Capítulo 8: Te amo.

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–Estamos muy felices de que te encuentres bien, los tres– dijo mi suegra, Mary, con una sonrisa y apretó mi mano suavemente.

Le sonreí.

–Yo también.

–Tu amiga tiene una capacidad impresionante para movilizar personas– comentó Anthony Hawk, señalando a Samantha a mi derecha y reímos.

–Si no te hubiera encontrado en ese momento habría llamado a los militares, FBI y la CIA– afirmó con una sonrisa de suficiencia.

–No lo dudo.

–Reunió un comando de policías en una hora y en dos ya te estaban buscando bajo cada piedra– agregó la señora Hawk.

Estaba tan nerviosa y estresada en la ambulancia que entré en estado de shock y me desmayé antes de llegar al hospital así que tuve que enterarme por ellos de los diagnósticos médicos. Cuando desperté los padres de Nathan y Samantha estaban conmigo, el doctor me había revisado cuando estaba dormida, necesité suturas en los cortes de mi pierna y brazo derecho, tenía un moretón en el cuello por la presión del cinturón de seguridad, muchos otros regados por el resto de mi cuerpo y un corte en el labio. Realizaron un eco y me tendrían en observación, gracias a todos los seres místicos, reales y no reales que protegieron mi vientre para que el bebé estuviera sano.

Por otro lado, Nathan no había recuperado la consciencia todavía, terminó con un traumatismo abdominal severo que incluía costillas rotas y sangrado interno que fue controlado tras varias horas de cirugía, entre otros. Él no solo había recibido por completo el segundo impacto sin tener el cinturón de seguridad, si no que también aguantó los golpes de Allan. Así que estaría en cuidados intensivos las siguientes cuarenta y ocho horas, que se alargarían si no despertaba hoy.

Mentiría si no estaba nerviosa por verlo, quería hablar con él, quería ver su carita y abrazarlo.

Tenían a Allan retenido en la comisaría, esperarían por nuestra completa recuperación para proceder con el juicio y eso. La verdad es que si no lo considerara una real amenaza me habría rehusado a presentar cargos pero después de lo que hizo no dudo que tras las rejas es la única forma de mantenerlo lejos de nosotros.

–Hola– saludó una voz, despegué la mirada de mis manos temblorosas en mi regazo y enfoqué a la persona tras la puerta de vidrio medio abierta.

Samantha se puso tensa, probablemente molesta.

–¿Es amiga tuya?– me preguntó mi suegra en un tono de voz bajo, asentí levemente sin dejar de mirarla. Se volvió hacia la mujer y le extendió su mano, amablemente–. Mary, él es mi esposo Anthony y somos los padres de Nathan, el prometido de Jade.

Liberé el aire en mis pulmones lentamente.

¿Por qué tenía que estar en esta situación incómoda?

–Señora Rider– pronuncié, ella me miró con incomodidad y al mismo tiempo pena.

Mis suegros se miraron las caras como preguntándose si se trataba del mismo apellido Rider. Al final me miraron para que les aclarara sus dudas.

–La mamá de Allan– agregué.

Todo rastro de dulzura desapareció del rostro de Mary, se puso igual o más tensa que Sam quien tenía la cara roja de lo irritada que estaba.

–¿Nos dan un momento?– pedí, pero nadie quiso moverse–. Por favor.

–Estaremos afuera– cedió Anthony, llevándose a su esposa y Sam los acompañó poco después.

La señora Rider se medio disculpó con ellos por lo que su hijo había hecho pero ellos la ignoraron. Tampoco es como si hubiese sido su culpa.

–Gracias a Dios estás bien– soltó primero, se adentró en el cuarto y se paró a mi lado–. Allan me comentó que te estabas embarazada, ¿el bebé...?

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