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Quizás cuando debes encontrarte a alguien en el camino de la vida tendrá que suceder, te guste o no. Algunos se van y otros llegan, aprendes de de los que se fueron y quizás eres más feliz con los que llegaron, o bueno, las cosas pasan por algo y todo puede suceder.

El enfado que había sentido la castaña por ser niñera de alguien, se esfumó inmediatamente, tan sólo en haber visto a ese chico nuevo, olvidó lo que tenía planeado hacer. Santiago era un par de centímetros más alto que Bonnie, y su cabello rubio era una combinación perfecta para ese color verde esmeralda de sus ojos que tenía, sin mencionar esa encantadora sonrisa.

— ¿Por dónde empezamos?

— Por donde quieras ― respondió la chica, algo cohibida — De hecho no creo que sea tan diferente a otras escuelas

— Es cierto, porque simplemente no me das una idea general

— Bueno, pues la Dirección está por allá, a lado esta el salón de música, salones y más salones — Caminaron por un par de minutos — la biblioteca

— ¡Genial!

— No te emociones, no tienen muchos libros que digamos

— Bueno era mucha maravilla. Tendré que conformarme con los libros que tengo

— ¿Te gusta leer? — preguntó Bonnie curiosa y maravillada

— Me encanta — respondió con una sonrisa encantadora

— Bueno, sigamos. La enfermería, los baños, más salones y más salones

— Un tour en menos de cinco minutos

— Tardaras un poco en acostumbrarte

— Si, además falta ponerme al corriente en los trabajos

— Te puedo ayudar en eso — se ofreció la chica como si fuera tan cosa apoyar a un desconocido.

— Me parece estupendo ¿mañana antes de clases?

— Claro, en mi casa si quieres

— ¿Esta muy lejos? — preguntó haciendo una mueca

— No, está algo cerca — pero ya no pudieron seguir charlando, ya que el timbre sonó regresando juntos al salón, separándose al tomar sus asientos.

No podía separar la vista de él, aprovechaba la distancia para observarlo mejor, lo que terminó por regresarla a la realidad fue el grito que pegó la profesora a uno de sus compañeros. Recordó los planes que tenía antes de conocer a Santiago, por lo que apenas dieron finalizadas las clases, tomó rápidamente sus cosas, alcanzando a Ángel en el camino.

— ¿Podemos hablar? — preguntó la chica, todavía no tenía la menor idea de lo que le diría.

— No lo sé, ¿podemos? — se podía escuchar resentimiento en su voz.

— Siento que piensas que ya no me importas

— Honestamente, siento que no me tienes confianza, eres diferente ahora.

— Te tengo toda la confianza del mundo

— ¿Entonces?

— No estoy lista para contarte todo, para decirte el verdadero motivo que me provoca tanto dolor — sus ojos se llenaron de agua, amenazando con llorar

— Mírame — pidió conectando gris con miel — me tendrás siempre, y esperaré, pero deja de aislarte, extraño a mi amiga.

— Perdóname, lo menos que quiero es perder a mi mejor amigo

Siempre te cuidaré [Edición] [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora