¿De qué color es la sangre?

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         Desperté en una silla de ruedas, viendo borroso distinguí al doctor colocando una caja en una mesa al lado mío, era un condensador de corriente, forcejeé por escapar nuevamente pero estaba amarrado a la silla, el doctor tomó mi cabeza y me amarró a una cabilla que le colocó a la silla, con una correa atada en mi frente inmovilizándome totalmente.

—    Vamos, colabora conmigo, sé un buen paciente — dijo mientras se ponía sus lentes, lentes que le faltaba un cristal.

—    ¡Suéltame! Yo no tengo nada — dije nervioso.

—    Eso es lo que voy a averiguar, la otra vez me distraje un poco pero no volverá a pasar, descuida — dijo mientras conectaba unos cables al condensador.

—    ¿Por qué haces esto? — dije con los ojos aguados.

—    Porque me preocupo por ti, al igual que por todos mis pacientes, claro está — dijo mientras colocaba una lámina de papel blanco en frente de mí.

—    ¿Qué vas a hacer conmigo? — dije tragando saliva.

—    Hablas demasiado, comenzaré con tu examen — dijo mientras manchaba la lámina de sangre.

—    No quiero, suéltame por favor — dije con la respiración agitada.

—    ¿Sabes de qué color es la sangre?  — dijo parándose a mi lado con los cables.

—    Es roja, supongo.

—    ¡Claro que es roja, imbécil! ¿Pero sabes qué clase de rojo es? ¿Será un rojo escarlata? ¿O carmesí? ¿O acaso será un derivado del marrón?

—    No, no lo sé... — jamás me había puesto a pensar en el color exacto de la sangre.

—    Es bermellón, ese es el color de la sangre, rojo bermellón.

—    Bueno eso es algo que no sabía, pero... ¿para qué me dices esto?

—    ¿De qué color es la sangre? — dijo cuándo colocó los cables en mis sienes, electrocutándome.

—    ¡Aaah! ¡Bermellón! — fue algo muy doloroso.

—    ¿De qué color es la sangre? — otra vez.

—    ¡¡Rojo, es rojo bermellón!!

—    ¿De qué color es la sangre? — cada vez el dolor era más y más intenso.

—    ¡Amarilla! — dije un color al azar, quizás se detendría.

—    ¿Amarilla? — se detuvo.

—    Amarilla, es amarilla — dije llorando, aunque la seguía viendo roja.

—    Qué extraño... — eso me dio mal presentimiento, tomó mi linterna y me alumbró los ojos abriéndome los parpados con sus dedos — creo que hay que subir la potencia.

—    ¡¡No!!

—    ¿De qué color es la sangre? — podía sentir como mi piel se empezaba a quemar

—    ¡Basta!

—    ¿De qué color es la sangre?

—    ¡Por favor!

—    ¿De qué color es la sangre?

—    ¡No lo sé! — empecé a ver manchas moradas en el aire.

—    ¿De qué color es la sangre?

—    ¡Morado!

—    ¿De qué color es la sangre?

—    ¡Negra! 

—    ¿De qué color es la sangre?  

—    ¡Azul!

—    ¿De qué color es la sangre?

—    ¡Naranja!

—    ¿De qué color es la sangre?

—   ¡Blanca! ¡Ya basta!

—   ¿De qué color es la sangre?  

—    ¡Gris!  — repentinamente noté que la mancha de sangre se tornaba verde con cada descarga.

—    ¿De qué color es la sangre?

—    ¡¡Verde!! ¡es verde! ¡por favor detente! — dije mientras escupía la sangre que había caído en mi boca desde mi nariz

—    Verde, es correcto, es verde, parece que tu visión no se dañó del todo con el golpe, ahora veamos tus reflejos musculares.

—    Verde... verde... verde... — decía mientras poco a poco perdía mis fuerzas hasta desmallarme

        Medio desperté tirado con un montón de cadáveres, apenas pude abrir un poco los ojos y vi a alguien en frente de mí, pero había mucha luz que no me permitía distinguir, y volví a quedar inconsciente. 

El  macabro hospital mental Byberry (Outlast)[En Corrección] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora