Capítulo 3: Los chicos populares

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La mesa de informes del campamento tiene un mantel púrpura

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La mesa de informes del campamento tiene un mantel púrpura. Rocas y grandes piñas sujetan pilas de folletos fotocopiados. Detrás de la mesa hay una chica de cabello negro y largo. No, no es una chica. Luce demasiado grande como para estar en preparatoria y demasiado genial para estar en una polvosa mesa de un campamento de verano. Debe ser una de las organizadoras de la clase de astronomía. Escucho los pasos de Janna detenerse detrás de mí mientras me dirijo hacia la ''chica''. Entiendo esto como una señal nada sutil de que estoy por mi cuenta.

Me acerco a la mesa. Los pinos altos y el sol del atardecer se combinan en un ángulo que forma un haz de luz, deslumbrándome sin importar dónde me ubique. El contraste de la luz y la oscuridad me dificulta ver a la persona detrás de la mesa. Ella no hace ningún esfuerzo por salir de las sombras, en lugar de eso, parece asombrada por mi incapacidad para encontrar un buen sitio donde poder entablar una conversación.

''Hola'', le digo y extiendo la mano en la dirección en que creo que está.

''Nombre''.

No es precisamente la respuesta más amigable. Además, se encontraba un paso más a la izquierda de lo que anticipé. ''Lux'', contesto, un poco nerviosa. ''Luxana. Mi grupo es el...''.

''Mmmm... 'las Hermanas Estelares''', me interrumpe la chica. Su voz tiene un dejo de burla y desaprobación. ''Es un nombre muy... adorable. Son las últimas dos en registrarse. Los líderes normalmente son los primeros en registrarse''. Exhala un suspiro de irritación para hacer énfasis.

El sol y el planeta se alinean y al fin me dan algo de sombra para poder dar un vistazo a nuestra colegiala juiciosa. Al inspeccionarla más de cerca, creo que prefería la versión que solo emitía sonido. Tiene los labios fruncidos, como si hubiera comido algo desagradable, pero es lo suficientemente educada como para no escupirlo. Un gafete con letras perfectas indica su nombre: Syndra.

''Lo siento'', digo, intentando sonar más segura. Sabía que tendría que haberles dicho que permaneciéramos juntas. ''Me quedé para asegurarme que nuestro equipaje fuera descargado del autobús. Las otras estaban demasiado emocionadas por llegar al campamento''.

Siento las puntas de los dedos de Janna sobre mi brazo, apoyándome. La miro. Su expresión, normalmente tranquila, está haciendo muecas a la chica detrás de la mesa. Las miro a ambas un par de veces antes de regresar a la conversación.

''Bueno, ya estamos aquí'', dice Janna, cortante.

''Genial'', dice Syndra, para nada agradable. ''Espacio veinte dieciséis. Algunas de tu grupo ya están ahí. También hay una gritona en el lago. Supongo que es una de ustedes''.

Jinx. Genial.

Syndra se inclina y toma algunos de los papeles de colores. Se detiene y alza la mirada cuando no asumo inmediatamente a Jinx bajo mi responsabilidad.

''Tal vez quieras, ya sabes, encargarte de eso'', dice Syndra. ''Aquí está el mapa y la programación. El mejor avistamiento de la lluvia de meteoritos comienza después de medianoche''.

Syndra me entrega el montón de papeles, sus ojos se entrecierran mientras me observa, juzgándome una última vez. Claramente no cumplo con las expectativas. ''Comprendes que es responsabilidad de los líderes mantener a su grupo unido cuando anochece, ¿verdad?'',

''Sí'', digo con voz pequeñísima. Asiento con torpeza, sintiéndome como una niñita. Me aclaro la garganta para intentar hallar mi voz. ''Prometo que nos mantendré unidas''.

Como a propósito, un grupo de cuatro llega por uno de los senderos. Son como una asombrosa supernova en medio del campo. Una estela de campistas deslumbrados comienzan a reunirse en pequeños remolinos detrás de ellas. No los culpo, yo tampoco puedo dejar de mirar.

''Ahora, ese es un equipo del que pueden aprender algo'', dice Syndra, con mordacidad. Observo cómo su sarcasmo se derrite y se convierte en una sonrisa. ''¡Ahri!'', grita.

La estrella del centro de la constelación que se aproxima levanta la mirada. Hace a un lado su flequillo perfecto de color durazno y sonríe. Una chica alta y pelirroja, una chica callada con rizos color menta y un apuesto chico de cabello rubio flanquean a su popular líder. Por supuesto que el grupo se abre camino hacia nosotras, atrayendo a más seguidores, como un imán. Cada miembro no solo irradia genialidad individual, sino que juntos se desplazan con naturalidad. No puedo evitarlo. Me dan tantos celos que me duelen los dientes.

''Syndra'', dice Ahri. ''¿Ya terminaste? Te echamos de menos en la caminata de esta tarde''.

''Tuve que esperar a los rezagados'', dice Syndra, mirándome.

''Sí'', digo. ''Lo siento''. Me dirijo hacia Ahri, sonrío y extiendo una mano. ''Hola. Soy Lux. Tú debes ser...''

''Ah, qué bien'', dice ella, dando por terminada la conversación antes de que pudiera empezar. Observa mi mano extendida flotando en el espacio frente a ella por un momento más como para hacer que mi incomodidad sea muy evidente para todos. Al fin, sus dedos con una impecable manicura tocan mi mano en un saludo indiferente. ''Encantada, sin duda''.

Ahri se dirige a Syndra y me deja fuera de la conversación por completo.

''Bueno'', digo en voz un poco alta. ''Un gusto conocerte, supongo''.

Una brisa comienza a soplar por el campamento, me doy la vuelta de forma abrupta y elijo una dirección para comenzar a caminar, cualquier dirección que me aleje de la mesa.

Y entonces, choco con Janna. El montón de papeles cae por todas partes. Ahí va mi atención al entorno. Una vez más aterricé sobre mi trasero en el césped, mirando hacia Janna. Solo que, esta vez, mi molestia se ve opacada por la expresión en el rostro de Janna.

Su gesto anterior se vio reemplazado por un ceño oscuro. La ligera brisa que nos rodea se convierte en una ráfaga más fuerte.

''Tengo que ir a caminar un poco'', dice Janna. No fue una pregunta. Ni siquiera mira en mi dirección. Es extraño. Nunca había visto a Janna tan... tan enojada.

''Pero, Janna'', le digo, tomando los papeles voladores e intentando sacarme de la boca el cabello agitado por el viento, todo al mismo tiempo. ''Nos dijeron que nos mantuviéramos juntas''.

Demasiado tarde. Janna camina por un sendero sombrío y se lleva el viento con ella. A mis espaldas, por encima del viento, escucho a Syndra reír. Espero que haya sido por algo inteligente que dijo Ahri. Me animo a echar un vistazo, solo para descubrir que Syndra me está mirando. Y está sonriendo.

Me doy vuelta y me concentro en juntar la pila de folletos, dejando que el rastro de papeles perdidos me lleve lo más lejos posible de los chicos populares.

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