Aldana era una chica de unos 19 años. Alta, morena de pelo largo, tez pálida y grandes ojos azul oscuro. Tenía una mirada simpática y una sonrisa imperturbable, propia de alguien que había sufrido alguna grave desgracia en su vida. Aunque parecía alegre y agradable, realmente vivía en la soledad de una persona que intenta vivir en el presente, pensando constantemente en el pasado.
Aldana subió de nuevo las escaleras hacia su habitación decorada con flores violáceas, del color que se imaginaba que algún día encontraría el cuerpo de su hermano, muerto en algún lugar del país.
Cogió una cartulina blanca, una pluma y se puso a dibujar. Intentó plasmar en la cartulina el sueño que se repetía en su mente todas las noches sin excepción desde la TD (Tragedia Dierso) como la llamaban sus padres y ella. Era demasiado doloroso pronunciar esas dos palabras sin provocar un inmenso lago de odio, tristeza y melancolía ante lo que la mente humana no entendía.
Mojó la punta de la pluma en el frasco de tinta y se propuso dibujarlo. Empezó recorriendo suavemente la parte intermedia del papel con la punta de la pluma muy recta, temiendo equivocarse. Una línea recta, otra ondulada al lado, una curva sin principio ni fin en medio. Líneas y más líneas recorriendo el papel. La mente de Aldana no recordaba el sueño que tantas noches la había hecho despertarse con la tez muy pálida, los ojos muy abiertos inundados de tantas lágrimas que hacían parecer que ella tenía los ojos azul claro, casi blanco, como los ojos de un muerto.
Una casa. Soñaba con una casa. No había personas claras, sólo caras, caras que la miraban, la escrutaban. Caras que gritaban su nombre, que la culpaban. Una casa en medio de un campo negro, con flores marchitas y violáceas en la noche, entre cuatro lunas, entre su tristeza y su impotencia al no saber por qué le pasaba eso y por qué pensaba que ella tenía la culpa de la fuga de su hermano.
Otra vez Aldana estaba pensando en ese sueño, ése que no podía dibujar, pero que se había clavado en su mente y, como siempre, sólo de pensarlo, había llenado sus ojos de lágrimas.
Sin embargo, entre su mente confusa, un grito la despertó.
- Aldana, cariño. ¿Puedes bajar? Es urgente - le gritó su madre desde el salón, en la planta baja.
Aldana limpiándose rápidamente las lágrimas de la cara e intentando reponerse lo más rápido posible, respondió en un grito también.
- ¡Voy mamá!
Bajó las escaleras lo más rápido que pudo, intentando quitarse de la cabeza cualquier desgracia que pudiera arruinarle de nuevo la vida.
Entró corriendo en el salón.
- Mamá, ¿qué pasa? ¿Qué es eso tan urgente? - Aldana jadeaba hasta el punto de que tuvo que agarrarse a la silla más cercana.
- Cariño, ¿qué ocurre?
- ¡Me has dicho que es urgente! ¿Ha pasado algo grave?
- No, no. Ha empezado a llover y quería que me ayudases a cerrar el portón de la trastienda, eso es todo. - Respondió su madre aún sorprendida por la velocidad y la urgencia de su hija.
- Ahhh vale. Podrías haberlo dicho. Estaba asustada... ¿Dónde está papá?
- Cerrando la ventana de la buhardilla.
- Muy bien, pues vamos. - Dijo Aldana.
Salió cogiéndose la chaqueta junto con su madre y pesadamente cerraron el portón.
- Buf, cada día creo que pesa más está puerta.
- Sí, mamá. Eso pienso yo también.
La lluvia había empezado a arreciar y tuvieron que correr para no llegar hechas una sopa, a pesar de que se encontraban a la vuelta de la puerta principal. Cuando entraron, Alexander acababa de bajar de la buhardilla.
- ¿Ya habéis cerrado el portón?
- Sí, cariño. ¿Y tú la ventana?
- Sí, ¡ha costado un Santo!
- A nosotras también nos ha costado lo suyo.
- Cornelia, ¿qué hay hoy de cenar?
- Salchichas con col fermentada.
- ¡Genial mamá, me encanta!
- Lo sé, hija. Anda, sube un rato más a tu habitación. En cuarenta y tres minutos cenamos.
- ¡Muy bien, mami! - Respondieron al unísono Alexander y su hija con una sonrisa.
ESTÁS LEYENDO
Estrellas entre Las Sombras
Mystery / ThrillerAldana vive con sus padres en una casita a las afueras de Mittenwald, en Alemania. Allí viven los tres con el peso de la fuga de Dierso, el hermano pequeño de Aldana, hace seis años. Una huida sin sentido que trajo una enorme tristeza a la familia y...