CAPÍTULO IX: DIME LA VERDAD

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—Vaya, si que será incómodo cuando ella regrese. -Dijo Alfredo el hermano menor de Fabiola frente a todos.

—¡Alfredo! No es momento para bromas, lo importante es que mi hija esté bien. -Regañó entre lamentos la madre de la novia fugitiva.

—Calma, ella volverá sana y salva, Christophe es de confianza, aunque sus acciones hasta ahora digan lo contrario. -Se contradijo Gael intentando calmar la situación. —Lo más importante aquí es, ¿Quién le dirá a Nathan sobre el retraso en la llegada de Fabiola?.

Todos los presentes se miraron en silencio entre ellos hasta que todos voltearon a ver a Aster.

—Chico, tú eres su mejor amigo y quien más lo conoce. -Dijo el padre de Fabi. —Debes de ser tú quien se lo diga.

—¿Está bien? Solo espero no morir en el intento. -Dijo dubitativo el chico de ojos azules. —Gael, ¿Vienes?.

—¡Claro! Porqué no exponer otra vez al mejor amigo de la chica que lo dejó plantado en el altar, un golpe más no hará la diferencia. -Dijo Gael con sarcasmo, pero al notar la mirada de cachorro que puso Aster, solo suspiro y metió las manos a sus bolsillos. —Está bien, vamos.

Aster sonrió inmediatamente y ambos subieron al sexto piso rumbo a la habitación donde se encontraba Nathan, tras tocar la puerta y no recibir respuesta, el apuesto joven de cabello negro bajó a la recepción para pedir una copia de la llave. Para fortuna de Gael, su habitación se encontraba justo a un lado así que decidió entrar para esperar más cómodamente. Una vez dentro se quitó el saco, lo arrojó a la cama y salió al pequeño balcón de su habitación, para su sorpresa, Nathan se encontraba recargado en la baranda en el balcón de la habitación contigua.

—Por favor no vayas a saltar. -Dijo alarmado Gael al joven rubio que estaba sumergido en sus propios pensamientos.

—Serás idiota, el suicidio no es una opción. -Respondió sereno el joven aún con su traje de bodas puesto.

—Fiuf que alivio, por favor no vayas a saltar hasta aquí para golpearme de nuevo pero tenemos noticias de Fabi, aunque no son buenas.

—Ah es cierto, ya debieron de pasar las dos horas. -Dijo Nathan muy desanimado.

—Si, el Ferry en el que iban se averió, ella está bien pero tardará unas horas más en volver, lo lamento.

—Descuida, supuse que algo así pasaría.

—¿Puedo preguntar algo?. -Soltó Gael mientras se recargaba también en la baranda de su balcón.

—Adelante. -Respondió Nate sin apartar la vista del horizonte.

—¿Porqué no fuiste tras ella?. -Preguntó Gael haciendo que el joven rubio volteara a verlo por unos segundos, apartara la vista y se sumergiera en sus pensamientos unos minutos más.

—Porque algo me dijo que si iba tras ella, volvería con las manos vacías.

—Entiendo... no creo que ella lo supiera, creo que ella misma estaba tan preocupada y sumergida por lo que todos los demás podían sentir o pensar que olvidó concentrarse en lo que ella sentía. -Dijo Gael mirando a su amigo.

—Creo lo mismo, aunque yo si lo sabía, siempre supe que ella ocultaba a alguien en lo más profundo de su corazón pero no pensé que ese alguien vendría a robarla de mi lado en plena boda. -Dijo Nate y después soltó una pequeña risa. —Solo espero que ella esté bien.

—Eres un buen hombre. -Agregó Gael escuchando el sonido de golpeteo de la puerta de su habitación. —Ese debe de ser Aster, está preocupado por ti, ¿Quieres hablar con él?.

—Preferiría no hacerlo, por favor mantenme al tanto cuando sepas algo de ella. -Dijo Nathan para luego despedirse con un movimiento de su mano y entrar de vuelta a su habitación.

—Así será. -Respondió Gael, enseguida de eso entró a su habitación, abrió la puerta encontrándose con Aster y le contó la charla que acababa de tener.

—Me sorprende, eso debe de tenerlo destrozado, ¡Vaya lío que se ha creado!. -Exclamó el joven de cabello negro mientras entraba a la habitación y se acostaba en la cama soltando un sonido de agotamiento.

—Si, eso creo. ¡Hey! Muévete de mi cama. -Exclamó Gael al intruso.

—Hey vamos, no es la primera vez que compartimos una. -Respondió Aster con una sonrisa pícara y guiñándole el ojo.

—No pasó y nunca pasará.

—Oh claro que pasó, fuiste tan cariñoso.

—Si no me acuerdo, no pasó, ahora vete de mi vista. -Ordenó Gael empujando a Aster intentando tirarlo de la cama.

El tono de voz en el que Gael dijo aquello, hizo soltar a Aster una gran carcajada, la misma que duró varios minutos haciendo que nuestro protagonista lo mirara con miedo a un posible ataque psicópata.

—Realmente no te acuerdas de lo qué pasó aquella noche, ¿Cierto?.
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