Hemos visto, en la introducción, cómo desde los comienzos de laevolución industrial la competencia dio nacimiento al proletariado, alhacer subir el salario del tejedor, como consecuencia del crecimientode la demanda de telas, lo que incitaba a los campesinos-tejedores aabandonar el cultivo de sus parcelas de tierra para ganar más en lostelares. Hemos visto cómo la introducción del cultivo en grandesuplantó a los pequeños agricultores, los redujo al estado deproletarios, y después hizo que emigraran en parte a las ciudades;cómo, además, arruinó a la mayoría de los pequeños burgueses y loshizo descender asimismo al rango de proletarios; cómo centralizó elcapital en manos de un pequeño número de personas y reunió lapoblación en las grandes ciudades. Esas son las diferentes vías y losdiferentes medios por los cuales la competencia -luego de habersemanifestado plenamente en la industria moderna y luego de habersedesarrollado libremente con todas sus consecuencias-, dio nacimientoal proletariado y lo ha desarrollado. Ahora examinaremos suinfluencia sobre el proletariado ya existente; y en primer lugartenemos que estudiar y explicar la competencia de los trabajadoresentre sí y sus consecuencias.La competencia es la expresión más perfecta de la guerra de todoscontra todos, que hace estragos en la sociedad burguesa moderna.Esa guerra, guerra por la vida, por la existencia, por todo, y quellegado el caso puede ser una guerra a muerte, hace que anden a lagreña no solamente las diferentes clases de la sociedad, sino tambiénlos diferentes miembros de esas clases; cada uno le cierra el camino alotro, y por eso es que cada uno131trata de despojar a todos aquellos que se alzan en su camino paratomar su lugar. Los trabajadores se hacen la competencia lo mismoque los burgueses. El tejedor que trabaja en un telar entra en lizacontra el tejedor manual, el tejedor manual, que está mal pagado odesempleado, contra aquel que tiene empleo y es mejor pagado, ytrata de apartarlo de su camino. Ahora bien, esa competencia de lostrabajadores entre sí es para el trabajador la peor parte de lasrelaciones actuales, el arma más acerada de la burguesía en su luchacontra el proletariado. De ahí los esfuerzos de los trabajadores porsuprimir esa competencia al asociarse; de ahí la rabia de la burguesíacontra esas asociaciones y sus gritos de triunfo por cada derrota queles ocasiona.El proletario está desprovisto de todo; no puede vivir un solo díapara sí. La burguesía se ha arrogado el monopolio de todos los mediosde existencia en el sentido más amplio del término. Lo que elproletario necesita, sólo lo puede obtener de esa burguesía cuyomonopolio es protegido por el poder del estado. El proletario es, portanto, de hecho como de derecho, el esclavo de la burguesía; ellapuede disponer de su vida y de su muerte. Le ofrece los medios devida pero solamente a cambio de un "equivalente", a cambio de sutrabajo; llega hasta concederle la ilusión de que obra por voluntadpropia, que establece contrato con ella libremente, sin coacción, comopersona mayor. Linda libertad, que no deja al trabajador otra elecciónque la de someterse a las condiciones que le impone la burguesía, omorir de hambre, de frío, de acostarse enteramente desnudo paradormir como las bestias del bosque. ¡Lindo "equivalente", cuyo montoes dejado a la arbitrariedad de la burguesía! Y si el proletario es lobastante loco para preferir morir de hambre, en vez de someterse a las"equitativas" proposiciones de los burgueses, sus "superioresnaturales"*, ¡pues bien! muy pronto se hallará otro que acepte, ya quehay suficientes proletarios par el mundo, y todos no son taninsensatos como para preferir la muerte a la vida.* Expresión favorita de los industriales ingleses. (F. E)132He ahí cuál es la competencia entre los proletarios. Si todos losproletarios afirmaran su voluntad de morir de hambre más bien quetrabajar para la burguesía, ésta se vería obligada a abandonar sumonopolio. Pero ese no es el caso; se trata incluso de unaeventualidad casi imposible, y por eso la burguesía sigue mostrándosecontenta. No hay más que un solo límite a esa competencia entre lostrabajadores: ninguno de ellos aceptará trabajar por un salarioinferior al necesario para su propia existencia. Si un día debe morir dehambre, preferirá morir sin hacer nada que trabajando. Desde luego,ese límite es muy relativo: unos tienen más necesidades que otros;unos están habituadas a más comodidades que otros: el inglés que estodavía un poco civilizado, tiene más exigencias que el irlandés queanda en harapos, come papas y duerme en una cochiquera. Pero ellono impide que el irlandés entre en competencia con el inglés y reduzcapoco a poco el salario -y por ende el grado de civilización- del obreroinglés a su propio nivel. Algunos trabajos requieren cierto grado decivilización, como es el caso de casi todos los empleos industriales;por eso es que el salario entonces debe ser, en el propio interés de laburguesía bastante elevado para permitir al obrero mantenerse en esaesfera. El irlandés recién llegado, que se aloja en el primer establo queencuentra, y que, incluso si halla una vivienda conveniente eslanzado a la calle cada semana porque gasta todo el dinero en beber yno paga el alquiler, haría verdaderamente un mal obrero de fábrica.Por eso hay que dar al obrero industrial un salario suficiente a fin deque pueda inculcar a sus hijos el hábito de un trabajo regular -perono más de lo necesario para que pueda prescindir del salario de sushijos- y hacer de ellos otra cosa que simples obreros. Y aquí también -el límite el salario mínimo- es relativo; en una familia donde todostrabajan, cada miembro necesita menos para mantenerse, y laburguesía ha aprovechado la ocasión que le ofrecía el trabajomecánico, para emplear y explotar a las mujeres y los niños, convistas a reducir el salario. Desde luego, puede ser que en una familiatodos sus miembros no sean aptos para el trabajo, y a una familia deese tipo le sería difícil mantenerse si quisiera trabajar según la tasade salario mínimo calculado para una familia133donde cada uno es apto para el trabajo. Por eso es que en este caso seestablece un salario promedio, en virtud del cual una familia dondesus miembros trabajan vive bastante bien, mientras que aquelladonde trabajan menos, vive bastante mal. Pero en el peor de los casos,todo trabajador preferirá sacrificar el poco de lujo y de civilización, aque se había habituado, para poder simplemente subsistir; preferirávivir en una cochiquera que a la intemperie, vestir harapos más bienque no tener nada en absoluto que ponerse, comer papas únicamenteantes que morir de hambre. Preferirá en espera de días mejores,conformarse con un salario a medias que sentarse en silencio en lacalle y morir ante todo el mundo, como lo ha hecho más de unindigente. Ese poco, ese algo mejor que nada, es pues, el salariomínimo. Y cuando hay más trabajadores que los que la burguesíajuzga oportuno emplear, cuando por consecuencia del término de lalucha de los que compiten entre sí queda todavía cierto número sintrabajo, éstos son precisamente los que deberán morir de hambre,porque el burgués probablemente no les dará trabajo si no puedevender con provecho los productos de su trabajo.Estas indicaciones nos muestran lo que es el salario mínimo. Elmáximo es fijado por la competencia entre los burgueses, pues hemosvisto que ellos también compiten entre sí. El burgués no puedeincrementar su capital sino por el comercio o la industria, y para esasdos actividades necesita obreros. Incluso si coloca su capital a interéstiene necesidad de ellos indirectamente, porque sin comercio niindustria, nadie le pagaría intereses por su dinero, nadie podríautilizarlo. Así, pues, el burgués tiene verdadera necesidad delproletario, no para su existencia inmediata él podría vivir de sucapital, sino como se tiene necesidad de un artículo de comercio o deuna bestia de carga: para enriquecerse. El proletario fabrica, porcuenta del burgués, mercancías que éste vende con ganancia. Si portanto se incrementa la demanda de esas mercancías hasta el punto enque los trabajadores que compiten por empleos se hallen todosocupados y que por falta de trabajadores cese la competencia entreellos, entonces son los burgueses quienes se134hacen la competencia. El capitalista en busca de trabajadores sabemuy bien que el aumento de los precios debido al crecimiento de lademanda le produce un beneficio mayor y prefiere pagar un salario unpoco más elevado que dejar escapar toda esa ganancia; él arriesga lajamonada por el jamón, y si obtiene el jamón, está presto a dejar lajamonada al proletario. Así es cómo los capitalistas le arrebatan a losproletarios y el salario se eleva. Pero no más alto de lo que lo permiteel aumento de la demanda. Si el capitalista, que estaba presto asacrificar una parte de su ganancia extra, tuviera igualmente quesacrificar una fracción de su beneficio normal, o sea de su beneficiopromedio, se cuidaría mucho de pagar un salario: superior al salariopromedio.Gracias a estos datos es que podemos definir el salario promedio.En las condiciones de vida regulares, es decir, cuando ni capitalistasni trabajadores tienen respectivamente motivos para competir entresí, cuando el número de obreros es exactamente aquel que se puedeemplear para fabricar las mercancías demandadas, el salario será unpoco superior al mínimo. Las necesidades promedio y el grado decivilización de los trabajadores, determinará en qué medida serásuperado. Si los trabajadores están habituados a consumir carnevarias veces a la semana, los capitalistas tendrán, en efecto; queadaptarse a pagar a los trabajadores un salario suficiente para quepuedan procurarse tal alimento. Ellos no podrán pagar menos,porque los trabajadores no se hacen la competencia, y por ende notienen motivos para conformarse con menos. No pagarán más, porquela falta de competencia entre capitalistas no los incita en modo algunoa atraer hacia ellos a trabajadores por ventajas excepcionales.Esta determinación de las necesidades y de la civilización promedio delos trabajadores resulta, debido a la complejidad actual de la situaciónde la industria inglesa, una cosa muy difícil y que, además, varíamucho con las diferente categorías de obreros como ya hemosindicado anteriormente. Sin embargo, la mayoría de los trabajosindustriales exigen cierta135habilidad y cierta regularidad, y como éstas a su vez exigen ciertogrado de civilización, el salario promedio debe ser bastante elevadopara estimular a los obreros a que adquieran esa habilidad y plegarsea esa regularidad en el trabajo. Por eso el salario de los obrerosindustriales es por término medio más elevado que aquel de lossimples descargadores, jornaleros, etc., más elevado en particular queaquél de los trabajadores agrícolas, lo que se debe naturalmente enbuena parte a la carestía de los productos alimenticios en la ciudad.Hablando en plata25: el trabajador es, de hecho y de derecho, elesclavo de la clase poseedora, de la burguesía; es su esclavo hasta elpunto de ser vendido como una mercancía, y su precio sube y baja lomismo que el de una mercancía. Si la demanda de trabajadoresaumenta, su precio sube; si disminuye, su precio baja. Si disminuyehasta el punto en que cierto número de trabajadores no son yavendibles y "quedan en reserva", y como ello no les produce nada,mueren de hambre. Porque, hablando la jerga de los economistas, lassumas gastadas para su mantenimiento no serían "reproducidas", setrataría de dinero lanzado por la ventana, y nadie derrocha su capitalde ese modo. Y, hasta ese punto, la teoría de Malthus sobre lapoblación26 es perfectamente correcta. Toda la diferencia con respectoa la esclavitud antigua practicada abiertamente, es que el trabajadoractual parece ser libre, porque no es vendido en una sola pieza, sinopoco a poco, por día, por semana, por año, y porque no es unpropietario quien lo vende a otro, sino él mismo es quien se veobligado a venderse así, pues no es el esclavo de un particular, sinode toda la clase poseedora. Para él, la cosa en realidad no hacambiado nada. Y si bien esa apariencia de libertad le danecesariamente de una parte cierta libertad real, la misma tiene elinconveniente de que nadie le garantiza su subsistencia y puede serdespedido en cualquier momento por su amo, la burguesía, y sercondenado a morir de25 oder Deutsch gesprochen (o, hablando en alemán)26 Populationtheorie: Bevölkerungtheorie136hambre desde que la burguesía ya no tenga interés en emplearlo, enhacerlo vivir.Por el contrario, la burguesía se halla mucho más desahogada en esesistema que en el caso de la esclavitud antigua; puede despedir a sustrabajadores cuando lo deseé, sin perder por eso un capital invertido,y además ella obtiene fuerza de trabajo con mucha más ventaja de laque se puede obtener de esclavos, como se lo demuestra Adam Smith*para consolarla.Se sigue igualmente que Adam Smith tiene toda la razón al plantearel principio (Op. cit., p. 133):"Al igual que cualquier otro artículo, la demanda de trabajadores, lacantidad de seres humanos traídos al mundo, acelerando esaproducción cuando es demasiado lenta, moderándola cuando esdemasiado rápida".Exactamente como para cualquier otro artículo comercial, si la oferta deellos es escasa, los precios suben, o sea en este caso el salario; lostrabajadores viven mejor; se hacen más numerosos los matrimonios,se traen al mundo más seres humanos, crece un mayor número deniños hasta que se ha* "Se ha dicho que el costo del desgaste de un esclavo lo financia suamo, mientras que el costo del desgaste de un trabajador libre vapor cuenta de éste mismo. Pero el desgaste del trabajador libretambién es financiado por su patrono. El salario pagado a losjornaleros, servidores, etc., de toda clase, debe en efecto ser losuficientemente elevado para permitir a la casta de los jornaleros yservidores que se reproduzca según la demanda creciente,estacionaria o decreciente de personas de este género que formula lasociedad. Pero aunque el desgaste de un trabajador libre seaigualmente financiado por el patrono, el mismo le cuesta por reglageneral mucho menos que el de un esclavo. Los fondos destinados areparar o remplazar el desgaste de un esclavo son habitualmenteadministrados por un amo negligente o por un jefe desatento, etc." ASmith: Wealth of Nations (La riqueza de las naciones), I, 8, p. 133 dela edición MacCulloch en 4 vols (F.E.)137producido un número suficiente de trabajadores. Si la oferta esexcesiva, los precios bajan, sobreviene el paro forzoso, con la miseria,la penuria y por consiguiente las epidemias que barren el "excedentede población". Y Malthus, quien desarrolla la fórmula de Smith citadaanteriormente, tiene también razón a su manera cuando pretende quehay siempre una población excedente, siempre demasiadas individuossobre la tierra. Se equivoca simplemente al afirmar que hayconstantemente más personas sobre la tierra de los que puedenalimentar las subsistencias disponibles. La población excedente es porel contrario engendrada por la competencia que se hacen lostrabajadores entre sí y que obliga a cada uno de ellos a trabajar tantocomo se lo permitan sus fuerzas. Si un industrial puede emplear diezobreros nueve horas diarias, también puede si los obreros trabajandiez horas, emplear nueve y despedir al décimo. Y si, en un momentoen que la demanda de obreros no es muy fuerte, el industrial puedeobligar bajo amenaza de despido a los nueve obreros a trabajar unahora extra cada día por el mismo salario, entonces despedirá aldécimo y economizará su salario. Lo que ocurre aquí en pequeñaescala, ocurre en una nación en gran escala. El rendimiento de cadaobrero llevado al máximo por la competencia entre los obreros, ladivisión del trabajo, la introducción del maquinismo, la utilización delas fuerzas naturales, todo ello obliga a multitud de obreros al paroforzoso. Pero esos parados se pierden para el mercado; ya ellos nopueden comprar y, por consiguiente, la cantidad de mercancías queconsumían ya no encuentran comprador, por tanto no hay necesidadde producirlas. Los obreros anteriormente ocupados en fabricarlasson, despedidos a su vez; ellos también desaparecen del mercado y asísucesivamente, siempre según el mismo ciclo; o, más bien, sería así sino intervinieran otros factores. La puesta en servicio de los mediosindustriales citados anteriormente y que permiten incrementar laproducción, implica en efecto a la larga una disminución de losprecios y por ende un mayor consumo, de suerte que un númeroimportante de trabajadores desempleados halla al fin empleo ennuevas ramas laborales, si bien después de un largo período desufrimientos. Si a ello se138añade, como fue el caso de Inglaterra en los últimos sesenta años, laconquista de mercados extranjeros, que provoca un aumento continuoy rápido de la demanda de productos manufacturados; entonces lademanda de fuerza de trabajo -y con ella la población- crece en lasmismas proporciones. Así, en vez de disminuir, la población delimperio británico se ha incrementado con una rapidez considerable,se incrementa todavía constantemente y aunque la industria no cesade desarrollarse y, en suma, la demanda de trabajadores no cesa decrecer, Inglaterra experimenta sin embargo, según lo confiesan todoslos partidos oficiales (o sea los tories, los whigs y los radicales), unexceso, un excedente de población. Y a pesar de todo, la competenciaentre los trabajadores sigue siendo más importante que aquella de lospatronos para procurarse fuerza de trabajo (ist dennoch fortwährendim ganzen die Konkurrenz unter den Arbeitern größer als dieKonkurrenz um Arbeiter).¿De dónde viene esa contradicción? De la naturaleza misma de laindustria y de la competencia, así como de las crisis económicas quede ellas resultan. Dada la anarquía de la producción actual y de larepartición de los bienes de consumo, que no tienen por finalidad lasatisfacción inmediata de las necesidades sino por el contrario laganancia; dado el sistema en que cada quien trabaja y se enriquecesin preocuparse de los demás, es inevitable que en cualquiermomento la producción resulte excesiva. Inglaterra, por ejemplo,suministra todo género de mercancías a muchos países. Aun cuandoel industrial sepa qué cantidad de artículos y de qué clase cada paísconsume anualmente, ignora, sin embargo la cantidad que poseen enreserva y, es más, ignora qué cantidad de artículos ellos compran asus competidores. Todo lo que él puede hacer es calcular muyaproximadamente el estado de las existencias y las necesidades, y delos precios que varían constantemente; por tanto debe enviar susmercancías necesariamente a lo que salga. Todo funciona a ciegas, enla mayor incertidumbre, y siempre más o menos bajo el signo delazar. A la menor noticia favorable, cada uno exporta todo lo quepuede, y pronto un mercado de ese género se abarrota demercancías, la venta139se paraliza, los capitales no se recuperan, los precios caen, y laindustria inglesa ya no tiene más trabajo para sus obreros. En loscomienzos del desarrollo industrial, esos atascamientos se limitan aalgunos sectores industriales y a algunos mercados; pero a causa delefecto centralizador de la competencia que empuja a los trabajadoresde cierto sector, en paro forzoso, hacia los sectores donde el trabajo esmás fácil de aprender, y que vierte sobre los otros mercados lasmercancías que ya no es posible vender en un mercado determinado,aproximan así poco a poco las diferentes pequeñas crisis, fundiéndoseéstas en una sola serie de crisis que sobrevienen periódicamente. Unacrisis de ese género sobreviene ordinariamente cada cinco años, luegode un breve período de prosperidad y de bienestar general. El mercadointerior, así como todos los mercados exteriores, rebosa de productosingleses, que ellos pueden consumir sólo muy lentamente; eldesarrollo industrial se paraliza en casi todos los sectores; lospequeños industriales y comerciantes que no pueden sobrevivir alretraso prolongado de la recuperación de sus capitales, quiebran; losmás importantes dejan de hacer negocio mientras dura el períododesfavorable, paralizan sus máquinas, o las ponen a trabajar sólo"Parte del tiempo", o sea, alrededor de media jornada diaria; el salariodisminuye como consecuencia de la competencia entre obrerosdesempleados, la reducción del tiempo de trabajo y la falta de ventaslucrativas; reina la miseria genera27 entre los trabajadores; los pocosahorros eventuales de los particulares se agotan rápidamente; lasinstituciones de beneficencia no dan abasto; el impuesto parabeneficio de los pobres se duplica, triplica y sigue siendo no obstanteinsuficiente; el número de menesterosos se incrementa, y súbitamentetoda la masa de población "excedente" aparece en cantidadeshorrorosas. Esto dura cierto tiempo; los "excedentes"28 se las arreglancomo pueden o sucumben; la caridad y la ley de pobres ayudan a ungran número a vegetar penosamente; otros hallan aquí y allá, en27 (1892) Rückflüsse (entradas). (1845) Kapitalien.28 (1892) Überchüssigen. (1845) Überflüssigen, (superfluos).140las ramas menos afectadas por la competencia y tienen una relaciónmás distante con la industria, la manera de subsistir precariamente;¡y que el hombre necesite tan poca cosa para subsistir cierto tiempo!Poco a poco, la situación mejora; las existencias acumuladas sonconsumidas; el abatimiento general que reina entre los industriales ylos comerciantes impide que los vacíos sean llenados demasiadorápidamente; hasta que, en fin, el alza de los precios y las noticiasfavorables que vienen de todos lados restablecen la actividad.Casi siempre los mercados se hallan distantes. Antes que arriben aellos las primeras importaciones, la demanda no cesa de crecer y losprecios con ella. Se arrebatan las primeras mercancías que llegan, lasprimeras ventas animan aún más las transacciones, los pedidosesperados prometen precios todavía más elevados. En la espera de unaumento ulterior, se comienza a proceder a compras especulativas y asustraer del consumo los artículos destinados al mismo en elmomento en que son más necesarios; la especulación hace subir aúnmás los precios al alentar a otras personas a comprar, y anticipándosea futuras importaciones. Todas esas noticias son trasmitidas aInglaterra, los industriales comienzan a trabajar de nuevoanimosamente, se construyen nuevas fábricas y se recurre a todos losmedios para explotar el momento favorable. Aquí también aparece laespeculación con el mismo efecto que en los mercados extranjeros,haciendo subir los precios, sustrayendo los artículos al consumo,llevando así la producción industrial a una tensión. Luegosobrevienen los especuladores "insolventes" que trabajan concapitales ficticios, viven del crédito, fracasan si no pueden venderinmediatamente, se lanzan con ímpetu a esta carrera general ydesordenada, a esta caza del beneficio, aumentando la confusión y laprecipitación por su propio ardor desenfrenado que hace subir losprecios y la producción hasta el delirio. Se trata de una carrera locaque arrastra a los hombres más serenos y experimentados; se forja, sehila, se teje como si hubiera que equipar de nuevo a la humanidadentera, como si se hubiera descubierto en la luna a unosmillares de nuevos consumidores. Súbitamente, losespeculadores141"insolventes" de ultramar, a quienes falta absolutamente el dinero,comienzan a vender, a un precio inferior al del mercado, desde luego,porque la situación es apremiante. Las ventas se multiplican, losprecios fluctúan; alarmados, los especuladores lanzan sus mercancíasal mercado, el mercado es perturbado, el crédito se suspende, unafirma tras otra detiene sus pagos, las quiebras se suceden, y sedescubre que hay en el mercado tres veces más mercancías que lasque exigiría el consumo. Esas noticias llegan a Inglaterra donde,mientras tanto, se continúa produciendo a plena capacidad, y allítambién cunde el pánico; las quiebras de ultramar implican otras enInglaterra, la paralización de las ventas arruina además a un grannúmero de firmas; allí también el temor hace lanzar inmediatamenteal mercado todas las existencias, lo que exagera todavía más elpánico. Se trata del comienzo de la crisis, que sigue exactamente elmismo curso que la anterior y es seguida más tarde de un período deprosperidad. Y así sucesivamente, prosperidad, crisis, prosperidad,crisis, ese ciclo eterno en el cual se mueve la industria inglesa secumple ordinariamente, como hemos dicho, cada cinco o seisaños.De ello resulta que en todas las épocas, salvo en los cortos períodosde mayor prosperidad, la industria inglesa tiene necesidad de unareserva de trabajadores desocupados, a fin de poder producir lasmasas de mercancías que el mercado reclama precisamente durantelos meses en que es mayor su actividad. Esa reserva es más o menosimportante según las condiciones del mercado, permitan o no darocupación a una parte de la misma. Y, si bien las regiones agrícolas -Irlanda y los sectores menos afectados por el desarrollo-, pueden, almenos por un tiempo, cuando la prosperidad del mercado se halla ensu apogeo proveer cierto número de obreros, éstos constituyen, por unlado una minoría, y por otro lado forman igualmente parte de lareserva; con la única diferencia de que sólo cada período de augeeconómico es lo que prueba que ellos forman parte de la misma.Cuando ellos se van a trabajar en los sectores de mayor actividad, haycontracción en su región de origen para que se sienta menos el vacíoque causa su142partida; se trabaja más tiempo, se emplean las mujeres y la gentejoven, y cuando al comienzo de la crisis son despedidos, y regresan,resulta que su puesto se halla ocupado y ellos son superfluos, por lomenos la mayoría. Esa reserva, de la cual forma parte unamuchedumbre enorme de personas durante las crisis, e inclusodurante períodos que se pueden definir como a medio camino entreprosperidad y crisis, un buen número de trabajadores, constituye lapoblación "excedente" de Inglaterra que vegeta penosamente,mendigando y robando, barriendo las calles y recogiendo la basura,haciendo pequeños acarreos con carretillas o asnos, vendiendo en lasesquinas de las calles, o realizando algunos pequeños trabajosocasionales. En todas las grandes ciudades puede verse una multitudde esas personas que "mantienen el cuerpo y el alma juntos", comodicen los ingleses, gracias a lo que pueden conseguir ocasionalmente.Es asombroso ver a qué ocupaciones recurre esa "poblaciónsuperflua". Los barrenderos de calles de Londres (cross sweps29) sonuniversalmente conocidos; pero hasta el presente no eran solamenteesas plazas, sino, en otras grandes ciudades, igualmente las callesprincipales eran barridas por parados contratados para ese fin por elservicio de pobres, o los servicios de vialidad; ahora se utiliza unamáquina que recorre con gran ruido las calles, y hace perder a losparados esa fuente de ingreso. En las grandes carreteras queconducen a las ciudades y donde reina un tráfico importante, se vecantidad de personas con pequeñas carretillas, que recogen elestiércol recién depositado entre los coches y los ómnibus, con riesgode ser aplastadas, a fin de venderlo, y para ello con frecuencia debenentregar algunos chelines a los servicios de vialidad. Ahora bien, enmuchos lugares esa recogida está estrictamente prohibida, porque laadministración de calles no podría vender como abono todo elestiércol de la ciudad, pues ya éste no contiene la proporcióncongruente de estiércol de caballo. Dichosos aquellos que, entre los"superfluos", pueden hacerse de una carretilla y pueden así efectuaralgunos acarreos, y más dichosos aún aquellos que logran reunirsuficiente dinero para29 (1892) Crossing sweeps. (1845) cross sweeps.143comprar un asno con su carro; el asno debe buscar por sí mismo sualimento o bien recibir por pitanza algunas sobras rebuscadas aquí yallá, y a pesar de todo puede reportar algún dinero.La gran mayoría de los "superfluos" se dedican a la buhonería.Sobre todo los sábados, cuando la población obrera anda en la calle,es que se ve cuanta gente vive por allí. Lazos de cuero, tirantes depantalones, cintas para adornar, naranjas, pasteles, en suma, todoslos artículos imaginables son ofrecidos por hombres, mujeres y niños,y los demás días también se ve en todo momento a esos vendedoresambulantes detenerse en las calles con esos artículos, así comoGinger beer o Nettle Beer* o circular un poco más lejos. Fósforos yotras cosas de ese género, lacre, aparatos patentados para encenderfuego, etc., constituyen igualmente artículos de venta de todas esaspersonas. Aún otros -llamados jobbers- circulan por las callestratando de hallar algún trabajo de ocasión; algunos de ellos logranrealizar una jornada de trabajo; pero muchos no son tan dichosos."A la entrada de todos los muelles de Londres -informa W.Champneys, predicador en el distrito Este de Londres- se presentancada mañana en invierno, antes del amanecer, centenares depobres que esperan a que abran las puertas con la esperanza deobtener una jornada de trabajo, y cuando los más jóvenes y másfuertes así como los más conocidos han sido contratados,centenares regresan a sus miserables viviendas, desesperados porhaber perdido sus ilusiones."(29)¿Qué otro recurso le queda a esas personas cuando no hallantrabajo y no quieren rebelarse contra la sociedad, sino mendigar? Noes para asombrarse el ver esa muchedumbre de* Dos bebidas espumosas y refrescantes, preparada la una a base deagua, azúcar y un poco de jengibre la otra de agua, azúcar y ortigas, ymuy gustadas por los trabajadores, sobre todo entre los abstemios.(F.E.)144mendigos que la policía ordena circular constantemente y que en sumayoría son hombres aptos para el trabajo. Pero la mendicidad deesos hombres tiene un carácter particular. Ellos deambulan deordinario en compañía de su familia, cantan en las calles algúnromance popular, o bien apelan a la caridad de los transeúntes conun pequeño discurso. Y es notable cómo se encuentran esos mendigosúnicamente en los barrios obreros y el hecho de que sólo vivengracias a las dádivas que reciben casi exclusivamente de los obreros.O también, toda la familia se instala silenciosamente al borde de unacalle animada y deja -sin decir palabra- que el solo aspecto de suindigencia surta su efecto. En este caso también, ellos no cuentansino con la benevolencia de los obreros que saben, por experienciapropia, lo que es el hambre y que en cualquier momento puedenhallarse en la misma situación. Tan es así que esa súplica silenciosa,y por consecuencia tan conmovedora, se manifiesta sólo en las callesfrecuentadas por los obreros y en las horas en que ellos las transitan.Pero es sobre todo en la noche del sábado, cuando los distritosobreros revelan sus "misterios" en las calles principales, y la clasemedia se aparta lo más posible de esos barrios de apestados. Y si unode esos hombres "sobrantes" tiene suficiente valor y pasión paraentrar en conflicto abierto con la sociedad, para responder a la guerrasolapada que le hace la burguesía, a través de una guerra abierta,entonces se dedica a robar, pillar y asesinar.Según los informes de los comisionados de la Ley de Pobres, haypor término medio 1 millón y medio de esos miembros de la "poblaciónexcedente" en Inglaterra y en el país de Gales; en Escocia su númerono es conocido con exactitud, debido a que no rige allí la Ley dePobres; en cuanto a Irlanda, hablaremos de ello especialmente. Por lodemás, en el millón y medio no se hallan comprendidos sino aquellosque solicitan realmente la ayuda de la asistencia oficial; esa cifra noincluye la gran masa de los que se las arreglan sin acudir a esesocorro de última instancia, del cual sienten gran temor. En cambio,una parte importante de ese millón y medio toca a las regionesagrícolas, y por ende no se tiene en cuenta aquí. Es evidente145que esta30 cifra aumenta sensiblemente en tiempos de crisis, yentonces la miseria alcanza su máximo. Consideremos, por ejemplo, lacrisis de 1842, que es la más reciente. Fue asimismo la más violenta,ya que la intensidad de las crisis aumenta a medida que sereproducen, y la próxima que probablemente tendrá lugar a mástardar en 1847*, será según todas las apariencias más violenta aún ymás larga. Durante esa crisis, la imposición fiscal para constituirfondos de socorro para los pobres en todas las ciudades alcanzó unalto nivel hasta entonces desconocido. En Stockport, entre otraslocalidades, se estableció, para el fondo de pobres, una contribuciónde 8 chelines por cada libra esterlina de alquiler, de modo que esteimpuesto representaba, por sí solo, el 40% del producto total de losalquileres de la ciudad entera; y sin embargo, calles enteras estabandesiertas, de modo que por lo bajo había 20000 habitantes menos quede ordinario, y en las puertas de las casas vacías se encontrabaescrito: Stockport tolet (se alquila Stockport). En Bolton, donde enaños normales el monto de los alquileres sujetos al impuesto parasocorrer a los pobres llegaba a 86000 libras esterlinas por terminomedio, cayó a 36000; en cambio, el número de indigentes a socorrerse elevó a 14000, o sea más del 20% de la población total. En Leeds,la asistencia pública tenía un fondo de reserva de 10000 librasesterlinas; este fondo, más el producto de una colecta de 7000 librasesterlinas, fue agotado incluso antes de que la crisis alcanzara suapogeo. Lo mismo ocurrió por todas partes. Un informe del Comité dela Liga contra la Ley de Granos, de enero de 1843, sobre la situaciónde las regiones industriales en 1842, expone que el impuesto paralos pobres era entonces, por término medio, dos veces más elevadoque en 1839, y que el número de necesitados se había triplicado,incluso quintuplicado desde esa fecha; que un gran número debeneficiarios pertenecía a una clase que, hasta entonces, jamáshabía solicitado ayuda y que la cantidad de víveres de que podíadisponer la clase obrera era30 (1892) die (la) en lugar de diese (esta).* Nota de la edición de 1887: And it came in 1847 (Y ocurrió en1847).146inferior en dos tercios por lo menos a aquella de la cual disponía en1834-1836; que el consumo de carne había disminuido mucho: enciertos lugares en 20 %, y en otros hasta el 60%; que incluso losartesanos trabajaban en oficios corrientes, tales como herreros,albañiles, etc.; que antaño, en períodos de depresión económica,trabajando completo, ellos también habían sufrido mucho por la faltade trabajo y la reducción de los salarios, y que incluso aúnactualmente, en enero de 1843, los salarios continuaban bajando. ¡Ytodo esto dicho por industriales!Por las calles se encontraban bandas de obreros sin trabajo, pueslas fábricas habían cerrado sus puertas, y sus dueños ya no podíanofrecerles empleo. En esa situación, se ponían a mendigar, solos o engrupo, y pedían limosna a los transeúntes; pero no humildemente,como lo hacen los mendigos ordinarios; por el contrario, con aireamenazante que subrayaba su número, sus gestos y sus palabras. Talera el aspecto de todas las regiones industriales, de Leicester a Leedsy de Manchester a Birmingham. Hubo disturbios aislados; porejemplo, en julio en las alfarerías del Nord-Staffordshire; reinaba entrelos trabajadores la más terrible efervescencia, hasta que hizoexplosión en la insurrección general de los distritos industriales.Cuando hacia el final de noviembre de 1842 llegué a Manchester,todavía podía ver multitud de hombres sin trabajo en las esquinas delas calles, y muchas fábricas todavía se hallaban cerradas. Durantelos meses siguientes, hasta mediados de 1843, esos grupos fuerondesapareciendo poco a poco y las fábricas reabrieron sus puertas.Desde luego no tengo necesidad de relatar qué miseria y quépenuria acosan a los parados durante una crisis de ese género. Elimpuesto para socorrer a los pobres no es suficiente en absoluto, lacaridad de los ricos es un golpe en el agua cuyo efecto desaparece alinstante; la mendicidad es poco eficaz dado el número de mendigos. Silos pequeños comerciantes -en la medida en que pueden hacerlo- noextendieran crédito a los trabajadores durante esas crisis(naturalmente ellos se hacen147resarcir ampliamente más tarde) y si los trabajadores no se ayudanmutuamente en la medida de sus fuerzas, cada crisis barrería sinduda a parte de la población "excedente" que moriría de hambre. Perocomo el período más grande de la depresión económica es a pesar detodo muy breve -un año, a lo sumo 2 años ó 2 años y medio-, lamayoría de ellos salva el pellejo a costa de graves privaciones.Veremos que indirectamente cada crisis hace una multitud devíctimas, debido a enfermedades, etc. Mientras tanto, examinemosotra causa del abatimiento en que se hallan los trabajadores ingleses,una causa que contribuye a reducir todavía sin cesar el nivel de vidade esa clase social.
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LA SITUACIÓN DE LA CLASE OBRERA EN INGLATERRA- FEDERICO ENGELS
Historical FictionObra de Federico Engels