Prólogo

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Rumorean por las calles, que últimamente muchas mujeres mueren, y son encontradas a las orillas del río Dams, con el cabello recortado, es muy extraño para muchos. Aunque todos hablen sobre distintos incidentes relacionados a ello, Alissa lo ignora, vive encerrada en su propia burbuja que nadie puede romper. Si sus amigos tratan de invitarla a una fiesta, ella los rechaza de forma directa, no es asocial, eso hay que aclarar.

Ahora mismo, ella está caminando cerca de un círculo de policías y vecinos, otra vez ocurrió otro asesinato. Había muerto la hija del panadero del barrio.

Él lloraba desconsoladamente, junto a su esposa, y los vecinos trataron de calmarlo. Alissa dio media vuelta para ver esa escena, topándose con la mirada de aquel señor, ella sólo negó con la cabeza y se siguió su camino.

—¡Hey, tú! Cómo puedes ser tan insensible... ¡Mi hija murió!— gritó el panadero a los lejos, siguiéndole el paso.

Alissa se quitó los audífonos que tenía puestos, y volteó para verlo, le lanzó una mirada fría, que podría volver inofensivo hasta al más rudo de todos.

—Y eso en qué me afecta a mí— dijo con un tono agresivo.— ¿Acaso porque su hija murió, yo moriré también?— enarcó una ceja y se fue con molestia.

Ella era la mayor parte del tiempo una chica tranquila, pero si alguien la desconcentraba, se volvía todo un lobo viendo a su presa. Por eso, obtuvo el alías "Bleiz", nombre de su difunto padre, que fue líder de la pandilla más famosa en toda la ciudad.

Su madre siempre la esperaba en el sofá cerca a la puerta con impaciencia, temía que su hija se metiera en problemas con su personalidad agresiva. La quería y por eso la mantenía en su burbuja, así no tendría que enfrentar el destino de su padre.

Alissa tocó la puerta con rudeza, y su madre salió alarmada.

— ¿Qué te pasó, por qué estás actuando así?— preguntó preocupada.

—El viejo del panadero ese me arruinó mi audiolibro— se quejó con una voz aniñada.

—Ya hablaré con él, ve a tu cuarto a cambiarte— le indicó con el dedo, brindándole una sonrisa cálida.

Ella siguió las órdenes de su madre, y se apresuró a cambiarse. Bajó tropezándose por las escaleras, y regresó para comer, estaba muy hambrienta de tanto estrés, las clases eran difíciles pero nada que un estomago lleno no pueda mejorar.

Su madre, Katrine, preparó chuleta de cerdo, el favorito de Alissa, esta se lo comió todo con rapidez, no podía esperar ni un segundo para saborear esa delicia que le hacía agua a la boca.

Después de terminar su cena, le dio un beso en la frente a su madre para luego irse a la tranquilidad de su cuarto, en él tenía una ventana que le daba una hermosa vista a las estrellas, y ella se ponía a contemplarlas.

Hoy haría un pequeño cambio de planes y de su mesita de noche, dentro de una cajita musical, sacó un mechón rubio, lo único que pudo conservar de la hija del panadero. Todo gracias a su admirador secreto, que no era nada más ni nada menos que el asesino en serie del que todos hablaban.

Haré de ti, lo mejor que pude soñar © [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora