Hace tiempo que tengo el mismo sueño.
Comienza en la oscuridad total. Está tan oscuro, que no estoy segura de tener los ojos abiertos. Es como despertarse cuando no hay electricidad. Todas esas luces familiares apagadas, consumidas. Solo estoy yo en una noche desierta.
No puedo evitarlo. Extiendo los brazos, con la esperanza que solo sea un apagón, de poder apartar el peso de estar sola como si fuera solo un montón de cobijas pesadas. Pero la oscuridad no se mueve.
Camino por la medianoche como agua en un pozo, mientras el frío goteo de la soledad recorre mi espalda. Entonces me doy cuenta que no hay superficie que atravesar. Siento una presión en el pecho. El pánico se apodera de mí y me cuesta respirar. Estoy abrumada. Después, alguien o algo retira la conexión en el fondo de la oscuridad, y comienzo a hundirme aún más profundo en una oscuridad impenetrable. Abro la boca para gritar, para soltar un alarido, pero no emito sonido alguno.
¿Qué esperaba si tengo la boca llena de nada? Mi corazón late muy rápido. Justo cuando estoy por rendirme, cuando estoy por abandonar todo, las siento.
Janna. Lulu. Poppy. Jinx. Siento su luz. Es como si el calor y la alegría, el bienestar y la risa se hubieran unido tan estrechamente, que no les quedaba opción más que arder en llamas.
Mis ojos están abiertos. Tal vez estuvieron ahí desde el principio, pero esta es la primera vez que puedo ver en verdad. Sus rostros son hermosos y serenos. Están durmiendo, tal vez soñando, sin hacer caso de la oscuridad que nos rodea. Estiro los brazos, pero están muy lejos. En ese momento me doy cuenta de que estamos cayendo.
El horizonte de un gigantesco mundo azul se acerca a toda velocidad. No me puedo concentrar hacia dónde vamos; el peligro se aproxima rápidamente. Ya no me importa. Lo único que veo es a mis hermanas cayendo. La atmósfera del planeta debajo de nosotras arde y sus luces se encienden.
Me duelen los brazos hasta los huesos. Intento atraparlas. Intento sujetarlas, pero no logro evitar que sigan cayendo. No tengo la fuerza suficiente para mantenernos juntas. No soy suficiente para ellas. Las puntas de mis dedos comienzan a brillar y a desintegrarse. Lo último que veo son sus emblemas oscureciéndose conforme su luz se deshace en un arcoíris de cenizas ásperas.
Y entonces, despierto.
Estoy en mi cama, la cobija es una maraña sudorosa. La oscuridad se fue, la reemplazó un débil gris. Me acostumbré a dormir con una de las ventanas abierta. Voy hacia ella para observar las calles. El tenue brillo de las luces del exterior deja en sombras mi habitación.
Sobre el silencio de la noche hay oscuridad. Aún la siento, extendiéndose. Es difícil ver las estrellas desde la ciudad. Solo vislumbro unos cuantos destellos de luz. Pero sé que hay más ahí afuera. En algún lugar.
Vuelvo a la cama y espero al amanecer. No me duermo. No puedo. El sueño es el mismo.
Siempre el mismo.
ESTÁS LEYENDO
Lluvia de Estrellas
FantasyLas Guardianas Estelares estamos destinadas a proteger al universo... ¿Pero quién nos protegerá a nosotras? Hay quien dice que nuestro final ya está escrito... Pero he dejado de creer en el destino. Si nuestro destino no cambia, ¡Yo lo haré! Crédito...