La historia de la clase obrera en Inglaterra comienza en la segundamitad del siglo pasado, con la invención de la máquina de vapor y lasmáquinas destinadas a trabajar el algodón. Es sabido que estasinvenciones desencadenaron una revolución industrial que,simultáneamente, transformó la sociedad burguesa en su conjunto ycuya importancia en la historia del mundo apenas ahora comienza acomprenderse.Inglaterra es el terreno clásico de esta revolución que fue tanto máspoderosa cuanto que se hizo más silenciosamente. Por eso Inglaterraes también, el clásico país donde se desarrolla su resultadoesencialísimo, el proletariado. Solamente en Inglaterra es que puedeestudiarse el proletariado en todas sus relaciones y desde todos losángulos.Por el momento pasaremos por alto la historia de esta revolución,de su inmensa importancia para el presente y el futuro. Este estudiohay que reservarlo para un trabajo posterior más amplio.Provisionalmente, debemos limitarnos a los varios datos necesariospara comprender los hechos que expondremos, para comprender lasituación actual de los proletarios ingleses.Antes de la introducción del maquinismo, el hilado y el tejido de lasmaterias primas se efectuaban en la propia casa del obrero. Mujeres yniñas hilaban el hilo, que el hombre tejía o que ellas vendían, cuandoel padre de familia no lo trabajaba él mismo. Estas familias detejedores vivían mayormente en el campo, cerca de las ciudades, y loque ellas ganaban aseguraba41perfectamente su existencia, ya que el mercado interior constituíatodavía el factor decisivo de la demanda de telas -incluso era el únicomercado-, y que la fuerza aplastante de la competencia que habría deaparecer más tarde con la conquista de mercados extranjeros y con laexpansión del comercio, no pesaba aún sensiblemente sobre elsalario. A esto se añadía un incremento constante de la demanda enel mercado interno, paralelamente al lento crecimiento de lapoblación, que permitía ocupar la totalidad de los obreros; hay quemencionar además la imposibilidad de una competencia feroz entrelas obreros, debido a la dispersión de la vivienda rural: En términosgenerales, el tejedor hasta podía tener ahorros y arrendar una parcelade tierra que cultivaba en sus horas de ocio. Él las determinaba a suantojo porque podía tejer cuando y por el tiempo que lo deseara.Desde luego, no se trataba de un verdadero campesino porque sededicaba a la agricultura con cierta negligencia y sin sacar de ella unbeneficio real; pero al menos no era un proletario, y -como dicen losingleses- había plantado una estaca en el suelo de su patria, tenía untecho y en la escala social se hallaba en un peldaño por encima delobrero inglés de hoy día.Así los obreros vivían una existencia enteramente soportable yllevaban una vida honesta y tranquila en toda piedad y honorabilidad;su situación material era mucho mejor que aquella de sus sucesores;ellos no tenían necesidad alguna de matarse en el trabajo, no hacíanmás de lo que deseaban, y sin embargo ganaban lo suficiente paracubrir sus necesidades, tenían tiempo para un trabajo sano en sujardín o su parcela, trabajo que era para ellos una distracción, ypodían además participar en las diversiones y juegos de sus vecinos; ytodos estos juegos: bolos, balón, etc., contribuían al mantenimiento desi llegaban a ayudar a sus padres en el trabajo, era sólo de vez encuando, y no era cuestión de una jornada de trabajo de 8 ó 12 horas.El carácter moral e intelectual de esta clase se adivina fácilmente.Estos trabajadores nunca visitaban las ciudades porque el hilo y eltejido eran recogidos en sus domicilios por viajantes contra pago delsalario, y así vivían aislados en el campo hasta el momento en que elmaquinismo los despojó de su sostén y fueron obligados a buscartrabajo en la ciudad. Su nivel de vida intelectual y moral era de lagente del campo, con la cual frecuentemente se hallaban ligados porlos cultivos en pequeña escala. Ellos consideraban a su Squire -elterrateniente más importante de la región- como su superior natural;le pedían consejo, sometían a su arbitraje sus pequeñas querellas y lerendían todos los honores que comprendían estas relacionespatriarcales. Eran personas "respetables" y buenos padres de familia;vivían de acuerdo con la moral, porque no tenían ocasión alguna devivir en la inmoralidad, ningún cabaret ni casa de mala fama sehallaban en su vecindad, y el mesonero en cuyo establecimiento ellosapagaban de vez en cuando su sed, era igualmente un hombrerespetable, las más de las veces, un gran arrendatario que tenía enmucho la buena cerveza, el buen orden y no le gustaba trasnochar.Ellos retenían a sus hijos todo el día en la casa y les inculcaban laobediencia y el temor de Dios; estas relaciones patriarcales subsistíanmientras los hijos permanecían solteros; los jóvenes crecían con suscompañeros de juego en una intimidad y una simplicidad idílicashasta su matrimonio, e incluso si bien las relaciones sexuales antesdel matrimonio eran cosa casi corriente, ellas sólo se establecíancuando la obligación moral del matrimonio era reconocida de ambaspartes, y las nupcias que sobrevenían pronto ponían todo en orden.En suma, los obreros industriales ingleses de esta época vivían ypensaban lo mismo que se hace todavía en ciertos lugares deAlemania, replegados sobre sí mismos, separadamente, sin actividadintelectual y llevando una existencia tranquila. Raramente sabían leery todavía menos escribir, iban regularmente a la iglesia, noparticipaban en la política, no conspiraban, no pensaban, lesgustaban los43ejercicios físicos, escuchaban la lectura de la Biblia con unrecogimiento tradicional, y convivían muy bien, humildes y sinnecesidades, con las clases sociales en posición más elevada. Pero, encambio, estaban intelectualmente muertos; sólo vivían para susintereses privados, mezquinos, para su telar y su jardín e ignorabantodo lo del movimiento poderoso que, en el exterior, sacudía a lahumanidad. Ellos se sentían cómodos en su apacible existenciavegetativa y, sin la revolución industrial, jamás hubieran abandonadoesta existencia de un romanticismo patriarcal, pero, a pesar de todo,indigna de un ser humano.Lo cierto es que no eran hombres sino simples máquinas,trabajando para algunos aristócratas que hasta entonces habíandirigido la historia; la revolución industrial no ha hecho otra cosa quesacar la consecuencia de esta situación reduciendo enteramente a losobreros al papel de simples máquinas y arrebatándoles los últimosvestigios de actividad independiente, pero, precisamente por estarazón, incitándolos a pensar y a exigir el desempeño de su papel dehombres. Si, en Francia, ello se debió a la política, en Inglaterra fue laindustria -y de una manera general la evolución de la sociedadburguesa- lo que arrastró en el torbellino de la historia las últimasclases sumidas en la apatía con respecto a los problemas humanos deinterés general.La primera invención que transformó profundamente la situaciónde los obreros ingleses de entonces, fue la Jenny(3) del tejedor JamesHargreaves, de Standhill, cerca de Blackburn en el Lancashire delNorte (1764). Esta máquina era la antecesora rudimentaria de la Muleque habría de sucederla más tarde; funcionaba a mano, pero en lugarde un huso -como en el torno ordinario para hilar a mano- poseía 16 ó18, movidos por un solo obrero. De este modo fue posible proveermucho más hilo que antes; mientras que anteriormente un tejedor,que empleaba constantemente tres hiladores, nunca tenía suficientehilo y con frecuencia tenía que esperar, ahora había allí más hilo delque podían tejer los obreros existentes. La demanda de productostextiles que, por otra parte, estaba en aumento, se incrementó de nuevo debido a los precios más bajosde estos productos, como consecuencia de la reducción de gastos deproducción por el empleo de la nueva máquina. Como resultado, hubonecesidad de emplear a más tejedores y el salario de éstos se elevó. Y,como desde entonces el tejedor podía ganar más consagrándose a suoficio, abandonó lentamente sus ocupaciones agrícolas y se dedicóenteramente a la industria textil. En esa época una familia estabacompuesta de cuatro adultos y dos niños, que estaban limitados altrabajo de encanillado, llegaba a ganar, por 10 horas de trabajo diario,4 libras esterlinas por semana -28 táleros al cambio prusiano actualy a menudo más cuando los negocios marchaban bien y el trabajourgía. No era raro que un solo tejedor ganara en su oficio 2 librasesterlinas por semana. Así es cómo la clase de los tejedores agrícolasdesapareció poco a poco completamente, fundiéndose en la nuevaclase de aquellos que eran exclusivamente tejedores, que vivíanúnicamente de su salario, no poseían propiedad, ni siquiera la ilusiónde la propiedad que confiere el arriendo de tierras. Se convirtieron portanto en proletarios (working men). A esto se añade asimismo lasupresión de las relaciones entre hilador y tejedor. Hasta entonces, enla medida de lo posible, el hilo era torcido y tejido bajo un mismotecho. Como ahora la Jenny, al igual que el telar, exigía una manovigorosa, los hombres también se dedicaron al hilado y familiasenteras vivían de ello; en tanto que otras, forzadas a abandonar eltorno para hilar, arcaico y obsoleto, cuando carecían de los mediospara comprar una Jenny, tenían que vivir únicamente del oficio detejedor del padre de familia. Así es cómo comenzó la división deltrabajo entre tejido e hilado, que por consecuencia habría de serllevada tan lejos en la industria.Mientras que el proletariado industrial se desarrollaba así con estaprimera máquina, por cierto muy imperfecta, ésta dio igualmentenacimiento a un proletariado agrícola. Hasta entonces, había existidoun gran número de pequeños campesinos propietarios, llamadosyeomen, que habían vegetado en la misma tranquilidad y la mismanada intelectual45que sus vecinos, los tejedores-agricultores. Ellos cultivaban supequeña parcela de tierra con exactamente la misma negligencia quelo habían hecho sus padres, y se oponían a toda innovación con laobstinación particular de estos seres, esclavos de la costumbre, queno cambian en absoluto durante generaciones. Entre ellos habíatambién muchos pequeños arrendatarios, no en el sentido actual deltérmino, sino personas que habían recibido de sus padres y abuelossu pequeña parcela de tierra, ya sea a título de un arrendamientohereditario, ya sea en virtud de una antigua costumbre, y que sehabían establecido tan sólidamente como si la tierra les pertenecieraen propiedad. Ahora bien, como los trabajadores industrialesabandonaban la agricultura, un gran número de terrenos se hallabanvacantes, y allí se instaló la nueva clase de los hacendados (grossenPächter), arrendando de un sólo golpe 50, 100, 200 arapendes y hastamás. Eran tenants-at-will, es decir, arrendatarios cuyo contrato podíaser rescindido cada año, y supieron aumentar el producto de lastierras por mejores métodos agrícolas y una explotación en escala másgrande. Ellos podían vender sus productos más baratos que elpequeño yeomen, y éste no tenía otra solución porque su parcela yano lo sustentaba sino vender su tierra y hacerse de una Jenny o untelar, o emplearse como jornalero, proletario agrícola, con un granarrendatario. Su indolencia hereditaria y la manera negligente deexplotar la tierra, defectos que había heredado de sus antepasados yque no había podido superar, no le dejaban otra solución, cuando fueobligado a entrar en competencia con personas que cultivaban sufinca de acuerdo con principios más racionales y con todas lasventajas que confieren el cultivo en grande y la inversión de capitalescon vistas a la mejora del suelo.Sin embargo, la evolución de la industria no quedó ahí. Algunoscapitalistas comenzaron a instalar Jennys en grandes edificacionesmovidas por medio de la fuerza hidráulica, lo que les permitió reducirel número de los obreros y vender su hilo más barato que el de loshilanderos aislados que movían su máquina simplemente a mano. LaJenny fue mejorada constantemente, con el resultado de que acada instante una46máquina se hallaba superada y debía ser transformada, inclusodesechada; y si bien el capitalista podía subsistir gracias a lautilización de la fuerza hidráulica, incluso con máquinas bastanteviejas, a la larga el hilandero aislado no podía hacerlo.Estos hechos marcaban ya el advenimiento del sistema demanufacturas; conoció una nueva extensión gracias al SpinningThrostle (telar continuo), inventado por Richard Arkwhigt, un barberode Preston, en el Lancashire septentrional, en 1767. Esta máquinaque se llama comúnmente en alemán Kettenstuhl (telar de cadena) es,con la máquina de vapor, la invención mecánica más importante delsiglo XVIII. Ella es concebida a priori para ser accionadamecánicamente y fundada en principios enteramente nuevos. Alasociar las particularidades de la Jenny y del telar continuo, SamuelCrompton, de Firwood (Lancashire)1785, creó la mule, y comoArkwright inventó por la misma época las máquinas de cardar y deatar, la manufactura devino el único sistema existente para el hiladodel algodón. Poco se logró que estas máquinas fuesen utilizables parael hilado de la lana y más tarde del lino (en la primera década de esesiglo), luego de varias modificaciones poco importantes, y por estarazón se pudo reducir el trabajo manual también en estos sectores.Pero ahí no paró la cosa. En los últimos años del siglo pasado, el Dr.Cartwright, pastor protestante, había inventado el telar mecánico, yhacia 1804 lo había perfeccionado a tal punto que el mismo podíacompetir exitosamente con los tejedores manuales; y la importanciade todas estas máquinas se duplicó gracias a la máquina de vapor deJames Watt, inventada en 1764 y empleada para mover máquinas dehilar a partir de 1785.Estos inventos, que después fueron mejorados todos los años,decidieron la victoria del trabajo mecánico sobre el trabajo manual enlos principales sectores de la industria inglesa, y toda la historiareciente de ésta nos muestra cómo los trabajadores manuales hansido desplazados de sus posiciones por las máquinas. Lasconsecuencias de ello fueron, de una parte, una rápida caída de losprecios de todos los productos47manufacturados, el desarrollo del comercio y de la industria, laconquista de casi todos los mercados extranjeros no protegidos, elcrecimiento acelerado de los capitales y de la riqueza nacional; y, deotra parte, el incremento aún más rápido del proletariado, destrucciónde toda propiedad, de toda seguridad de sostén para la clase obrera,desmoralización, agitación política, y todos esos hechos que repugnantanto a los ingleses acomodados y que vamos a examinar en laspáginas que siguen. Hemos vistos anteriormente qué trastornoprovocó en las relaciones sociales de las clases inferiores una solamáquina tan torpe como la Jenny: desde entonces ya no es paraasombrarse de lo que ha podido hacer un sistema de maquinariaautomática complejo y perfeccionado que recibe de nosotros lamateria prima y la transforma en tejidos perfectos.Sin embargo, examinemos más detenidamente el desarrollo6 de laindustria inglesa*(18), y comencemos por una rama principal: laindustria del algodón. De 1771 a 1775, se importaba por términomedio menos de 5 millones de libras de algodón por año; en 1841,528 millones, y la importación de 1844 llegó por lo menos a 600millones. En 1834, Inglaterra exportó 556 millones de yardas detejidos de algodón, 761/2 millones de libras de hilo de algodón, yartículos de géneros de punto de algodón por un valor de 1200000libras esterlinas.Ese mismo año la industria textil contaba con más de 8 millones dehusos, 110000 telares mecánicos y 250000 manuales, sin incluir loshusos de los telares continuos, y, según los cálculos de MacCulloch; este sector industrial directa oindirectamente constituía el sustento de cerca de un millón y mediode seres humanos en los tres reinos, de los cuales solamente 220000trabajaban en las fábricas. La fuerza utilizada por estas fábricas secalculaba en 33000 caballos de fuerza motriz, producida por el vapor,y 11000 caballos de fuerza hidráulica. Actualmente estas cifras sonmuy superiores, pudiendo darse por seguro que en 1845 la potencia yel número de las máquinas, así como el número de obreros, essuperior en 50% a aquellas de 1834. El centro principal de estaindustria es el Lancashire, región donde nació; la misma harevolucionado completamente a este condado, transformando lastierras sombrías y mal cultivadas en una comarca animada ylaboriosa, ha decuplicado su población en 80 años y ha hecho brotardel suelo como por encantamiento ciudades gigantescas comoLiverpool y Manchester que cuentan juntas 700000 habitantes, y susvecinas Bolton (60000 h.), Rochdale (75000 h.), Oldham (50000 h.),Preston (60000 h.), Ashton y Stalybridge (40000 h.), así como todauna multitud de ciudades industriales.La historia del Lancashire meridional conoció los más grandesmilagros de los tiempos modernos, pero nadie ha hablado de ello, ytodos estos milagros los realizó la industria textil. Por otra parte,Glasgow constituye un segundo centro para el distrito textil deEscocia, el Lanarkshire y el Refrewshire, y allí también la población dela ciudad central ha pasado de 30000 a 300000 habitantes desde lainstalación de esta industria. En Nottingham y Derby, la calceteríarecibió igualmente un nuevo impulso debido a la baja del precio delhilo y un segundo impulso debido a la mejora de la máquina de hacermedias, que permitía fabricar al mismo tiempo dos de ellas con unsolo telar. Desde 1777, fecha de la invención de la máquina de hacerel punto enlazado, la fabricación de encajes ha devenido una ramaindustrial importante; poco después; Lindley inventó la máquina depoint-net y, en 1809, Heathcote la máquina bobbin-net, quesimplificaron infinitamente la fabricación de encajes y aumentaronparalelamente el consumo en igual proporción como consecuencia delnivel moderado de49los de los precios. Actualmente, por lo menos 200000 personas vivende esta actividad, la cual se desarrolla principalmente en Nottingham,Leicester y en el oeste de Inglaterra (Wiltshire, Devonshire, etc.).Las ramas que dependen de la industria algodonera han conocidouna expansión análoga: el blanqueo, el teñido y el estampado. Elblanqueo por la utilización del cloro en lugar del oxígeno en elblanqueo químico, la tintorería debido al rápido desarrollo de laquímica, y el estampado gracias a una serie de invenciones mecánicassumamente brillantes, conocieron un desarrollo que -además de laexpansión de estas ramas debido al crecimiento de la industria delalgodón- les aseguró una prosperidad desconocida hasta entonces.La misma actividad se manifestó en el beneficio de la lana. Ésta eraya la rama principal de la industria inglesa, pero las cantidadesproducidas durante esos años no son nada en comparación con lasque se producen actualmente. En 1782, toda la cosecha lanera delos tres años precedentes permanecía en estado bruto por falta deobreros, y así hubiera permanecido necesariamente de no haber sidopor las nuevas invenciones mecánicas para el hilado de la lana. Laadaptación de estas máquinas al hilado de la lana se logró con elmayor éxito. El desarrollo rápido que hemos visto en los distritosalgodoneros afectó en lo adelante a los distritos laneros. En 1738, enel West-Riding, Yorkshire, se fabricaban 75000 piezas de paño; en1817: 490000, y la expansión de la industria lanera fue tal que, en1834, se exportaban 450000 piezas de paño más que en 1825. En1801, se procesaba 101 millones de libras de lana (de las cuales 7millones eran importadas); en 1835, 180 millones de libras (de lascuales 42 millones eran importadas). El distrito principal de estaindustria es el West-Riding, Yorkshire; la lana inglesa de fibra largase transforma en estambre en Bradford, y en las ciudades de Leeds,Halifax, Huddersfield, etc., la lana de fibra corta se transforma enhilos torcidos y es utilizada para el tejido; en tanto que en la región deRochdale, Lancashire, además de manufacturas de algodón50se fabrica mucha franela, y en el oeste de Inglaterra se fabrican lastelas más finas. También en ese distrito el crecimiento de la poblaciónes notable, y, desde 1831, debe haber crecido aún más, en 20-25%por lo menos. Cifras de población 1801 1831 Bradford 29000 77000 Halifax 63000 110000 Huddersfield 15000 34000 Leeds 53000 123000 Conjunto del West-Riding 564000 980000En 1835, en los tres reinos, el hilado de la lana se hacía en 1313fábricas con 71300 obreros, los cuales representaban una pequeñaparte de la masa que vive directa o indirectamente de la industrialanera, con la exclusión de la casi totalidad de los tejedores.Los progresos de la industria lanera fueron más tardíos, ya que lanaturaleza de la materia prima hacía muy difícil la utilización de lamáquina de hilar. Es cierto que hacia el final del siglo anterior ya sehabían hecho ensayos en este sentido en Escocia, pero no fue sino en1810 que el francés Girard ideó un método práctico de hilada del lino,si bien a estas máquinas no se le dio la importancia que tenían hastaque les fueron introducidas mejoras en Inglaterra y se emplearon7 allíen gran escala en Leeds, Dundee y Belfast. Entonces la industrialanera inglesa experimentó un rápido desarrollo. En 1814, Dundeerecibió 3000 toneladas* de lino, en 1835 unas 19000 toneladas de linoy 3400 toneladas de cáñamo. La exportación de tela irlandesa hacia la Gran Bretaña pasó de 32 millones de yardas en 1800 a 53millones en 1825, gran parte de la cual fue reexportada; laexportación de tela inglesa y escocesa pasó de 24 millones de yardasen 1820 a 51 millones en 1833. En 1835, el número de hilanderías delino era de 347, con 33000 obreros, de las cuales la mitad se hallabaen Escocia meridional, más de 60 en el West-Riding, Yorkshire (Leedsy sus alrededores), 25 en Belfast, Irlanda, y el resto en Dorsetshire yLancashire. La tejedura se hace en Escocia meridional, en diversospuntos de Inglaterra, y sobre todo en Irlanda. Los inglesesemprendieron con el mismo éxito el beneficio de la seda. Ellos recibíande Europa meridional y de Asia la materia prima ya hilada, y eltrabajo esencial consistía en torcer la seda cruda (tramaje).Hasta 1824, los derechos de aduana que, gravaban pesadamente laimportación de seda en bruto (4 chelines por libra) afectabanseriamente a la industria inglesa de la seda y ella disponía solamente,debido a los derechos protectores, del mercado inglés y el de suscolonias. En ese año los derechos de importación fueron reducidos aun penique e inmediatamente el número de fábricas se incrementónotablemente; en un año el número de máquinas de reunir pasóde780000 a 1180000; y si bien la crisis económica de 1825 paralizómomentáneamente esta rama industrial, en 1827 ya se fabricaba másque nunca, pues los talentos mecánicos y la experiencia de losingleses aseguraban a sus máquinas de urdir la ventaja sobre lasinstalaciones inferiores de sus competidores. En 1835, el imperiobritánico poseía 263 fábricas de urdir con 30000 obreros, ubicadas ensu mayoría en Cheshire (Macclesfield, Coglenton y los alrededores), enManchester y Somerstshire. Por otra parte, todavía existen muchasfábricas para el tratamiento de los desperdicios de los capullos deseda, que sirve para hacer un artículo particular (spunsilk -hilados deseda) que los ingleses suministran a hilanderías de París y de Lyon. Eltejido de seda así urdida e hilada se efectúa sobre todo en Escocia(Paisley, etc.) y en Londres (Spitalfields), pero igualmente enManchester y otras partes.52Sin embargo, el desarrollo gigantesco alcanzado por la industriainglesa desde 1760 no se limita a la fabricación de telas de vestido. Elimpulso, una vez iniciado, se comunicó a todas las ramas de laactividad industrial y una multitud de invenciones, que no teníanrelación alguna con aquellas que hemos citado, duplicaron suimportancia debido a que surgieron en medio del movimiento general.Pero al mismo tiempo, luego que se demostró la importanciaincalculable del empleo de la fuerza mecánica en la industria, sehicieron todos los esfuerzos para extender la utilización de esta fuerzaa todos los campos y para explotarla8 a beneficio de los diversosinventores e industriales; además, la demanda de máquinas,combustibles, material de transformación redobló la actividad de unamultitud de obreros y de oficios. Sólo con el empleo de la máquina devapor es que se empezó a dar importancia a los inmensos yacimientoscarboníferos de Inglaterra. La fabricación de máquinas data solamentede ese momento, así como el nuevo interés que se dio a las minas dehierro, que suministraban la materia prima para las máquinas. Elincremento del consumo de lana desarrolló la cría de ovejas, y elaumento de la importación de lana, de lino y de seda tuvo por efectoun crecimiento de la marina mercante inglesa. Fue sobre todo laproducción de hierro la que se incrementó. Las montañas inglesas,ricas en hierro, habían sido poco explotadas hasta entonces; siemprese había fundido el mineral de hierro con carbón de madera, el cual -debido a la mejora de los cultivos y al desmonte de tierras- resultabacada vez más caro y escaso. Sólo en el siglo anterior es que secomenzó a utilizar para este propósito la hulla sulfurada (coke) y, apartir de 1780, se descubrió un nuevo método para transformar elhierro fundido con coke, hasta entonces utilizable solamente bajo laforma de arrabio, en hierro utilizable igualmente para la forja. A estemétodo, que consiste en extraer el carbono mezclado con el hierro enel proceso de fusión, los ingleses dan el nombre de puddling, y graciasal mismo se abrió un nuevo campo para la producción siderúrgicainglesa. Se construyeron altos hornos cincuenta veces mayores que antes, se simplificó la fusión del mineral con laayuda de insufladores de aire caliente y se pudo así producir acero aun precio tan ventajoso que en lo adelante se fabricó unamultitud de objetos que antes se hacían de madera o de piedra.En 1788, Thomas Payne, el célebre demócrata, construyó en elcondado Yorkshire el primer puente de acero que fue seguido de ungran número de otros puentes, aunque actualmente casi todas lospuentes, en particular sobre las vías férreas, son de hierro fundido eincluso en Londres existe uno sobre el Támesis, el puente Southwalk,fabricado de este material. Asimismo, son de uso corriente lascolumnas de acero y las armazones para máquinas de igual material;y, desde la puesta en servicio del alumbrado de gas y los ferrocarriles,se abren nuevos campos para la producción siderúrgica en Inglaterra.Los clavos y los tornillos fueron poco a poco igualmente fabricados pormáquinas. Huntsman, de Sheffield, descubrió en 1760 un modo parafundir el acero que hizo superflua una buena cantidad de trabajo yfacilitó la fabricación de artículos baratos; y es entonces solamentegracias a la mayor pureza de los materiales disponibles, graciasasimismo al perfeccionamiento de las herramientas, a las nuevasmáquinas, y a una división más minuciosa del trabajo, que lafabricación de productos metalúrgicos devino importante enInglaterra. La población de Birmingham creció de 73000 h. en 1801 a200000 en 1844, la de Sheffield de 46000 en 1801 a 110000 en1844,y el consumo de carbón de solamente esta última ciudadalcanzó la cifra de 515000 toneladas en 1836. En 1805, se exportó4300 toneladas de productos siderúrgicos y 4600 toneladas de hierroen lingotes; en 1834, 16200 toneladas de productos metalúrgicos y107000 toneladas de hierro en lingotes; y la extracción de mineral dehierro que en 1740 fue de sólo 17000 toneladas llegó a casi 700000toneladas en 1834. Solamente la fusión del hierro en lingotesconsume más de 3 millones de toneladas de carbón por año, y no sepodría imaginar la importancia que han adquirido en términosgenerales las minas de carbón en los últimos sesenta años. Todos losyacimientos carboníferos de Inglaterra y de Escocia son actualmenteexplotados, y las minas de Northumberland54y de Durham producen ellas solas más de 5 millones de toneladasanualmente para la exportación, y dan ocupación a 40 ó 50 milobreros. Según el Durham Chronicle,(19) había en actividad en esosdos condados 14 minas de carbón en 1753, 40 en 1800, 76 en 1836, y130 en 1843. Por lo demás, todas las minas son actualmenteexplotadas mucho más activamente que antes. Asimismo, se explotanmás activamente las minas de estaño, de cobre y de plomo, yparalelamente a la expansión de la fabricación de vidrio se creó unanueva rama industrial con la fabricación de objetos de barro que hacia1763 adquirió importancia gracias a Josiah Wedgwood. Este redujotoda la fabricación de la vajilla de barro vidriado a principioscientíficos, mejoró el gusto del público y fundó las alfarerías delStaffordshire del norte, región de ocho leguas cuadradas inglesas, queantes era un desierto estéril, y ahora se halla sembrada de fábricas yviviendas, y más de 60000 personas viven de esta industria.Todo fue arrastrado por este movimiento, este torbellino universal.La agricultura fue igualmente transformada. Y, como hemos visto, nosólo las tierras pasaron a manos de otros poseedores y cultivadores,sino que además fueron afectadas de otra manera. Los grandescultivadores emplearon su capital en la mejora del suelo, derribaronlas inútiles cercas de separación, utilizaron mejores instrumentos eintrodujeron una alternación sistemática en los cultivos (cropping byrotation). Ellos también se beneficiaron del progreso de las ciencias.Sir Humphrey Davy aplicó con éxito la química a la agricultura, y eldesarrollo de la mecánica le produjo gran número de ventajas. Porotra parte, el crecimiento de la población provocó tal alza en lademanda de productos agrícolas que, de 1760 a 1834, sedesmontaron 6840540 arpendes ingleses de tierras estériles, y, apesar de todo, Inglaterra, de país exportador de trigo se convirtió enimportador en el país de Gales mil leguas inglesas de carreteras, de un ancholegal de 60 pies, y casi todas las carreteras antiguas fueron renovadassegún el principio de Mac Adam. En Escocia, los servicios de obraspúblicas construyeron, a partir de 1803 poco más o menos, 900leguas de carreteras y más de 1000 puentes, lo cual permitió a laspoblaciones de las montañas ponerse súbitamente en contacto con lacivilización. Hasta entonces la mayoría de los montañeses habían sidocazadores furtivos y contrabandistas; en lo adelante se convirtieron enagricultores y artesanos laboriosas y, aunque se han creado escuelasgalesas a fin de conservar la lengua, las costumbres y la lengua galocélticas están en vías de una rápida desaparición ante el progreso dela civilización inglesa. Lo mismo ocurre en Irlanda. Entre los condadosde Cork, Limerick y Kerry se extendía antes una región desértica, sincaminos transitables, que debido a su inaccesibilidad era el refugio detodos los criminales y el principal bastión de la nacionalidad celtairlandesa en el sur de la isla: Se la surcó de carreteras y se permite asía la civilización penetrar incluso en este país salvaje.El conjunto del imperio británico, pero sobre todo Inglaterra, quehace sesenta años poseía tan malos caminos como los de Francia yAlemania en esa época, está cubierto hoy de una red de magníficascarreteras; y éstas se deben, como casi todo en Inglaterra, a laindustria privada, porque el estado ha hecho muy poco o nada en estecampo.Antes de 1755, Inglaterra poseía muy pocos canales. En 1755, enLancashire, se construyó el canal de Sankey Brook en St. Helens; y en1759 James Brindley construyó el primer canal importante, el deduque de Bridgewater que va de Manchester y las minas de estaregión a la desembocadura del Mersey y que, en Barton, pasamediante un encañado por encima del río Irwell. Desde entonces esque data la red de canales ingleses a la cual Brindley fue el primeroen darle importancia; se trazaron canales en todas direcciones, y sehicieron navegables los ríos. En Inglaterra solamente hay 2200leguas de canales y 1800 leguas de ríos navegables; en Escocia se construyó el canal caledonioque atraviesa el país de parte a parte, y en Irlanda también diferentescanales. Estas instalaciones, como los ferrocarriles y las carreteras, sedeben casi todas a la iniciativa particular y a las compañías privadas.La construcción de ferrocarriles es de fecha reciente. La primera víaimportante fue la de Liverpool a Manchester (inaugurada en 1830);desde entonces, todas las grandes ciudades han sido unidas por víasférreas. Por ejemplo, el ferrocarril de Londres a Southampton,Brighton, Dover, Colchester, Cambridge, Exeter (vía Bristol) yBirmingham; de Birmingham a Gloucester, Liverpool, Lancaster (víaNewton y Wigan y vía Manchester y Bolton), además a Leeds (víaManchester y Halifax y vía Leicester, Dervy y Sheffield); de Leeds aHull y Newcastle (vía York...). Añadamos a ello las numerosas víasmenos importantes, en construcción o en proyecto, que prontopermitirán ir de Edimburgo a Londres en un solo día.Del mismo modo que el vapor había revolucionado lascomunicaciones en tierra, dio también a la navegación un nuevoprestigio. El primer barco de vapor navegó en 1807 por el Hudson enla América del Norte; en el imperio británico el primero fue lanzado alagua en el Clyde. Desde esa fecha, se han construido más de 600 enInglaterra y en 1836 más de 500 se hallaban activos en los puertosbritánicos.Tal es, en suma, la historia de la industria inglesa en los últimossesenta años, una historia que no tiene igual en los anales de lahumanidad. Hace sesenta u ochenta años, Inglaterra era un paíscomo todos las demás, con pequeñas ciudades, una industria pocoimportante y elemental, una población esparcida, perorelativamente importante; y ahora es un país sin par, con unacapital de 2 millones y medio de habitantes, ciudades industrialescolosales, una industria que abastece al mundo entero, y que fabricacasi todo con la ayuda de las máquinas más complejas, una poblacióndensa, laboriosa57e inteligente, cuyas dos terceras partes son empleadas por laindustria10, y que se compone de clases muy diferentes de aquellas deantaño, que incluso constituye enteramente otra nación, con otrascostumbres y otras necesidades distintas a las de antes. La revoluciónindustrial tiene para Inglaterra ya significación que tuvo para Franciala revolución política y la revolución filosófica para Alemania, y ladiferencia existente entre Inglaterra de 1760 y aquella de 1844 es porla menos tan grande como aquella que diferencia la Francia delantiguo régimen11 de aquella de la revolución de julio. Sin embargo, elfruto más importante de esta revolución industrial es el proletariadoinglés.Ya hemos visto que el proletariado nació de la introducción delmaquinismo. La rápida expansión de la industria exigía brazos; elsalario aumentó por consecuencia, y grupos compactos detrabajadores procedentes de las regiones agrícolas emigraron hacia lasciudades. La población creció a un ritmo acelerado, y casi todo elincremento se debió a la clase de los proletarios.Por otra parte, no fue sino hasta el comienzo del siglo XVIII quereinó cierto orden en Irlanda; allí también la población, más quediezmada por la barbarie inglesa durante las perturbacionesanteriores, se incrementó rápidamente, sobre todo después que eldesarrollo industrial comenzó a atraer hacia Inglaterra una ola deirlandeses. Así es cómo nacieron las grandes ciudades industriales ycomerciantes y de contactos artesanos. Del mismo modo tres cuartaspartes de la población forma parte de la clase obrera, y donde lapequeña burguesía se compone de comerciantes y de contactosartesanos. Del mismo modo que la nueva industria no adquirióimportancia sino desde el día en que transformó las herramientas en máquinas, los talleres enfábricas, y por ende la clase trabajadora mediana en proletariadoobrero, los negociantes de antes en industriales; del mismo modo, enefecto, la pequeña clase media fue aplastada y la población reducida ala simple oposición entre capitalistas y obreros; es lo mismo que haocurrido fuera del sector industrial en el sentido estricto de la palabraentre los artesanos e incluso en el comercio. Así, a los maestros yoficiales de antes han sucedido los grandes capitalistas y los obrerosque jamás tenían la perspectiva de elevarse por encima de su clase; elartesanado se industrializó, la división del trabajo se efectúo con rigor,y los pequeños artesanos que no ahora que los maestros sondespojados por los industriales, que la puesta en marcha de unnegocio autónomo requiere grandes capitales, podían competir con losgrandes establecimientos fueron lanzados a las filas de la claseproletaria. Pero, al mismo tiempo, la eliminación de ese artesanado, elexterminio de la pequeña burguesía, quitaron al obrero todaposibilidad de convertirse él mismo en burgués. Hasta entoncessiempre había tenido la perspectiva de poder establecerse comomaestro en alguna parte, y tal vez contratar a oficiales más tarde; peroes cuando el proletariado ha devenido realmente una clase estable dela población, en tanto que antes se hallaba con frecuencia en unestado de transición para el acceso a la burguesía. En lo adelante,quien naciera obrero no tenía otra perspectiva que la de ser unproletario toda su vida. Por tanto en lo adelante -por primera vez- elproletariado era capaz de emprender acciones autónomas.De esta manera es cómo se reunió la inmensa masa de obreros queocupa actualmente todo el imperio británico, y cuya situación socialllama cada día más la atención del mundo civilizado.La situación de la clase obrera, es decir, la situación de la inmensamayoría del pueblo, o también la cuestión siguiente: ¿cuál debe ser lasuerte de esos millones de seres que no poseen nada, que consumenhoy lo que ganaron ayer, cuyos59descubrimientos y el trabajo han labrado la grandeza de Inglaterra,que diariamente se hacen más conscientes de su fuerza, y exigen cadadía más imperiosamente su parte de las ventajas que procuran lasinstituciones sociales? -desde la "ley de reforma"(20), ésta se haconvertido en la cuestión nacional. Ella es el común denominador detodos los debates parlamentarios de alguna importancia, y aunque laclase media inglesa no quiera admitirlo todavía, aunque trate deeludir esta importante cuestión y haga pasar sus interesesparticulares por los verdaderos intereses de la nación, esosexpedientes no le servirán de nada. Cada período de sesiones delParlamento ve la clase obrera ganar terreno y los intereses de la clasemedia perder importancia, y aunque la clase media sea la principal eincluso la única fuerza en el Parlamento, la última sesión de Cámarade los Comunes, ha sido el héroe de esta sesión, en tanto 1844 no hasido más que un largo debate sobre las condiciones de vida de losobreros (ley de los pobres, ley de fábricas, ley sobre las relacionesentre poderosos y subordinados)(21), y Thomas Duncombe,representante de la clase obrera en la que la clase media liberal consu moción sobre la supresión de las leyes sobre granos, y la clasemedia radical con su proposición de rehusar los impuestos hanjugado un papel lamentable. Incluso las discusiones sobre Irlanda nofueron en realidad más que debates sobre la situación del proletariadoirlandés y sobre los medios de mejorarla. Pero ya es hora que la clasemedia inglesa haga concesiones a los obreros, que ya no suplican,sino que amenazan y exigen, porque antes de mucho podría serdemasiado tarde.Pero la clase media inglesa y, en particular, la clase industrial quese enriquece directamente de la miseria de los trabajadores, no quieresaber nada de esta miseria. Ella que se siente fuerte, representativade la nación, se avergüenza de mostrar a los ojos del mundo esta llagaen el flanco de Inglaterra; ella no quiere admitir que los obreros sehallan en la miseria, porque es ella, la clase industrial poseedora,quien tendría que asumir la responsabilidad moral de esta miseria.De ahí que la actitud burlona que adoptan los ingleses cultos -y ellosson los únicos,60es decir la clase media, a quien se conoce en el continente- cuando seponen a hablar de la situación de los obreros; de ahí la ignoranciatotal, de toda la clase media, respecto a todo lo que afecta a losobreros; de ahí las torpezas ridículas que esta clase comete en elParlamento y fuera del mismo cuando se discuten las condiciones devida del proletariado; de ahí la indiferencia risueña, a la cual ella seabandona, en un suelo que se hallaba minado bajo sus pies y puedehundirse de un día para otro, y cuyo hundimiento cercano tiene laineluctabilidad de una ley matemática o mecánica; de ahí estemilagro: los ingleses todavía no poseen información completa sobre lasituación de sus obreros; mientras se hacen investigaciones y seabusa de los rodeos en torno a este problema desde hace quien sabecuántos años. Pero es esto asimismo lo que explica la profunda cólerade toda la clase obrera, desde Glasgow hasta Londres, contra los ricosque los explotan sistemáticamente y los abandonan después sinpiedad a su suerte, cólera que en muy poco tiempo -casi se puedecalcularlo- estallará en una revolución, comparada con la cual laprimera revolución francesa y el año 1794 serán un juego de niños.
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LA SITUACIÓN DE LA CLASE OBRERA EN INGLATERRA- FEDERICO ENGELS
Ficción históricaObra de Federico Engels