Capítulo único.

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OneShot dedicado a Narein, una de mis mejores amigas a quien adoro de todo corazón. ¡Perdona lo feo que ha salido! ¡Es todo lo que mi mustio cerebro es capaz de crear ahora mismo! ;;

Enjoy!

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En todos los años que Atsushi estuvo encerrado en el orfanato, no se vio a sí mismo con un futuro. Siendo honesto, por mucho tiempo creyó que estaría atrapado en ese lugar para siempre; la vida más allá de las rejas que cercaban el recinto se le hacía ilusa, desconocida, como un sueño irreal que jamás enfrentaría. Cuando lo arrojaron a la calle y esa vida estuvo al alcance de sus dedos, se sintió aterrado, asfixiado por las manos de una responsabilidad que jamás imaginó; quiso llorar, patalear— lo hizo, de hecho. Por una semana se abrazó a las rodillas con el corazón en la boca y lloriqueó en silencio, aferrado a la esperanza de continuar con vida y, al mismo tiempo, a la desesperación.

Fue una persona la que lo extrajo de esa oscuridad. Su nombre es Dazai Osamu, un detective de élite con un turbio pasado que, en compañía de un extravagante grupo de colegas, le dio la bienvenida a un mundo que jamás creyó conocer. A su vez, Dazai se convirtió en un mentor, una guía en la penumbra, y Atsushi podría jurar que podría seguirlo a los confines del universo sin vacilar, pues tal era el agradecimiento que guardaba en el corazón.

—¡Atsushi! —lo llamó Kunikida, y depositó una gran pila de documentos frente a él.

El sonido lo extrajo de los pensamientos al instante, y se esforzó en ponerse firme.

—¡S-Sí!

—Dile a Dazai que debe encargarse de estos papeles ahora mismo, y no admitiré más demoras —mientras se ajustaba las gafas, Kunikida dio golpes a la pila con el dedo índice reafirmando la importancia de ese simple deber; tras sentirse satisfecho —arrojando una mirada airada y molesta al subordinado de Osamu—, Kunikida se retiró sin emitir más palabras.

Luego de observar la espalda de Kunikida alejarse, Atsushi echó un vistazo al asiento vacío que se hallaba a su lado y suspiró.

«Tengo que ir a buscarlo».

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Osamu se encontraba en la cafetería de siempre; su cuerpo larguirucho se hallaba ocupando uno de los mullidos sofás sin que nadie quisiera acercarse a molestarlo.

Atsushi dejó brotar un pesado suspiro y se acuclilló a su lado.

—Dazai-san, es hora de volver al trabajo.

Sin embargo, Dazai no se movió.

Ni siquiera el sonido de la campanilla agitarse ante la llegada de un nuevo cliente lo desplazó de los brazos de Morfeo.

Atsushi suavizó la expresión mientras examinaba a su mentor con detenimiento. Por fortuna, Dazai aún respiraba, lo cual descartaba la posibilidad de un nuevo intento de suicidio.

«De todas formas, Dazai-san es la persona más inmortal que pueda existir...»

Las largas pestañas parecían ir a juego con ese rostro tan atractivo, y podía declarar que le quedaban  bastante bien. Esos labios entreabiertos dejaban brotar suspiros entre sueños, y Atsushi se descubrió observándolos por más tiempo del que uno podría considerar como «normal».

Futuro indescifrableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora