Capítulo 1: Concejo de Guardianas Estelares

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''¿Vienes con nosotras?''

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''¿Vienes con nosotras?''.

Jinx está tendida en una silla de plástico en el jardín, mientras Shiro y Kuro toman una siesta a sus pies. No sé si me escuchó. Unos lentes de sol demasiado grandes le cubren los ojos y la mayor parte de las cejas. Tiene un auricular puesto en el oído izquierdo, pero puedo ver el otro colgando sobre un costado de la silla.

Por supuesto que me escuchó.

''Oye, ¿vas a entrar? Vamos a empezar''.

Jinx se mete una bola de goma de mascar fluorescente en la boca, mastica estruendosamente, deshaciendo las burbujas con los dientes, y después, con lentitud, comienza a inflar una gran burbuja rosa. Cuando consigue que la burbuja sea lo suficientemente grande para cubrir los lentes de sol, la vuelve a absorber con un fuerte tronido.

''El verano no durará para siempre, Lux'', dice sin mirarme. Dobla los brazos detrás de la cabeza. Nubes ligeras se reflejan en sus lentes de sol. ''Será mejor que aproveche todo esto antes de que desaparezca''.

Enreda la punta de una larga trenza color rojo en el extremo de su dedo, retándome a darle algo por lo que valga la pena entrar.

''Tienes razón'', digo. Le encanta cuando cree que tiene razón. ''El verano está por terminar. Solo creo que deberíamos hablar... sobre algunos asuntos. Ya sabes, antes de volver a la escuela''.

Jinx aprieta los labios e infla una burbuja de frambuesa en el aire.

No debí mencionar la escuela. Definitivamente la perdí ahí.

''Bueno'', digo, intentando una estrategia distinta ''¿supongo que no quieres ninguna de las paletas que trajo Poppy?''.

Jinx se levanta y se sienta sobre la silla. Kuro despierta con un sobresalto, bosteza y comienza a mover al aún dormido Shiro sobre el césped. Jinx levanta sus gigantescos lentes de sol hasta la frente y parece como si grandes estrellas plásticas salieran de sus trenzas.

''¿Paletas?''.

''Sí'', digo mientras entro a la casa. ''En forma de cohete''. Cierro la puerta deslizable detrás de mí y me dirijo a la cocina. Cinco segundos después, escucho la puerta abrirse y cerrarse.

Gracias, estrellas. Pese a lo temperamental que puede ser, Jinx es sumamente predecible en cuanto a los postres. Y a los proyectiles.

Mi calma es momentánea. Cuando entro a la cocina, Poppy está parada sobre una silla frente a la estufa, dando vuelta a los panqueques en la sartén. Su determinación y concentración es evidente por la curvatura de sus codos y su férreo control sobre la gigantesca espátula metálica. Hay un rastro de masa y de jarabe pegajoso que marca su recorrido del refrigerador al mostrador.

''Eh, Poppy, ¿qué está pasando? Me fui por, como, cinco minutos'', le digo mientras Jinx me hace a un lado, yendo directo al refrigerador.

''Lulu dijo que tenía hambre'', dice Poppy por encima del hombro. Encoge los hombros y vuelve a concentrarse en voltear la delgada masa frente a ella. ''Hice panqueques''.

Lluvia de EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora