http://7_EL AISLAMIENTO DE LEVI

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Hange tardó unos segundos en regresar en sí.

Miraba fijamente la reja por donde acababa de entrar la anciana con su perrito y no conseguía procesar la información recibida: que Levi había sido confinado en un hospital psiquiátrico.

Cabía suponer que lo habían ingresado porque su enfermedad había empeorado hasta tal punto que su madre se había visto obligada a reconocer que no estaba capacitada para seguir cuidando de él. En consecuencia, habría tomado la decisión de llevarlo a un centro psiquiátrico donde pudieran atenderlo con más eficacia.

Eso imaginaba Hange mientras contemplaba la puerta que acababa de cerrarse. Y de pronto, al asimilar los hechos, sintió un mareo y las piernas le fallaron.

Tuvo que sentarse en la acera para no caer de bruces. Margaret se arrodilló ante su protegida para asegurarse de que se encontraba bien.

—Estoy..., estoy... No sé qué me ha pasado.
—Tienes que beber agua —dijo la agente, al mismo tiempo que tiraba suavemente de Hange y la ayudaba a levantarse—. Tratemos de llegar a ese café.

Tomaron asiento en la terraza de una cafetería y el camarero, al reparar en la palidez de la niña, le trajo un vaso de agua y un terrón de azúcar.

Hange fue recomponiéndose poco a poco y quiso tranquilizar a Margaret regalándole una sonrisa.
—Me encuentro mejor.
—¿Segura?
—Sí.
—Bien, pues entonces voy a retirarme un momento para hacer una llamada —dijo Margaret.
—De acuerdo.

La agente caminó hacia el centro de la calle, alejándose de Hange, y telefoneó a la Jefatura General de Policía. Estuvo un rato al teléfono, haciendo grandes movimientos y dando muestras de enfado.

Mientras se recuperaba, Hange contemplaba el edificio donde, hasta entonces, había estado viviendo Levi. Localizó la ventana que daba acceso a su habitación y supo que él realmente no estaba allí porque las ventanas estaban abiertas, las persianas levantadas y las cortinas flotaban en el aire como banderines en la proa de un barco.

El chico de la habitación jamás habría abierto las ventanas y el hecho de que el viento pudiera entrar libremente en su dormitorio indicaba que algo había cambiado para siempre.

—Hange —era la voz de Margaret—,tengo algo que contarte.
—¿Qué?
Margaret tomó asiento a su lado y, antes de decir nada, la tomó de las manos.
—Ha habido un accidente.
El corazón de Hange se aceleró al escuchar aquellas palabras.
—¡Un accidente! ¿Qué accidente?
—Acabo de hablar con la Jefatura de Policía y me han explicado que la madre de Levi murió atropellada hace unas semanas. Todavía no se han esclarecido las causas. Parece que un conductor la arrolló y luego se dio a la fuga. Mis compañeros están tratando de localizar el vehículo, pero aún no lo han encontrado. Se sospecha que se trató de un conductor borracho.
—¿Y Levi?
—Levi fue ingresado en un centro de atención psiquiátrica para jóvenes llamado Hogar Fuller. Tiene fama de ser uno de los mejores centros de la ciudad, seguro que está bien.
—Y sus hermanos..., ¿dónde están sus hermanos?
—Al principio trataron de conseguir la custodia de Levi, pero Servicios Sociales consideró que no estaban facultados para ocuparse de un chico con tantos problemas psicológicos. De modo que se han instalado en casa de unos familiares y Levi ha sido conducido a ese centro. Es una medida temporal. Sólo quieren ver cómo afecta la muerte de su madre a la evolución de su agorafobia, tenerlo bajo control una temporada. Y si muestra síntomas de recuperación, le darán el alta y se reunirá con su familia.

Hange se levantó bruscamente y, mirando a su acompañante, dijo:
—Quiero ver a Levi.
—No puedes, Hange. Me han dicho que lo mantienen alejado de todo. Le han proporcionado una habitación para él solo, no quiere ver a nadie. Debemos esperar.

-Levihan- La mujer con el corazón lleno de tormentas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora