Capítulo 4: ¿Quién necesita un mapa?

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Encuentro el último folleto metido en un tronco hueco

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Encuentro el último folleto metido en un tronco hueco. En lugar de inclinarme para recogerlo, me hundo en un montículo de agujas de pino y me apoyo contra el árbol. Frente a mí está el lago, pero ahora que dejé de moverme, me doy cuenta que no tengo idea en dónde estoy.

Me recargo contra la áspera corteza. Este viaje no está resultando como esperaba. Ni siquiera estamos juntas y ni hablar del trabajo en equipo.

Siento que el rostro me arde. El fondo de mi garganta se tensa. La luz que se refleja en el lago ante mí se nubla un poco. Siento las lágrimas acumularse en mis ojos.

Comienzo a husmear en la pila de papeles que recogí para distraerme de mi repentina fiesta de autocompasión.

''Y ni un solo estúpido mapa''. Descargo mi frustración con un gemido. ''¿Cómo puedo ser una líder si ni siquiera sé hacia dónde voy?''.

''Bah. Los mapas están sobrevalorados''. La voz de un chico interrumpe el sonido de los campistas a la distancia. Levanto la mirada. Genial. Es el apuesto chico de cabello rubio del séquito multiestelar de Ahri. Me pongo de pie rápidamente y me seco los ojos con el dorso de la mano.

''Pero si en verdad crees que lo necesitas, resulta que tengo uno''. Me entrega un mapa del campamento algo arrugado. El lugar de mi grupo está claramente marcado y numerado con la perfecta caligrafía de Syndra. Su sonrisa está un poco torcida. ''Tengo un talento natural para encontrar objetos perdidos. Soy Ezreal. Puedes decirme Ez''.

Asiento, intentando controlar mis mocos. Sigue sonriendo. ¿Está coqueteando conmigo? Miro a mi alrededor. Toma un pañuelo de su bolsillo y me lo da.

''Gracias'', murmuro torpemente. Incluso a la sombra de los pinos, sus ojos son muy azules.

''Tal vez puedas ayudarme a encontrar a mi equipo''. Señalo a los árboles a nuestro alrededor. Este pequeño rincón del campamento está vacío, salvo por nosotros dos. ''Parece que todos están perdidos excepto tú y yo''.

''Me parece bien''. Retira un mechón de cabello rubio de sus ojos con la mano y hace una caballerosa reverencia para señalar el sendero. ''Eres Lux, ¿verdad? ''¿Como una luz?''.

''Sí'', asiento. Si tan solo supiera. ''A mi mamá le encantaban las lámparas de escritorio''. Siento que mi efervescente seguridad vuelve, esa de la que Jinx se queja porque le parece muy irritante. Volteo a verlo y observo su engreída sonrisa flaquear por un segundo. No está convencido de que le estoy tomando el pelo. Es mi turno de sonreír. ¿Estaré sonriendo demasiado?

''Solo bromeo'', le explico.

''Claro, las lámparas son geniales'', responde aliviado. ''Pero no es precisamente mi tipo de luz preferida''.

''¿Tienes un tipo de luz preferida?''.

''Vamos, ¿acaso no todos la tienen?''. Su sonrisa engreída volvió. El camino corto que estamos siguiendo está por unirse a un sendero más largo que va desde el lago hasta la sección principal del campamento.

Lluvia de EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora