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Todavía le costaba creer lo que había sucedido, una despedida tan extraña de una persona que le faltaba por conocer, de alguien que aprendió demasiado en tan poco tiempo. Aunque Bonnie era quien sufría más por la perdida de Scarlett, también lo hacía Rachel.

Ella bien se podría definir como una chica que sabe confrontar a sus amigos cuando es necesario ¿Cuántas veces no enfrentó la actitud de su amiga? ¿Cuántas veces logró que siguiera luchando ante las adversidades de la vida?

Buscaba una solución ante los hechos que sucedieron, trataba de comprender el famoso por qué, pero aquella fortaleza que le caracterizaba simplemente se esfumó. En aquellos momentos tenía en sus manos el cuaderno que le había entregado Eduardo, el hermano de Scar; seguían invadiéndola aquel sentimiento de tristeza, y sus dedos temblorosos se mantenían agarrando la página de uno de los tantos dibujos. Podía apreciar la belleza de los colores, de las finas líneas que marcaban los trazos; su mente viajó hacía todos esos maravillosos mundos que la transportaba su amiga con todas esas historias que escribía.

Con nostalgia cerró el cuaderno, a pesar del tiempo transcurrido Rachel no había podido ver todo los dibujos, se dejaba arrastrar por la tristeza y aunque luchaba cada segundo por no caer en la debilidad del llanto, esta vez no se dejó resistir a ese sentimiento, a ese vacío que en tan poco tiempo creció. Podía recordar con total claridad como fue qué, de alguna manera el dolor entró en su vida.

"Rachel podía ser una chica bastante estudiosa, y sabía en que momentos divertirse, amaba leer, al igual que sus amigas, y si la inspiración se lo permitía escribir; se definía como una adolescente bastante realista y madura, soñadora e inocente, bastante inteligente, en pocas palabras un arma de doble filo. Por supuesto que cualquier persona de hoy en día, a veces prefería matar el tiempo navegando en la red, descubriendo nuevas cosas o charlar un rato con todos esos amigos que no veía desde algún tiempo.

Ese fin de semana en particular, lo aprovecharía para pensar solo en ella y descansar de lo agotadora que era la escuela, ver algo de televisión o estar un rato en Internet; apenas se había tirado en el sofá todavía en pijama. Quería disfrutar uno de sus programas favoritos cuando su madre la obligo a subir a su habitación para cambiarse, ya que toda la familia saldría a dar una vuelta.

No le quedo opción, y subió tratando de no decir ni una queja, tardo unos minutos en arreglarse, poniéndose algo cómodo, algo le decía que irían a la casa de su tía, y por lo general siempre tenia que jugar con sus primos que son menores que ella, y siempre regresaba a casa muy cansada.

Efectivamente, la salida familiar era visitar a los tíos y primos favoritos no le agradaba la idea pero no tenía opción. Antes de haber salido de su casa, Rachel tomó uno de sus libros favoritos, no tenia la menor intención de jugar, no en esa ocasión; saludó a todos y se fue a buscar un lugar tranquilo y cómodo para sumergirse en el mundo de la magia y fantasía.

Sus tíos contaban con una enorme casa, en la cual lo que más le gustaba era el jardín, lleno de algunas flores y pequeños arbustos, y algunos conejos que tenían, sin mencionar los dos perros labrador. Siguió su camino hacia el enorme manzano que había, quería aprovechar la sombra que daba, era un día muy caluroso; se amarró su largo cabello castaño en una coleta y se dejo caer debajo del árbol.

Uno de los perros, Canela como se llamaba, se acercó y se tumbo a un lado, recargando su cabeza en los pies de ella. Su mano izquierda acariciaba la oreja del canino mientras que la mano derecha sostenía el libro; los ojos miel de Rachel no se separaban de las letras que leía con rapidez y aunque uno de sus primos insistió en ir a jugar, ella se negó.

Después de un rato de estar en el jardín, entró para comer con toda la familia, cerca de la noche llegó a casa, algo cansada por lo que inmediatamente se puso su pijama y se acostó, quedándose profundamente dormida.

Siempre te cuidaré [Edición] [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora