Mamá
—Hubo un accidente en la carretera 83 —informó mientras cerraba la puerta detrás de ella—, no se encontraron víctimas, pero se tomaron muestras de sangre.
El oficial, algo pasado de peso y piel morena, la miró dejando de hacer lo que hacía. —¿Tomaste las placas?
—Si señor. —confirmó la chica — El coche no ha sido registrado desde los años sesenta. Es un Thunderbird, azul bajo.
—¿Cuántas víctimas hay, Lily? —preguntó mientras se rascaba el mentón.
Lily negó suavemente su cabeza. —No lo sabemos aún. Juzgando por las pertenencias del coche, dos adultos y una niña.
El comisario tomaba nota en su pequeño cuaderno mientras escuchaba atentamente. —¿Cuál era el clima?
—Regular.
—Así que sin lluvia. —contestó escribiendo unas cuantas palabras.
Lily suspiró. —Así es, sin lluvia, señor.
—Muy bien... —susurró para él mismo.
—¿Debería...? —dudó Lily acercándose un poco más a su escritorio de madera.
El oficial la miró pensativo. —¿Darme la dirección? Sí.
La chica tomó asiento frente a él. —¿Ahora mismo?
—Sí —asintió firmemente —, ahora sería bueno.
...
Alyssa se encontraba dormida, cuando una migraña empezó a surgir en su cabeza. La imagen de una abeja sobre una flor morada no salía de su mente, mientras ésta retumbaba por sus oídos. El sonido de un reloj hacía tic-toc cada vez más fuerte y el dolor aumentaba. A lo lejos pudo visualizar un coche. Se fue acercando y se percató que estaba destrozado. Estaba en una carretera y el zumbido de la abeja no la dejaba en paz. Se aproximo aún más al coche y notó manchas de sangre fresca sobre el parabrisas. El panorama estaba un poco borroso, le costaba ver bien. Hasta que escuchó un susurró pronunciando "Mamá...", y la imagen de una niña apareció frente a ella. Permanecía con los ojos cerrados y unas gotas de sangre bajando por la esquina de sus pequeños labios. Y de nuevo, lo escuchó. "Mamá..."
Es ese preciso instante, Alyssa abrió los ojos. Su corazón latía más rápido de lo normal y su respiración estaba demasiado agitada. Tocó su frente, frunciendo el ceño por el terrible dolor de cabeza que sentía. Intentó levantarse de la cama, poco a poco, haciendo algo de esfuerzo. No solo le dolía la cabeza, también todo el cuerpo. Con dificultad se levantó de la cama y con pasos cortos y pausados salió de la habitación.
Estaba cansada de estar tanto tiempo acostada. Así que decidió por ir a la cocina por un poco de agua. Su pierna fracturada le punzaba pero no sería impedimento para poder bajar las escalares. Minutos después, se encontraba llegando a la cocina y al momento de querer tomar un vaso de vidrió, observó una puerta en la esquina de esa habitación, que llamó por completo su atención. Estaba cerrada con candado y eso la confundió un poco.
Decidida, caminó hacía ella y quitó el seguro intrigada por entrar, posando su mano en la perilla.
—¿Qué estás haciendo, cariño? —dijo detrás de ella, apareciéndose como un fantasma.
Ella brincó del susto y volteó rápidamente. —Uhm, te estaba buscando.
Justin se encontraba abrazando al gato mientras le hacía cariñitos en su cabeza. Se acercó lentamente. —No deberías estar fuera de la cama. —Alyssa bajó la mirada sintiéndose un poco intimidada, y el castaño volvió a hablar. —Por favor... Me preocupas mucho. Especialmente después del accidente.
La morena asintió, regresando su mirada hacía él. —Tienes razón, lo siento.
—¿Por qué no subes y te quitas la ropa? —el ojimiel se mordió el labio disimuladamente —Subiré en un minuto a prepararte la tina de baño.
—No, está bien —habló de inmediato, esbozando una sonrisa mientras se alejaba poco a poco. —Lo puedo hacer yo misma.
Justin la tomó por el brazo deteniéndola. —Esto es un matrimonio. Nos ayudamos mutuamente.
Alyssa sintió su mirada penetrante sobre ella. No tuvo más remedio que afirmar y darle la razón. —Está bien, estaré esperando arriba.
Dio la vuelta, soltándose del agarre de su esposo y emprendió su camino hacía el segundo piso, dejándolo solo.
Justin sonrió y susurró sobre el oído del felino, que aún seguía en sus brazos. —Sí, lo hará.
...
Alyssa se encontraba sentada sobre la tina llena de burbujas mientras el castaño pasaba la esponja sobre su espalda desnuda. La frotaba suavemente, marcando círculos alrededor. La morena cerró los ojos dejando a Justin hacer su trabajo con tranquilidad. —Hay una parte de mi pesadilla... No me la puedo quitar. Sigue volviendo, tan real. —El ojimiel apretó fuertemente la esponja chorreando el exceso de agua sobre el hombro de la chica. Alyssa siguió hablando. —Una niña... me llama "mamá".
Justin apretó de nuevo la esponja en su puño. —¿Has notado que los tamaños de batería vienen en A, C, y D? —cuestionó y Alyssa frunció el ceño. —¿Te preguntas por qué no B? —la morena levantó los hombros sin saber una respuesta. —Los consumidores no compraban las de tamaño B, así que dejaron de fabricarlas. Pero las puedes encontrar en Europa, las utilizan para los focos de las bicicletas.
Alyssa permaneció callada y segundos después se digno a hablar. —Dime algo sobre ti. Quiero... quiero conocerte, otra vez. —Justin seguía frotando la esponja sobre su espalda, sin voltearla a ver. —¿Tienes otra familia? ¿Yo tengo? —el castaño seguía sin decir ni una palabra, dirigiendo su mirada hacía la nada. Alyssa tomó de su mano, deteniendo el movimiento del estropajo. —Quiero conocerte, al hombre que amo. ¿De acuerdo?
Justin por fin lanzó una mirada sobre sus ojos. —No me gusta hablar de mi pasado. Solías saberlo. —acarició su húmeda mejilla. —Sólo quiero centrarme en nuestro futuro, cariño.
—Pero...
Colocó su dedo índice sobre sus labios, callándola. —Shh, guarda silencio, mi vida. ¿Sabes de la asombrosa vista que tengo ahora? —dijo curvando sus labios en una seductiva sonrisa. —No lo arruines. No ahora.
Alyssa se sonrojó y por un momento sintió pena al estar desnuda frente a su esposo. Cubrió sus pechos con sus brazos y el castaño arrugó la frente confundido. —Me avergüenza que me veas de esta manera. —dijo apenas audible.
Justin rio con voz ronca. —¿De verdad? —se acercó más a ella, sintiendo su respiración chocar con su piel. —Sabes que te conozco desde la punta de tus pies hasta tu cabello, tu bello lunar a lado de tu costilla, los hoyitos que se te hacen en las mejillas al sonreír, la sensación única que sientes cada vez que te hago el amor, ¿no es así? —colocó de inmediato sus labios sobre los de ella, haciendo presión. —Eres perfecta, Alyssa, eres mía.
La besó y se introdujo con ella a la tina, empapando sus prendas sin remordimiento alguno.
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Amnesia. jb
Fiksi PenggemarDespués de un accidente automovilístico, Alyssa pierde la memoria. Ahora, un hombre que dice ser su esposo, cuida de ella. Extraños acontecimientos empiezan a ocurrir, levantando las sospechas de que él no es su verdadero marido. ¿Estará en lo cie...