera vez que hacía algo así de arriesgado, siendo bastante excitante.

—Estas demente, Rogers. —James se queja y lo suelta, pero lleva una sonrisa en su rostro. Por supuesto que le encantaba que Steve le deseara.

—Lo siento. —Steve soba su cabeza regalándole al Soldado del Invierno una sonrisa penosa, lo que le hace lucir tierno. Bucky niega con su cabeza mientras intenta calmarse, arreglar su uniforme y limpiar su boca. Ciertamente, nadie podría creerle que el gran Capitán América era así de lujurioso y atrevido.

—Continuemos con esto en casa. —Barnes decide antes de alejarse de la puerta para poder abrirla. —Y si preguntan por nuestra tardanza, espero que tengas una buena excusa. —se adelanta, seguido de un Steve Rogers bastante sonriente por la promesa de una larga tarde en su habitación. No podía esperar para saltar nuevamente sobre Buck.

O.S 🌸 [stucky]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora