Erza Scarlet, la famosa Titania o reina de las hadas como prefirais llamarla.
La maga de re-arme ed considerada la maga más fuerte y fiel de Fairy tail. Pero esto cambiará, por culpa de un mal entendido.
Un día Lucy y Wendy son heridas y a causa de...
- na na na - se eacuchaba la dulce voz de una albina tararear mientras caminaba tranquilamente por el frondoso bosque que se encontraba cerca de la estación de Magnolia.
La chica pensaba que era otro día normal. Estaba muy equivocada. La chica avanzó un poco hasta que escuchó una respiración muy pesada. Mirajane curiosa decidió averiguar de donde venía aquél extraño y de cierta manera escalofriante sonido.
Caminó a paso lento mientras miraba con desconfianza a su alrededor mientras fruncía el ceño, no se fiaba de aquel sonido.
La albina de ojos celestes llegó a un lado algo más oscuro, en el suelo se podía observar a dos pequeñas figuras tiradas en el suelo.
La primera figura era de mujer, una mujer rubia bastante alta y con buen cuerpo. La chica estaba muy herida y con varias de sus ropas dañadas.
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La segunda era una pequeña figura femenina, como la de una niña de 12 años con muchas heridas, pero lo que más destacaba era un corte sobre su ojo que aún sangraba.
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(Solo que muy herida y sin Charle)
- ¡Lucy! ¡Wendy! - gritó asustada la Strauss acercándose a ambas magas las cuales no paraban de hacer muecas de dolor y de sufrimiento.
Mirajane se acerco primero a Wendy y le apartó un poco el pelo que tenía en frente de su rostro la dragon slayer del cielo mirando mejor aquélla herida que la peli azul tenía en su ojo derecho.
La albina estaba horrorizada, tapo su boca con sus manos y algunas lágrimas se escaparon de sus ojos. La peli azul comenzó a murmurar algo - por favor, no, Erza - murmaraba entre gemidos de dolor la menor mientras cerraba sus ojos con fuerza.
- ¿Que? - preguntó incrédula la albina mirando sorprendida a la chica, inmediatamente su mirada se fijó en la rubia la cual era la persona que respiraba de manera agitada.
Mirajane se acerco al débil cuerpo de la maga celestial y observó la ensangrentada capa que llevaba. La albina tragó duro y con la mano temblorosa cogió el extremo de la capa y se la retiró de manera cuidadosa.
