Capítulo 10: Entre sol y sol, un nubarrón

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- Aldana, ¿estás bien?

- No... No lo sé.

- ¿Qué era eso que había en el viento?

- No sé. Yo... yo... he visto sangre y a...

- Yo también he visto algo como si fuera sangre, pero no he visto más. ¿Qué más has visto tú?

Alice miraba sorprendida y aún pálida a Aldana que tenía los ojos desbordados de sus pupilas y miraba fijamente sin ver, el lugar donde antes había estado en fuerte viento.

- Aldana, ¿qué has visto a parte de la especie de sangre?

- He visto a mi... a mi... a Dierso. A mi hermano Dierso. Ha sido un segundo. Me miraba lloroso y la sangre creo que provenía de él.

Aldana estaba aterrorizada. No podía creerse lo que había visto.

- ¿Qué dices? Yo no he visto a tu hermano. Solo la especie de sangre, pero parecía que no se movía y ha sido un momento. Seguro que han sido imaginaciones tuyas.

Unos minutos más tarde de esta escena, las nubes se fueron y volvió a hacer calor junto con un sol espléndido.


- Aldana, ¿estás bien?

- Sí, estoy mejor, gracias.

- Venga, no pasa nada. Seguro que ha sido una alucinación porque ya te he dicho que yo no he visto nada.

- Ya, pero lo he visto muy claro y nítido. He visto a mi hermano lloroso, con la misma ropa que llevaba el día que se fue y la sangre provenía de él, aunque no sé de qué parte. No parecía que tuviera ninguna herida.

- Aldana, escúchame. Intenta olvidarte de eso ahora y vamos a seguir dando un paseo ahora que ha vuelto el sol y se han ido las nubes. Las flores tienen un color radiante.

- Vale... gracias por animarme, Alice.

- No es nada, para eso estoy.

Aldana empezó a pensar en las flores que las rodeaban y fue con Alice a coger una de cada color. 

- Mmmm las voy a coger de color azul y morado. ¿Tú de qué olores Aldana?

- Pues... yo de color amarilla, rosa y naranja para mi madre, que son los colores que más le gustan. 

- Perfecto, pues volvamos que habrá que cenar. Si no llego a tiempo, mi madre se va a poner echa un basilisco, jajaja.

- Buuufff, es cierto, mi madre se va a poner igual. Vamos a aligerar el paso que si no, no llegamos.

- Genial.

Aldana y Alice empezaron a ir más rápido hasta que, unos pocos minutos más tarde, llegaron a la casa de Alice.

- Bueno Alice, gracias por haber salido conmigo un rato.

- Nada, chica, por mí perfecto, ya lo sabes. Y respecto a lo que hemos visto, olvídalo. ¿Vale?

- Lo intentaré, gracias. - Dijo Aldana, sonriendo a medias, pero con cierto terror en su mente.

- Bueno, pues lo dicho. Cuando quieras volver a quedar, me llamas o te llamo. Como quieras. 

- Vale, genial. Hasta luego.

- ¡Adiós Aldana!

En cuanto se despidió de Alice, Aldana se dio la vuelta y comenzó a andar hacia su casa. Llegaba tarde, pero pensó que quizá su madre no le diría nada al haber estado por primera vez en tanto tiempo con Alice. Sin embargo, a mitad de camino, empezó a chispear. < ¡Vaya! >, pensó Aldana, < ¡con el buen tiempo que hacía esta tarde! >. Al ver que iba a más empezó a andar más rápido hasta que acabó corriendo. 

Llegó a los pocos minutos a casa empapada. 

- ¡Ya he vuelto, mamá! - Gritó Aldana todavía en el hall quitándose las botas y el abrigo.

- ¡Aldana!, ¿no te habrás mojado?

- Sí mamá. De repente a empezado a chaparrear. Y es una pena porque hacía sol hace nada.

En ese momento llegó su padre de la cocina.

- Aldana, ¿te has fijado en el cielo?

- ¿Em? Pues... no. No me he fijado. Supongo que estará como siempre.

- No cariño. Es... diferente. Pero, sal a la ventana y míralo tú misma. 

- Voy.

Aldana acabó de quitarse toda la ropa mojada y la dejó cuidadosamente y extendida sobre el radiador. Luego fue hasta la ventana, retiró las cortinas y lo que vio, la dejó decepcionada. Solo un montoncillo desordenado de nubes de diversas tonalidades de negro, rayos fugaces de la luna que conseguían esquivar la opacidad de los cúmulos nubosos pintándolos más de una vez de violeta con su reflejo y una espesa, pero fina cortina de agua que precipitaba sin piedad. Sin embargo, Aldana se dio cuenta de que era una imagen tétrica. < ¡Qué raro! ¿Por qué a mis padres les parecerá diferente? A mí me parece como las demás. Solo que el hecho de que la luna pueda abrirse parcialmente el paso entre los cielos no es muy frecuente en estas tormentas >.

Cuando Aldana fue a girarse para mirar a sus padres, un increíble destello de vibrante luz le hizo volver a mirar por la ventana. Un relámpago emparejado con un rayo, en conjunta armonía decidieron iluminar todo el pueblo. Acto seguido un trueno resonó en la casa haciendo temblar incluso la tierra.

Aldana se quedó petrificada durante unos instantes y pensó en lo que les había pasado esta tarde a Alice y a ella. Una tarde tranquila, de repente un viento feroz y ¿la aparición de su hermano? Después otro rato de tranquilidad y ahora esta tormenta, de las peores que había visto desde que era pequeña. 

Mientras se entretenía con sus cavilaciones, un rayo cayó muy cerca, en una zona entrada en el bosque que rodeaba su casa y las de su alrededor. En ese momento, una luz se extendió por toda la zona y, al desaparecer, la tormenta ya se había ido y el sol reinaba de nuevo en el cielo sin quedar ni una gota de la guerra que en el cielo y en la tierra pocos minutos antes se había desatado.

Aldana y sus padres, boquiabiertos, se miraron entre ellos y Cornelia exclamó:

- ¡Definitivamente, esto no es normal. Aquí ya hay algo que se sale de cualquier pronóstico!

Aldana observó de forma impasible el nuevo paisaje primaveral y pensó que quizá algo estuviera a punto de pasar. Algo que no sabía si era bueno o malo, pero que en cualquier caso estaría relacionado con su hermano y tenía que estar preparada para ello.

Aldana subió a su habitación a pensar, su padre se puso a leer el periódico en el salón y Cornelia, mirando por la ventana hacia el cielo, se dijo para sí misma: < Ya sé lo que quieres Madame, pero esta vez mi hija ganará la batalla y conseguiremos que vuelva Dierso vivo. > 

Acto seguido, fue a la cocina a preparar la cena.


Estrellas entre Las SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora