Los leales

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        Al entrar, recibí como un olor extraño, no sabía reconocerlo, tampoco podía ver mucho ya que todo estaba muy oscuro, busqué mi linterna pero no la tenía, tampoco mi libreta, había entrado por el lado de atrás, por donde entran los sacerdotes y curas, apenas podía ver el podio con una vela encendida y me acerqué a él, en el centro de la parte delantera, que daba frente al podio vi lo que parecía ser una gran cruz en pie, pero estaba casi al final de lo que podía alumbrar la vela, me estaba poniendo nervioso, bajé los pocos escalones, y poco a poco me acerqué a la cruz, le estaba dando la vuelta y al verla de costado me pareció ver a alguien en ella, inmediatamente sentí una mano en mi hombro.

        —    ¡Viniste! — tomé una bocanada de aire por el susto y me volteé rápidamente.

        —    ¿Ed? ¿Pero qué sucede? — dije casi que en susurros.

        —    Por fin ha llegado el momento amigo mío, aquí empezará nuestra revolución.

        —    ¿Qué? ¿De qué estás hablando?

        —    De tu misión — dijo una tercera voz que no supe de donde venía, la busqué y me di cuenta de que provenía de la cruz, donde estaba el padre Jones, Caín Jones... crucificándose.

        —    Tu... —  le dije viéndolo en la cruz, estaba clavado de ambas palmas de las manos, con clavos bastante grandes, los clavos atravesaban su mano y salían por el otro lado de la cruz notablemente, también estaba amarrado con alambres desde sus muñecas hasta sus codos y en su cuello, lo que hacia que el resto de su cuerpo quedara suspendido en el aire.

        —    El padre Caín nos dará la paz, la paz y el significado en la vida que tanto hemos buscado, nos dará libertad, nos dará justicia. — dijo Ed.

        —    La muerte no es algo a lo que se le tenga que temer, la muerte sólo es el medio de acceso hacia el otro nivel — dijo Caín.

        —    ¡¿Pero qué diablos es lo que sucede aquí?! — dije.

        —    Hoy todos iremos al otro nivel, un nivel mejor, libre de injusticias y de pecados, por eso escogí a mis leales más dignos, para llevármelos al nuevo mundo — dijo Caín.

        —    Es solo adelantar un largo paso, acortar nuestra vida y así llegar a una nueva y más justa — dijo Ed.

        —    ¿Te refieres a un suicidio? — pregunte.

        —    Esto no es un suicidio, sino un acto revolucionario. Dejaremos una huella en este mundo — dijo Caín.

        —    Pero... no entiendo... — dije mientras retrocedía nervioso.

        —    Prosigue discípulo mío... — dijo Caín con sus manos clavadas a la cruz, sangrando y apretando los puños mientras sus pies estaban suspendidos en el aire.

        —    Si señor... — entonces Ed se acercó a una mesa en donde habían varias garrafas, cajas y otras cosas, trajo garrafa y un vaso, la destapó y lleno el vaso con su contenido luego el resto empezó a esparcirlo sobre el padre Caín mientras él pataleaba un poco, después hizo que se tomara el vaso, al hacerlo Caín tuvo una expresión de total desagrado y repudio por el sabor, pero se lo tragó.

        —    ¿Cumplirás con tu misión? ¿Iras al otro nivel con nosotros? — me preguntó Caín.

        —    No... no quiero... — dije mientras rechazaba la oferta con la cabeza.

El  macabro hospital mental Byberry (Outlast)[En Corrección] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora