CAPÍTULO II: CÁLLATE

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Debido al dolor de cabeza y mareo, a Gael le tomó unos segundos procesar la situación de lo que había pasado la noche anterior, soltando una gran mueca de molestia, tomando la almohada más cercana y cubriendo su rostro con ella.

—¡Ahhhhh! Esto no puede estar pasando... -Dijo el joven de cabello blanco claramente negando la situación.

—Pues anoche decías lo contrario... -Agregó Aster mientras abría uno de sus cajones y tomaba un par de bóxers.

—Oh Dios... por favor cállate... -Suplicó Gael con la almohada aún en su rostro.

—"Dios", ¿Así que continuas nombrándolo?. -Dijo con cierto tono burlón el joven de cabello negro mientras dejaba caer al suelo la toalla que llevaba a la cintura y se disponía a colocarse su ropa interior.

—¡Que te calles!. -Ordenó Gael mientras se incorporaba molesto, retiraba la almohada de su rostro y se encontraba con aquella atrevida escena, dejándolo parpadeante unos segundos.

—Sigo sin entender porqué estás siempre molesto, el Gael de anoche era sin duda más divertido. -Agregó Aster mientras ahora buscaba unos pantalones de mezclilla en el siguiente cajón.

—Anoche no pasó nada. -Negó Gael mientras ubicaba sus bóxers a un lado de la cama, se estiraba por ellos, se los colocaba y se ponía de pie en busca del resto de su ropa.

—¿Quieres quedarte a desayunar?. -Preguntó el chico de ojos color azul profundo mientras contemplaba gustoso el espectáculo con una gran sonrisa en el rostro.

—Ni loco, entre más rápido salga de aquí, mejor. -Rechazó Gael mientras terminaba de ponerse su pantalón y continuaba con la camisa.

—Eso me ha dolido hasta el alma. -Expresó Aster llevando su mano derecha al pecho y poniendo una mirada de sufrimiento, claramente bromeando.

—Puaj, eres realmente molesto. -Aseguró nuestro protagonista mientras terminaba de vestirse, tomaba su saco y se dirigía a la puerta. —No vuelvas a hablarme nunca más en tu vida. -Dijo mientras salía de la habitación y después de la casa sin escuchar la respuesta del otro chico.

Le tomó cerca de 25 minutos el llegar a su departamento, para su fortuna, no había perdido su cartera donde se encontraba la tarjeta eléctrica que abría la puerta, al entrar, se escuchó como alguien corría a toda velocidad desde el otro extremo del departamento para recibirlo en la puerta. Era Fabiola.

—¿Y bien?! ¿Qué tal estuvo?!. -Preguntó con emoción su mejor amiga.

—¡Ay no! No tú también. -Se quejó su amigo con resaca.

—Todos nos quedamos sorprendidos, no creímos que Aster fuera tu tipo, pero anoche se veían muy divertidos juntos. -Dijo Fabi pensativa y con cierto tono burlón.

—¡Aster no es mi tipo y anoche no pasó nada! ¡Aaaaah esto debe ser una pesadilla!. -Se quejó Gael mientras arrojaba su saco al respaldo de una silla y se dirigía a su habitación. —¡No volveremos a hablar de este tema porque anoche no pasó nada!. -Dijo por último, azotando la puerta enseguida, dejando a su amiga con una divertida sonrisa en el rostro.
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