Capítulo nueve

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Audrey

El teléfono de la oficina timbró un par de veces, hasta que atendió algo enfadado

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El teléfono de la oficina timbró un par de veces, hasta que atendió algo enfadado. —Me tuve que parar de mi silla, más vale que sea importante. —contestó poniendo los ojos en blanco —Demonios, no lo sé —negó con su cabeza —, tal vez se escapó con el cartero. ¿Llamaste a la oficial? ¿Fuiste a su casa? —preguntó y esperó unos segundos —¿No? Bueno, una teoría: ella está en casa poniendo su hijo a dormir. Oh, y otra cosa, ella está fuera de servicio. —suspiró estresado —Está bien, llamaré a un par de puertas en camino a casa. Si termino perdido, sabrás una cosa, estaré muerto. —finalizó colgando el teléfono fuertemente. Tomó su chaqueta de la silla y salió a paso rápido de la oficina.

...

La oscuridad de la noche empezaba a hacerse presente con un tremendo frío. Alyssa yacía en el sótano, amarrada de una silla de piel, adormilada. Al abrir los ojos por completo, se percató de las manchas de sangre que estaban pintadas en la pared, y las herramientas tiradas sobre el suelo. Algo grave había ocurrido allí. Sus ojos se cerraron por unos segundos al sentir náuseas de tan solo imaginarse.

Unos pasos se empezaron a escuchar, haciendo un poco de eco en el sótano. Justin apareció en una esquina, con los brazos cruzados y expresión seria. Se posó a lado de una cortina blanca, que parecía ser una sábana colgada. Alyssa lo miró con indiferencia.

—Querías saber más acerca de ti. —dijo el castaño, inmóvil. Se volteó quedando frente a la sábana y colocó sus manos sobre ella —Espero que estés lista. —jaló la tela hacía abajo, cayendo sobre el suelo y una jaula se dejó a vista de ambos. Una niña rubia, alrededor de trece años permanecía encerrada. La cara de la pequeña mostró miedo y Justin la tranquilizó. —Está bien. No llores. —Alyssa parpadeó un par de veces, tratando de descifrar lo que sus ojos veían. El ojimiel se hincó frente a ella, aún con las manos sobre la jaula y la niña se alejó un poco —Shh.

—Dios mío... —susurró la morena, apretando los dientes.

Justin suavizó su voz. —¿Ni siquiera recuerdas a nuestra propia hija, Audrey? —volteó sobre sus hombros, posando su mirada en Alyssa —Dime que al menos la reconoces. —la respiración de la morena comenzaba a agitarse cada vez más, complicándole respirar. Justin se paró de nuevo y endureció su mentón —Ella se portó mal. Tuve que castigarla.

—No le hagas daño —murmuró Alyssa, con lágrimas en sus ojos —, por favor, no puedes hacer esto.

—Eso depende de ti. —contestó Justin.

—¡Déjala ir! —exigió la morena, levantando el tono de voz ​

El castaño asintió enseguida. —Lo haré. Una vez que estés de acuerdo en dejarte embarazada. —la niña temblaba de sus labios, intentando no llorar —Necesitamos otro hijo. —Alyssa negó con impotencia y sin poder creer lo que le estaba pidiendo. Justin volteó de nuevo con la rubia, tocando la jaula con sus dedos —Audrey ha crecido tan rápidamente.

La morena miró a la pequeña. —Todo va a estar bien. ¿De acuerdo? —dijo tratando de tranquilizarla, pero Audrey seguía temblando. Justin la miró y Alyssa sostuvo la mirada con él —Lo que quieras. Por favor, déjala salir.

—Eso es un buen comienzo —sonrió el ojimiel —, ¿Vas a ser una buena chica? —le preguntó a la pequeña rubia tras las rejas. Ella asintió comprometida —Bien. —asintió y tomó el seguro de la jaula, abriéndola lentamente. Alyssa sólo miraba la escena con mucho nerviosismo y desprecio contra ese hombre. Justin se hizo a un lado para que Audrey saliera y la tomó de sus hombros suavemente, guiándola hacía la salida. Cuando pasó por un lado de Alyssa, ella le sonrió, pero la pequeña la ignoró, por miedo. —Ven. —susurró Justin, subiendo las escaleras hacía el piso de arriba, dejando a Alyssa sola.

...

Audrey estaba sentada frente al espejo del baño con Justin detrás de ella cepillándole el cabello. —¿No te ves hermosa? —dijo con una sonrisa tierna, pero la rubia solo lo miraba con pánico y lágrimas en sus ojos. El castaño le lanzó una mirada melancólica y limpió sus lágrimas con la yema de su dedo —No arruines tu maquillaje, Audrey. A papá no le gusta verte triste.

...

Alyssa escuchó pasos en las escaleras, mirando a Justin y Audrey bajar. Se posaron delante de ella y Justin sonrió. —Cariño, tengo una sorpresa para ti. —la pequeña por fin miró a Alyssa —¿No nos vemos como la familia perfecta? —exclamó el ojimiel, pero la morena permaneció callada. Justin tomó de la mano a Audrey y se acercaron más a Alyssa —Vamos cariño, ya debemos decirle a mamá lo que pasó la noche del accidente.

Audrey tragó saliva, y en cuestión de segundos, tomó entre sus manos un cuchillo de las herramientas que solían estar en el sótano colocadas en la mesa de madera. Clavó fuertemente la navaja en la espalda de Justin dos veces seguidas y Alyssa abrió la boca sorprendida, esperando a que la pequeña la desamarrara, pero ésta dejó caer el cuchillo y salió corriendo del sádico cuarto, olvidándose de Alyssa. Justin estaba tirado en el suelo maldiciendo, mientras la sangre comenzaba a brotar.

Audrey llegó agitada a la cocina y tomó el teléfono, mientras llamaba a la comisaría. —¡Ayúdame, ayúdame, por favor! —lloriqueaba la rubia, pero el castaño llegó detrás de ella, por sorpresa, tomándola entre sus brazos, inyectándole un sedante en su hombro derecho.

Alyssa permanecía atada en el sótano, escuchando los pobres gritos de la pequeña en el piso de arriba. Desesperada, empezó a moverse con fuerza, tratando de salir de allí, pero sus intentos resultaban inútiles.

Mientras tanto, la pequeña caía al suelo con los ojos entrecerrados, aún en los brazos de Justin. Al estar completamente dormida, el castaño se levantó, colgando el teléfono de nuevo. —Audrey, te dije que te portarás bien —murmuró, poniéndose en cuclillas frente a ella y acariciándole su rubio cabello —, te lo advertí, pequeña.



Amnesia. jbDonde viven las historias. Descúbrelo ahora