http://19_LA TERCERA FASE DE LA ESTRATEGIA GLOBAL

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Cuando Levi recuperó la conciencia, una mujer altísima y de tez blanquecina lo observaba de pie frente a su asiento, como una hiena a punto de abalanzarse sobre una liebre. A su lado había una ventanilla de pequeñas dimensiones que enseguida le hizo comprender que se
encontraba en el interior de un avión.

Supo que todavía no habían despegado porque en el exterior brillaban las luces del aeropuerto. Sin embargo, no cabía duda de que pronto emprenderían el vuelo. Levi intentó levantarse para correr hacia la escotilla de acceso al avión, pero tenía las muñecas atadas a los costados del asiento.

Al mirarse las manos, descubrió a dos enanos sentados a su lado izquierdo con cara de estar regocijándose en su miseria, disfrutando como lo que eran, enanos.
—¿Quién eres? —consiguió preguntar mirando a la mujer que tenía delante.
Todavía estaba mareado por los golpes recibidos durante su cautiverio y la cabina parecía dar vueltas sobre sí misma.
—Soy La luz aniquila la sombra.

El chico de la habitación levantó la cabeza bruscamente, sin entender nada. ¿Qué hacía ahí? ¿Quiénes lo rodeaban?
—¿Tú eres La luz? —preguntó mientras echaba un nuevo vistazo a aquella japonesa de rasgos afilados, piel blanca, mirada oscura.
—Yo soy La luz aniquila la sombra. Ese nombre es una invención creada para ti. Mi nombre real es Akiko Watanabe.

Levi sintió que su corazón se detenía durante unos segundos. No podía creer lo que estaba oyendo. Se encontraba ante la hija del fundador de la secta Koruki-ya, ante aquélla a quien llamaban Gran Dama, una de las mujeres más crueles y sanguinarias de la faz de la tierra.

—Sí, Levi, yo soy tu amiga y tu enemiga. Soy La luz y soy la Gran Dama. Yo soy todas esas personas y tú no eres más que un pobre diablo que ha caído en mis garras.
—Pero tú me ayudaste a...
—Sí, sí —soltó la Gran Dama, al mismo tiempo que movía una mano con desgana, como si ya supiera lo que su prisionero iba a decir—. Yo te ayudé a capturar a La Sombra y también te ayudé a descubrir que la Segunda Fase de la Estrategia Global consistía en el secuestro de una personalidad importante. Y ahora, aun viéndote maniatado en el interior de mi avión particular, sigues huérfano de pistas. Chico: serás muy listo con una computadora delante, pero dejas mucho que desear lejos de una pantalla.
—¡Soy yo! —exclamó Levi —. Yo soy la persona a la que querías secuestrar.
—Felicidades, niño de la habitación. Por fin un átomo de inteligencia.
—Pero ¿cómo...?
—Uf, retiro lo dicho sobre tu inteligencia. En fin, tendré que explicártelo: cuando empezaste a investigar sobre la Sombra, accediste a datos privados de mi organización que estaban perfectamente encriptados. Eso nos hizo comprender que eras un pirata informático de primera categoría. En realidad, que la Sombra llegara a ti fue pura casualidad. Él se dedicaba a secuestrar a chicos que le agregaban en Facebook y tú fuiste uno de esos incautos. Sin embargo, con el tiempo nos dimos cuenta de que aquella casualidad podía sernos muy útil para la ejecución de la Estrategia Global.

Necesitamos a los mejores hackers del mundo para llevar a cabo la Tercera Fase del plan y, seducidos por tus habilidades informáticas, decidí venir personalmente para supervisar tu secuestro. Sin embargo, tu casa estaba demasiado vigilada por agentes de policía. Resultaba imprescindible sacarte de esa casa y, claro, encontramos la forma más eficaz de hacerlo.

—¡Mi madre! —gritó Levi de repente.
—Tú lo has dicho, querido: tu madre. Matarla fue pan comido. Envié a Ojo de Tiburón, uno de mis secuaces, y él se encargó de todo —la Gran Dama se detuvo unos segundos, como si algo le hubiera venido repentinamente a la memoria—. De hecho, contarte esto me ha servido para recordar algo. ¡Ojo de Tiburón, ven aquí de inmediato! —gritó.

Levi sentía la rabia recorriendo sus venas como ríos de lava. Tenía delante a la responsable de la muerte de su madre y no podía hacer nada.

Aplicó todas sus energías sobre las correas que sujetaban sus pies y manos, pero estaban bien anudados y no lograba romperlos. En cualquier caso, los dos enanos se mantenían a menos de medio metro, dispuestos a neutralizarlo con uñas y dientes.

-Levihan- La mujer con el corazón lleno de tormentas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora