Una ciudad como Londres, donde se puede caminar durante horassin siquiera entrever el comienzo del fin, sin descubrir el menorindicio que señale la proximidad del campo, es algo verdaderamentemuy particular.Esta enorme centralización, este amontonamiento de 3,5 millonesde seres humanos en un solo lugar ha centuplicado el poderío deestos 3,5 millones de hombres. La misma ha elevada a Londres alrango de capital comercial del mundo, creado los muelles gigantescosy reunido los millares de naves que cubren continuamente el Támesis.No conozco nada que sea más importante que el espectáculo queofrece el Támesis, cuando se remonta el río desde el mar hasta elLondon Bridge. La masa de edificios, los astilleros de cada lado, sobretodo en la vecindad de Woolwich, los innumerables barcos alineados alo largo de ambas riberas, que se aprietan cada vez másestrechamente los unos contra los otros y no dejan finalmente enmedio del río más que un canal estrecho, por el cual se cruzan a plenavelocidad un centenar de barcos de vapor -todo esto es tan grandioso,tan enorme, que uno se aturde y se queda estupefacto de la grandezade Inglaterra aún antes de poner el pie en su suelo.1313 (1892). Eso era hace cerca de 50 años, en la época de lospintorescos veleros Éstos -ocurre todavía en Londres- se hallanactualmente atracados a los muelles, el Támesis está lleno dehorribles vapores, ennegrecidos de hollín. (F.E.)66Por lo que toca a los sacrificios que todo ello ha costado, no se lesdescubre sino más tarde. Cuando uno ha andado durante algunosdías por las calles principales, cuando se ha abierto pasopenosamente a través de la muchedumbre, las filas interminables devehículos, cuando se ha visitado los "barrios malos" de esta metrópoli,es entonces solamente cuando se empieza a notar que estoslondinenses han debido sacrificar la mejor parte de su cualidad dehombres para lograr todos los milagros de la civilización de los cualesrebosa la ciudad, que cien fuerzas, que dormitaban en ellos, hanpermanecido inactivas y han sido ahogadas a fin de que sólo algunaspuedan desarrollarse más ampliamente y ser multiplicadas uniéndosecon aquellas de las demás. La muchedumbre de las calles tiene ya,por sí misma, algo de repugnante, que subleva la naturaleza humana.Estos centenares de millares de personas, de todas las condiciones yclases, que se comprimen y se atropellan, ¿no son todos hombres queposeen las mismas cualidades y capacidades y el mismo interés enla búsqueda de la felicidad? ¿Y no deben esas personas finalmentebuscar la felicidad por los mismos medios y procedimientos? Y, sinembargo, esas personas se cruzan corriendo, como si no tuviesennada en común, nada que hacer juntas; la única relación entre ellases el acuerdo tácito de mantener cada quien su derecha cuando vapor la acera, a fin de que las dos corrientes de la multitud que secruzan no se obstaculicen mutuamente; a nadie se le ocurre siquierafijarse en otra persona. Esta indiferencia brutal, este aislamientoinsensible de cada individuo en el seno de sus intereses particulares,son tanto más repugnantes e hirientes cuanto que el número de losindividuos confinados en este espacio reducido es mayor. Y aúncuando sabemos que este aislamiento del individuo, este egoísmocerrado son por todas partes el principio fundamental de la sociedadactual, en ninguna parte se manifiestan con una impudencia, unaseguridad tan totales como aquí, precisamente, en la muchedumbrede la gran ciudad. La disgregación de la humanidad en mónadas, cadauna de las cuales tiene un principio de vida particular, y un finparticular, esta atomización del mundo es llevada aquí al extremo.67De ello resulta asimismo que la guerra social, la guerra de todoscontra todos, aquí es abiertamente declarada. Como el amigo Stirner,las personas no se consideran recíprocamente sino como sujetosutilizables; cada quien explota al prójimo, y el resultado es que elfuerte pisotea al débil y que el pequeño número de fuertes, es decir loscapitalistas, se apropian todo, mientras que sólo queda al grannúmero de débiles, a los pobres, su vida apenas.Y lo que es cierto en cuanto a Londres, lo es igualmente respecto deManchester, Birmingham, Leeds y todas las grandes ciudades.Indiferencia bárbara por todas partes, dureza egoísta de un lado ymiseria indecible del otro lado, la guerra social por todas partes, elhogar de cada uno en estado de sitio, por todas partes pillaje recíprocobajo el manto de la ley, y todo con un cinismo, una franqueza talesque uno se horroriza de: las consecuencias de nuestro estado social.tales como aparecen aquí en su desnudez y ya no se asombra uno denada, si no que todo este mundo loco no se haya desmembradotodavía.En esta guerra social, el capital, la propiedad directa o indirecta delas subsistencias y de los medios de producción es el arma con la cualse lucha; asimismo está claro como el día, que el pobre sufre todas lasdesventajas de semejante estado: Nadie se preocupa de él; lanzado eneste torbellino caótico, tiene que defenderse como pueda. Si tiene lasuerte de encontrar trabajo, es decir; si la burguesía le concede lagracia de enriquecerse a su costa; obtiene un salario que apenas essuficiente para sobrevivir; si no encuentra trabajo, puede robar, si noteme a la policía, o bien morir de hambre y aquí también la policíacuidará que muera de hambre de manera tranquila, sin causar dañoalguno a la burguesía.Durante mi estancia en Inglaterra, la causa directa del fallecimientode 20 ó 30 personas fue el hambre, en las condiciones másindignantes, y en el momento de la investigación correspondiente,raramente se halló un jurado que tuviera el valor de hacerlo saberclaramente. Las declaraciones68de los testigos tenían que ser muy sencillas y claras, desprovistas detodo equívoco, y la burguesía -entre la cual se había seleccionado eljurado- siempre hallaba una salida que le permitía escapar a esteterrible veredicto; muerte por hambre. La burguesía, en este caso, notiene el derecho de decir la verdad, pues sería en efecto condenarse así misma. Pero, indirectamente también, muchas personas mueren dehambre -aun mucho más que directamente- porque la falta continuade productos alimenticios ha provocado enfermedades mortales quecausan víctimas. Esas personas se han hallado tan débiles que ciertoscasos; que en otras circunstancias hubieran evolucionadofavorablemente, implican necesariamente graves enfermedades y lamuerte. Los obreros ingleses llaman a esto el crimen social, y acusana toda la sociedad de cometerlo continuamente. ¿Tienen razón?Desde luego, sólo mueren de hambre individuos aislados, pero, ¿enqué garantías el trabajador puede fundarse para esperar que no lesucederá lo mismo mañana? ¿Quién le asegura su empleo? ¿Quién legarantiza que, si mañana es despedido por su patrón por cualquierbuena o mala razón, podrá salir bien del apuro, él y su familia, hastaque encuentre otro empleo que le "asegure el pan"? ¿Quién certifica altrabajador que la voluntad de trabajar es suficiente para obtenerempleo, que la probidad, el celo, el ahorro y las numerosas virtudesque le recomienda la sabia burguesía son para él realmente el caminode la felicidad? Nadie. Él sabe que hoy tiene una cosa y que nodepende de él el tenerla mañana todavía; él sabe que el menor soplo,el menor capricho del patrón, la menor coyuntura económicadesfavorable, lo lanzará en el torbellino desencadenado al cual haescapado temporalmente, y donde es difícil, con frecuencia imposible,el mantenerse en la superficie. Él sabe que si bien puede vivir hoy, noestá seguro que pueda hacerlo mañana.Sin embargo, pasemos ahora a un examen más detallado del estadoen que la guerra social sume a la clase que no posee nada. Veamosqué salario la sociedad paga al trabajador a69cambio de su trabajo, bajo forma de vivienda, de vestido y dealimentación, qué existencia asegura a aquellos que contribuyen mása la existencia de la sociedad. Consideremos primeramente lavivienda.Toda gran ciudad tiene uno o varios "barrios malos", donde seconcentra la clase obrera. Desde luego, es frecuente que la pobrezaresida en callejuelas recónditas muy cerca de los palacios de los ricos;pero, en general, se le ha asignado un campo aparte donde, escondidade la mirada de las clases más afortunadas, tiene que arreglárselassola como pueda. En Inglaterra, estos "barrios malos" estánorganizados por todas partes más o menos de la misma manera,hallándose ubicadas las peores viviendas en la parte más fea de laciudad. Casi siempre se trata de edificios de dos o una planta, deladrillos, alineados en largas filas, si es posible con sótanos habitadosy por lo general construidos irregularmente. Estas pequeñas casas detres o cuatro piezas y una cocina se llaman cottages y constituyencomúnmente en toda Inglaterra, salvo en algunos barrios de Londres,la vivienda de la clase obrera. Las calles mismas no sonhabitualmente ni planas ni pavimentadas; son sucias, llenas dedetritos vegetales y animales, sin cloacas ni cunetas, pero en cambiosembradas de charcas estancadas y fétidas. Además, la ventilación sehace difícil por la mala y confusa construcción de todo el barrio, ycomo muchas personas viven en un pequeño espacio, es fácilimaginar qué aire se respira en esos barrios obreros. Por otra parte,las calles sirven de secaderos, cuando hace buen tiempo; se amarrancuerdas de una casa a la de enfrente, y se cuelga la ropa mojada asecar.Examinemos algunos de estos barrios malos. Tenemosprimeramente Londres*, y en Londres el célebre "nido de* Desde que redacté esta descripción, he leído un artículo sobre losbarrios obreros de Londres, en el Illuminated Magazine (octubre1844) que concuerda en muchos pasajes, casi literalmente, con la queescribí: Se titula "The Dwellings of the Poor, from a notebook of a M,D." (La vivienda de los pobres, según observaciones de un médico).(F.E.)70cuervos" (rookery), St. Giles, a donde se va meramente a dar salida aalgunas anchas calles y que debe así ser destruido. St. Giles se hallasituado en la parte más poblada de la ciudad, rodeado de callesanchas y luminosas, donde bulle el mundo elegante londinense,muy cerca de Oxford Street, de Regent Street, de Trafalgar Square ydel Strand. Es una masa de casas de tres o cuatro plantas,construidas sin plan, con calles estrechas, tortuosas y sucias dondereina una animación tan intensa como en las calles principales queatraviesan la ciudad, excepto que en St. Giles sólo se ve gente de laclase obrera. Las calles sirven de mercado: cestas de legumbres y defrutas, naturalmente todas de mala calidad y apenas comestibles,dificultan mucho más el tránsito, y de ellas emana, como de lascarnicerías, un olor nauseabundo. Las casas están habitadas desde elsótano hasta el techo, tan sucias en el exterior como en interior, ytienen un aspecto tal que nadie tendría deseos de vivir en ellas. Peroeso no es nada comparado con los alojamientos en los patios y lascallejuelas transversales a donde; se llega por pasajes cubiertos, ydonde la inmundicia y el deterioro por vejez exceden la imaginación.No se ve, por decirlo así, un solo vidrio intacto, los muros estándestrozados, las guarniciones de las puertas y los marcos de lasventanas están rotos o desempotrados, las puertas -si hay- hechas deviejas planchas clavadas juntas; aquí, incluso en este barrio deladrones las puertas son inútiles porque no hay nada que robar. Portodas partes los montones de detritos y de cenizas y las aguas usadasvertidas delante de las puertas terminan por formar charcasnauseabundas. Aquí es donde viven los más pobres de los pobres, lostrabajadores peor pagados, con los ladrones, los estafadores y lasvíctimas de la prostitución, todos mezclados: La mayoría sonirlandeses o descendientes de irlandeses, y aquellos que aún no hannaufragado en el torbellino de esta degradación moral que loscircunda, se hunden cada día más, pierden cada día un poco más lafuerza de resistir a las influencias desmoralizadoras de la miseria, dela suciedad y del medio ambiente.Pero St. Giles no es el único "barrio malo" de Londres. En71este gigantesco laberinto de calles hay centenares y millares de víasestrechas y de callejuelas, cuyas casas son demasiado miserablespara quienquiera que todavía pueda dedicar cierta suma a unahabitación humana, y con frecuencia es muy cerca de las lujosascasas de los ricos que se hallan estos refugios de la miseria más atroz.Así es cómo recientemente, en el curso de una comprobaciónmortuoria, se calificó a un barrio muy cercano a Portman Square,plaza pública muy idónea, de vecindario "de una muchedumbre deirlandeses desmoralizados por la suciedad y la pobreza". Así como sedescubre en calles como Long Acre, etc., que, sin ser "chic" son apesar de todo convenientes, un gran número de alojamientos en lossótanos, de donde surgen las siluetas de niños enfermizos y demujeres en harapos medio muertos de hambre. En las inmediacionesdel teatro Drury Lane -el segundo de Londres- se hallan algunas delas peores calles de toda la ciudad (las calles Charles, King y Parker)cuyas casas también son habitadas desde el sótano hasta el techosólo por familias pobres. En las parroquias14 de St. John y de St.Margaret. En Westminster, vivían en 1840, según el órgano de laSociedad de Estadísticas, 5366 familias de obreros en 5294"viviendas" -si se les puede dar este nombre-, hombres, mujeres yniños, mezclados sin atención a la edad o el sexo, en total 26830personas, y las tres cuartas partes del número de familias citadas sólodisponían de una pieza. En la parroquia aristocrática de St. George,Hanover Square, vivían; según la misma fuente, 1465 familiasobreras; en total unas 6000 personas, en las mismas condiciones; yallí también más de dos tercios de las familias apiñadas cada una enuna sola pieza. ¡Y de qué manera las clases poseedoras explotanlegalmente la miseria de estos infelices, en cuyas casas los propiosladrones no esperan hallar nada! Por las horribles viviendas cerca deDrury Lane, que acabamos de mencionar, se paga los alquileressiguientes: dos alojamientos en el sótano; 3 chelines (1 tálero); uncuarto en la planta baja, 4 chelines; en el primer piso, 4.5 chelines; enel segundo piso, 4 chelines; buhardillas, 3 chelines por semana. Demodo que los14 (1892) Pfarreien (1845) Pfarren72vecinos famélicos de Charles Street pagan a los propietarios deinmuebles un tributo anual de 2000 libras esterlinas (14000 táleros),y las 5366 familias de Westminster ya citadas un alquiler total de40000 libras esterlinas por año (o sea 270000 táleros).El barrio obrero más grande, sin embargo, se halla al este de laTorre de Londres, en Whitechapel y Bethnal Green, donde estáconcentrada la gran masa de obreros de la ciudad. Veamos lo que diceM.G. Alston, predicador de St. Philip, en Bethnal Green, del estado desu parroquia:"La misma cuenta con 1400 casas habitadas por 2795 familias, osea unas 12000 personas. El espacio donde habita esta importantepoblación no llega a 400 yardas cuadradas (1200 pies), y en talapiñamiento no es raro hallar un hombre, su mujer, 4 ó 5 niños y aveces también el abuelo y la abuela en una sola habitación de 10 a12 pies cuadrados, donde trabajan, comen y duermen. Yo creo queantes de que el obispo de Londres llamara la atención del públicosobre esta parroquia tan miserable, la misma era tan pococonocida en el extremo oeste de la ciudad como los salvajes deAustralia o las islas de los mares del sur. Y si quisiéramos conocerpersonalmente los sufrimientos de estos desventurados, si losobservamos cuando se disponen a comer sus escasos alimentos ylos vemos encorvados por la enfermedad y el desempleo,descubriremos entonces tanta penuria y miseria que una nacióncoma la nuestra debiera avergonzarse de que esto pueda ocurrir.Yo he sido pastor cerca de Huddersfield durante los tres años decrisis, en el peor momento de marasmo de las fábricas, pero desdeentonces jamás he visto a los pobres en una aflicción tan profundacomo en Bethnal Green. Ni un solo padre de familia de cada diez entodo el vecindario tiene otra ropa que la de trabajo, y ésta de lo másandrajosa; asimismo, muchos no tienen más que estos harapos paracubrirse por la noche, y su cama es un saco lleno de paja yviruta."(23)Esta descripción nos muestra ya a qué se parecen de ordinario73esas viviendas. Citaremos, además, informes de las autoridadesinglesas sobre viviendas proletarias que a veces tienen ocasión devisitar.En la oportunidad de una descripción practicada por Mr. Carter,coraner de Surrey, sobre la causa de la muerte de Ann Galway, de 45años de edad, el 16 de noviembre de 1843, los periódicos describieronla vivienda de la difunta en estos términos: ella vivía en el núm. 3 deWhite Lion Court, Bermondsey Street, Londres, con su marido y suhijo de 19 años, en una pequeña habitación donde no había ni cama,ni sábanas ni mueble alguno. Ella yacía muerta al lado de su hijosobre un montón de plumas, esparcidas sobre su cuerpo casidesnudo, pues no había allí ni frazada ni sábanas. Las plumas sepegaban de tal modo a su cuerpo, que hubo que limpiar el cadáverpara que el médico pudiera examinarlo; él lo halló totalmentedescarnado y lleno de parásitos. En el piso de la pieza había un hoyoque servía de retrete a la familia.El lunes 15 de enero de 1844, dos muchachos fueran presentadosante el tribunal de policía de Worship Street, en Londres, porqueacicateados por el hambre habían hurtado en una tienda un trozo decarne medio cocida y lo habían devorado instantáneamente. El juez depolicía ahondó en el asunto y pronto obtuvo de los policías lasaclaraciones siguientes: la madre de estos muchachos era la viuda deun exsoldado que más tarde fue agente de la policía y ella habíasufrido miserias con sus nueve hijos desde la muerte de su marido.Ella vivía en la mayor miseria, en el número 2 de Pools' Place,Quaker Street, en Spitalfields. Cuando el agente de policía fue a sucasa, la halló con seis de sus hijas, literalmente apiñados en unapequeña habitación al fondo de la casa, sin otros muebles que dosviejas sillas de mimbre desfondadas, una mesa pequeña con dos patasrotas, una taza rota, y un plato pequeño... El fogón medio apagado, yen un rincón tantos trapos como los que pudiera necesitar una mujerpara un delantal, pero que servían de cama a toda la familia. Ellosno tenían otras cobijas que sus propias ropas raídas. La pobre mujercontó que había tenida que vender su cama el año anterior, paraobtener alimentos; había empeñado las sábanas al tendero poralgunos víveres, y había tenido que vender todo sencillamentepara comprar pan. El juez de policía concedió a esta mujer una sumabastante importante con cargo al Fondo de Pobres.En febrero de 1844, una viuda de 60 años, Theresa Bishop, fueconfiada, con su hija enferma de 26 años de edad, a la benevolenciadel juez de policía de Malborough Street. Ella vivía en el número 5 deBrown Street, Grosvenor Square, en una pequeña habitación quedaba al patio, no más grande que un armario de pared, donde nohabía ni un solo mueble. En un rincón había unos trapos dondeambas dormían, una caja servía a la vez de mesa y de silla. La madreganaba algunos centavos haciendo la limpieza de casas; el propietariodijo que ellas habían vivido en ese estado desde mayo de 1843, poco apoco habían vendido o empeñado todo lo que poseían, y sin embargonunca habían pagado el alquiler. El juez de policía les concedió unalibra esterlina con cargo al Fondo de Pobres.Yo no pretendo en modo alguno que todos los trabajadoreslondinenses viven en la misma miseria que las tres familia citadas; yosé bien que por un hombre que es aplastado sin compasión por lasociedad, diez viven mejor que él. Pero yo afirmo que millares debuenas y laboriosas familia mucho más buenas; mucho máshonorables que todos los ricos de Londres se hallan en esta situaciónindigna, y que todo proletario, sin excepción alguna, sin que sea culpasuya y a pesar de todos sus esfuerzos, puede correr la misma suerte.Más, después de todo, aquellos que poseen un techo, cualquieraque sea, son todavía afortunados en comparación con aquellos que notienen ninguno. En Londres, 50000 personas se levantan cadamañana sin saber dónde reposarán la cabeza la noche siguiente. Losmás afortunado son aquellos que logran disponer de un penique odos cuando llega la noche y van a lo que se llama una "casa-dormitorio" (lodging house) que sehallan en gran número en las grandes ciudades y donde se les daasilo a cambio de su dinero. ¡Pero qué asilo! La casa está llena decamas de arriba a abajo; 4. 5, 6 camas en una pieza, tantos comopuedan caber. En cada cama se apilan 4, 5, 6 personas, igualmentetantas como quepan, enfermos y sanos, viejos y jóvenes; hombres ymujeres, borrachos y no borrachos; como sea, todos mezclados. Haydiscusiones, riñas, y lesionados, y cuando los compañeros de cama sesoportan es todavía peor: planean robos o se entregan a prácticascuya bestialidad nuestra lengua, que es civilizada, rehuye describir.¿Y aquellos que no pueden pagar tal albergue? Pues bien, esosduermen donde pueden, en los pasillos, en los portales, en un rincóncualquiera, donde la policía o los propietarios los dejan dormirtranquilos; algunos de ellos la pasan mejor en los asilos construidosaquí y allá por instituciones privadas de beneficencia, otros duermenen los bancos de los parques, exactamente debajo de las ventanas dela reina Victoria. Veamos lo que dice el Times(24) de octubre de 1843."Resalta de nuestra información de policía de ayer, que por términomedio cincuenta personas duermen todas las noches en losparques, sin otra protección contra la intemperie que los árboles yalgunas excavaciones en los muros. La mayoría son muchachasjóvenes: que; seducidas por soldados, han sido llevadas a la capitaly abandonadas en ese inmenso mundo, lanzadas a la soledad de lamiseria en una ciudad extraña, víctimas inconscientes y precocesdel vicio.Esto es en verdad horroroso. Por otra parte, no dejará de habergente pobre. La necesidad llegará a abrirse paso por todas partes ya instalarse con todos sus horrores en el corazón de una granciudad floreciente: En los millares de callejones y callejuelas de unametrópoli populosa, siempre habrá necesariamente -nos tememosmucha miseria que hiere la vista, y mucha que permanece oculta.Pero lo que sorprende es que en el círculo que han trazado76la riqueza, el placer y el lujo, que muy cerca de la real grandeza deSt. James, en los bordes del palacio reluciente de Bayswater, dondese encuentran el antiguo barrio aristocrático y el nuevo, en unaparte de la ciudad donde el refinamiento de la arquitecturamoderna se ha cuidado de construir la menor cabaña para lapobreza, en un barrio que parece estar consagrado exclusivamentea los disfrutes de lariqueza, ¡qué allí precisamente vengan a instalarse la miseria y elhambre, la enfermedad y el vicio con todo su cortejo de horrores,consumiendo cuerpo tras cuerpo, alma tras alma!Este es realmente un estado de cosas monstruoso. Las másgrandes satisfacciones que pueden proporcionar la salud física; laeuforia intelectual y los placeres relativamente inocentes de lossentidos, ¡flanqueando directamente a la más cruel miseria! ¡Lariqueza, riendo desde lo alto de sus salones relucientes, riendo conuna indiferencia brutal muy cerca de las heridas ignoradas de laindigencia! ¡El placer, escarneciendo inconsciente pero cruelmenteel sufrimiento que gime allá abajo! La lucha de todos los contrastes,todas las oposiciones; salvo una: el vicio que lleva a la tentación seune a aquel que se deja tentar... Pero que todos los hombresreflexionen: en el barrio más brillante de la ciudad más rica delmundo, noche tras noche, invierno tras invierno, hay mujeres -jóvenes por la edad, viejas por los pecados y los sufrimientosproscritas de la sociedad, encenegadas por el hambre, la indecenciay la enfermedad. Que ellos piensen y aprendan, no a formularteorías, sino a obrar. Dios sabe que aquí hay por haceractualmente."Me referí anteriormente a los asilos para los que carecen de hogar;dos ejemplos nos mostrarán cuán congestionados se hallan. UnRefuge of the Hauseless15 construido recientemente en la Upper OgleStreet, con capacidad para albergar 300 personas cada noche, desdesu apertura el 27 de enero, hasta el 17 de marzo de 1844, acogió a2740 personas por una o varias15 Obdachlosenssyl: Asilo para los sin vivienda(techo)77noches; y aunque el invierno se hizo menos riguroso, el número desolicitudes se incrementó considerablemente tanto en éste como enlos asilos de White Cross Street y de Wapping, y cada noche hubo querechazar a una multitud por falta de espacio. En el asilo central dePlayhouse Yard, que cuenta por término medio con 460 camas cadanoche, se dio albergue a 6681 personas en total en los tresprimeros meses de 1814, y se distribuyeron 96141 raciones de pan.Sin embargo, la junta directiva declara que este establecimiento nobastó para acomodar a todos los indigentes sino cuando abrióigualmente sus puertas el asilo del este para acoger a losdesamparados.Dejemos Londres para recorrer algunas de las otras grandesciudades de los tres reinos. Tomemos primeramente Dublín, ciudadcuyo arribo por mar es tan encantador como imponente es el deLondres; la bahía de Dublín es la más bella de todas las de las islasbritánicas y los irlandeses tienen afición a compararla con la deNápoles. La ciudad misma posee grandes bellezas16, y sus barriosaristocráticos han sido construidos mejor y con más gusto queaquellos de cualquier otra ciudad británica. Pero en cambio, losdistritos más pobres de Dublín se cuentan entre los más repugnantesy más feos que se puedan ver. Desde luego, el carácter nacional delos irlandeses, que, en ciertas circunstancias, no se sienten cómodossino en la suciedad, juega allí un papel, pero como hallamos tambiénen todas las grandes ciudades de Inglaterra y de Escocia a millares deirlandeses y que toda población pobre termina necesariamente pornaufragar en la misma suciedad, la miseria de Dublín no tieneabsolutamente ya nada de específica, propia de la ciudad irlandesa, yes por el contrario un rasgo común de todas las grandes ciudades delmundo entero. Los distritos pobres de Dublín son extremadamenteextensos y la suciedad, la inhabitabilidad de las casas, el abandono enque se hallan las calles, superan la imaginación. Puede tenerse unaidea de la manera en que son apiñados los pobres, cuando se sabeque en16 (1892), Schönheit. (La ciudad es de una gran belleza). (1845)Schönheiten781817, según el informe de los inspectores de las casas demisericordia*, 1318 personas vivían en la Barrack Street en 52 casascon 390 habitaciones, y 1997 personas en la Church Street y losalrededores, repartidas en 71 casas con 393 habitaciones; que"en este distrito y en el distrito contiguo, hay una multitud decallejuelas y de patios con un olor nauseabundo (foul), que muchossótanos no reciben la luz del día sino por la puerta y que en variosde ellos la gente duerme en el suelo pelado, aunque la mayoría deellos tengan al menos armaduras de camas, mientras que porejemplo Nicholson's Court contiene 151 personas que viven en 28pequeñas piezas miserables, en la mayor penuria, a tal punto queen todo el edificio sólo se pudo encontrar dos armaduras de cama ydos coberturas".La pobreza es tan grande en Dublín que una sola organización debeneficencia, la Mendicity Association17 atiende a 2500 personasdiariamente, o sea, el uno por ciento de la población total, les daalimentos por el día y las despide por la noche.Es en términos análogos que el Dr. Alison habla de Edimburgo,después de todo una ciudad cuya situación espléndida le ha valido elnombre de Atenas moderna, y cuyo lujoso barrio aristocrático de laciudad nueva contrasta brutalmente con la miseria crasa de lospobres de la ciudad antigua. Alison afirma que este inmenso barrioes tan sucio y* Citado en Dr W P. Alison F. R. S. E., Fellow and late President of theRoyal College of Physicians" etc.: Observations on the Managementof the Poor in Scotland and its Effects no he Health of GreatTowns. [Observaciones sobre la administración de los pobres enEscocia y sus efectos sobre la higiene de las grandes ciudades]Edimburgo, 1840. El autor es un piadoso tory y hermano delhistoriador Arch(ibald) Alison. (F.E.)17 Bettler (fürsorge)-Verainnigung: Asociación de ayuda a losmendigos.79horrible como los peores distritos de Dublín y que la MendicityAssociation tendría que socorrer a una proporción tan grande demenesterosos en Edimburgo como en la capital irlandesa; él diceincluso que los pobres en Escocia, sobre todo en Edimburgo y enGlasgow, llevan una vida más dura que en cualquier otra región delimperio británico y que los más miserables no son irlandeses sinoescoceses. El predicador de la vieja iglesia de Edimburgo, el Dr. Lee,declaró en 1836 ante la Comission of Religious Instruction18 que"jamás había visto en ninguna parte una miseria como la de suparroquia. La gente no tenía muebles, vivían sin nada;frecuentemente dos parejas vivían en una habitación. En un díahabía visitado siete casas diferentes, donde no había cama -enalgunas de ellas ni siquiera paja- octogenarios dormían en el suelo,casi todos sin desvestirse. En un sótano había hallado dos familiasdel campo; poco después de su arribo a la ciudad, dos niños habíanmuerto, y el tercero estaba en la agonía en el momento de su visita.Para cada familia había un montón de paja sucia en un rincón, yademás, el sótano era tan oscuro que apenas se podía distinguir unser humano en pleno día, servía de establo a un asno. Por duro quefuese un corazón, sangraría a la vista de tal miseria en un paíscomo Escocia.El Dr. Hennen informa de hechos análogos en el Edinburg Medicaland Surgical Journal. Un informe parlamentario*18 Kommission für religiöse Unterweisung: Comisión para lainstrucción religiosa.* Report to the Home Secretary from the Poor Law Commissionerson an Inquiry into the Sanitary Condition of the LabouringClasses of Great Britam. With Appendices. Presented to bothHouses of Parliament in July 1842. (Informe de los comisionadosde la Ley de Pobres presentado al ministro del Interior, respecto auna investigación sobre la situación sanitaria de la clase obrera deGran Bretaña. Con apéndices. Presentado a ambas cámaras delParlamento en julio de 1842)80muestra que desaseo -como es de esperarse en tales condicionesreina en las casas de los pobres de Edimburgo. Las gallinas usan loslargueros de las camas para dormir, los perros y hasta caballosduermen con los hombres en una sola y misma pieza, y laconsecuencia natural es que una suciedad y un hedor espantososcolman esas viviendas, así como un ejército de parásitos de todaespecie. La forma en que está construida Edimburgo favorece en elmás alto grado este horroroso estado de cosas: La vieja ciudad estáconstruida en las dos vertientes de una colina, sobre cuya cima sehalla la Calle Alta (High Street). De ésta parten, de ambos lados, unamultitud de callejuelas estrechas y tortuosas, llamadas wynds debidoa sus numerosas sinuosidades, que descienden de la colina yconstituyen el barrio proletario. Las casas de las ciudades escocesastienen una altura de 5 ó 6 pisos como en París y -contrariamente alas de Inglaterra donde en la medida de lo posible cada quien posee sucasa particular- son habitadas por un gran número de familiasdiferentes; la concentración de numerosas personas en una superficiereducida sigue acrecentándose allí."Estas calles", dice un diario inglés en un artículo sobre el estadosanitario de los obreros de las ciudades,*"estas calles son por lo general tan estrechas que se puede pasar dela ventana de una casa a aquella de la de enfrente, y estosinmuebles presentan además tal acumulación de pisos que la luzapenas puede penetrar en el patio o en el callejón que los separa.En esa parte de la ciudad, no hay ni cloacas ni retretes o lugaresde desahogo dentro de las casas, y. por eso todas lasinmundicias, detritos o excrementos de por lo menos 50000personas son lanzados cada noche en las cunetas y, pese albarrido de las calles, hay una masa de* The Artizan, 1843, número de octubre. Revista mensual. (F.E.)--------3 vols. in folio reunido y clasificado según los informes médicos, porEdwin Chadwich, secretario de la Comisión de la ley de pobres. (F. E.)81excrementos secos de emanaciones nauseabundas, que nosolamente ofenden la vista y el olfato, sino que presenta además ungran peligro para la salud de la población. ¿Es sorprendente queen tales localidades se descuide prestar la menor atención a lasalud, a las buenas costumbres e incluso a las reglas máselementales de la decencia? Al contrario, todos aquellos queconocen bien la situación de los habitantes, atestiguarán del altogrado que han alcanzado aquí las enfermedades, la miseria y laausencia de moral. En estas regiones la sociedad ha caído a unnivel indescriptiblemente bajo y miserable. Las viviendas de laclase pobre son en general muy sucias y al parecer jamás selimpian en absoluto. En la mayoría de los casos tienen una solapieza -donde, aunque la ventilación sea de lo peor, siempre hacefrío a causa de las ventanas rotas o mal adaptadas- que a veces eshúmeda y a veces está en el subsuelo, siempre mal amueblada, yenteramente inhabitable, hasta el punto que con frecuencia unmontón de paja sirve de cama a una familia entera, cama dondeduermen en una confusión repugnante, hombres y mujeres,jóvenes y viejos. El agua sólo puede obtenerse en las bombaspúblicas, y la dificultad de ir a buscarla favorece naturalmentetodas las asquerosidades posibles."Las otras grandes ciudades marítimas apenas son mejores.Liverpool, pese a su tráfico, su lujo y su riqueza, trata sin embargo asus trabajadores con la misma barbarie. Una quinta parte de lapoblación, o sea más de 45000 personas, viven en sótanos exiguos,oscuros, húmedos y mal ventilados, que suman 7882 en la ciudad. Aello hay que añadir también 2270 patios (courts), o sea pequeñoslugares cerrados por los cuatro lados cuya entrada y salida se hacepor un pasillo estrecho, las más de las veces abovedado, y porconsiguiente no permite la menor ventilación, casi siempre muy suciosy habitados casi exclusivamente por proletarios. Nos referiremos denuevo a esos patios cuando hablemos de Manchester. En Bristol, sehan visitado 2800 familias de obreros de las cuales el 46% no teníamás que una sola habitación.82Y hallamos exactamente la misma situación en las ciudadesindustriales. En Nottingham hay en total 11000 casas de las cuales 7u 8 mil se hallan pegadas las unas a las otras, de suerte que no esposible ninguna ventilación completa; además, casi siempre hay unsolo lugar de desahogo común para varias casas. Una inspecciónreciente reveló que varias hileras de casas estaban construidas sobrecanales de desagüe poco profundos que estaban cubiertos sólo portraviesas de piso.En Leicester, Derby, y Sheffield, ocurre lo mismo. En cuanto aBirmingham, el artículo del Artizan citado anteriormente informa losiguiente:"En los viejas barrios de la ciudad, hay lugares malos, sucios yfaltos de reparación, llenos de charcas estancadas y de montonesde inmundicias. En Birmingham, los patios son muy numerosos,hay más de 2000, y en ellos vive la mayoría de la clase obrera. Casisiempre son exiguos, mal terminados, mal ventilados, con desagüesdefectuosos, consisten de 8 a 20 inmuebles que en su mayoría nopueden recibir el aire sino de un lado porque el muro del fondo esmedianero, y al fondo del patio hay casi siempre un hoyo para lascenizas o algo por el estilo, cuya inmundicia es indescriptible. Hayque observar sin embargo que los patios modernos han sidoconstruidos más inteligentemente y son conservados másconvenientemente. En estos últimos las viviendas son menosagrupadas que en Manchester y Liverpool, lo cual explica que,cuando han ocurrido epidemias, haya habido menos casos mortalesen Birmingham que, por ejemplo, en Wolverhampton, Dudley yBilston, que están a sólo unas leguas de allí. Asimismo, enBirmingham no hay viviendas bajo tierra, si bien algunos sótanossirven impropiamente de talleres. Las casas -dormitorios paraobreros son un poco más numerosas (más de 400), principalmenteen los patios del centro de la ciudad; casi todas ellas son de unasuciedad repugnante, mal ventiladas, verdaderos refugios paramendigos, vagabundos trampers (volveremos sobre la significaciónde esta palabra);83ladrones y prostitutas, que sin ninguna consideración por lasconveniencias o la comodidad comen, beben; fuman y duermen enuna atmósfera que únicamente estos seres degradados puedensoportar."Glasgow se parece a Edimburgo en muchos aspectos: los mismoswynds; las mismas altas casas. El Artizan observa a propósito de estaciudad:"Aquí la clase obrera constituye alrededor del 78% de la poblacióntotal: (de unos 300000), y vive en barrios que superan en miseria yhorror los antros más viles de St. Giles y Whitechapel, las Libertiesde Dublín, los wynds de Edimburgo. Hay numerosos lugaresparecidos en el corazón de la ciudad, al sur de Trongate, al oestedel mercado de sal, en el Calton; al lado de la Calle Alta, etc.,laberintos interminables de callejuelas estrechas o wynds, y dondedesembocan casi a cada paso patios o callejones sin salida;constituidos por viejas casas mal ventiladas, muy altas, sin agua ydecrépitas: Esas casas rebosan literalmente de inquilinos; en cadapiso hay tres o cuatro familias -tal vez 20 personas- y a veces cadapiso es alquilado como dormitorio por la noche, de suerte que 15 ó20 personas son apiñadas -no osamos decir albergadas- en unasola pieza. Esos barrios albergan los miembros más pobres, másdepravados; menos valiosas de la población y hay que ver en ello elorigen de terribles epidemias de fiebre que, partiendo de allí,asuelan a Glasgow todo entero."Veamos la descripción que hace de estos barrios J. C. Symans,comisionado del gobierno para la investigación de la situación de lostejedores manuales*:* Arts and Artisan at home and Abroad (Oficios y artesanos ennuestro país y en el extranjero), por J. C. Symons, Edimburgo, 1839.El autor, que parece ser escocés, es un liberal, y por tantofanáticamente opuesto a todo movimiento obrero autónomo. Los (...)pasajes citados se hallan en pp. 116 y ss. (F.E.)84"yo he visto la miseria en algunos de sus peores aspectos tanto aquícomo en el continente; pero antes de visitar los wynds de Glasgow,no creía que pudieran existir tantos crímenes, miserias yenfermedades en un país civilizado. En los albergues de categoríainferior duermen en el suelo diez, doce, incluso a veces veintepersonas de ambos sexos y de todas las edades en una desnudezmás o menos total. Esos albergues están habitualmente (generally)tan sucios, tan húmedos y tan destartalados que nadie alojaría enellas su caballo."Y él escribe en otra parte:"Los wynds de Glasgow albergan una población que fluctúa entre15000 y 30000 personas. Este barrio se compone únicamente decallejuelas estrechas y de patios rectangulares, en medio de lascuales se levanta regularmente un montón de basura. No obstantelo repugnante del aspecto exterior de esos lugares, yo estaba sinembargo poco preparado para enfrentarme a la suciedad y lamiseria que reinan en el interior. En algunos de esos dormitorios,que nosotros (el superintendente de policía, Miller y Symons)hemos visitado de noche, hallamos una capa ininterrumpida deseres humanos tendidos en el suelo, a menudo de 15 a 20, unosvestidos, otros desnudas, hombres y mujeres juntos. Su camaestaba hecha de paja mohosa mezclada con algunos trapos. Habíapocos muebles o ninguno, y la única cosa que daba a esoscuchitriles un aspecto de habitación era un fuego en la chimenea.El robo y la prostitución representan la principal fuente deingresos de esta población. Nadie parecía tomarse el trabajo delimpiar esos establos de Augías, esa olla de grillos, eseconglomerado de crímenes, de suciedad y de pestilencia en elcorazón de la segunda ciudad del imperio. Una amplia inspecciónde los peores barrios de otras ciudades, jamás me hizo ver nadaque por la intensidad de la infección moral y física ni la densidadrelativa de la población llegara a la mitad de este horror. La mayoríade las casas de este barrio están clasificadas por el Court of Guild85como ruinosas e inhabitables, pero son precisamente éstas las queson más habitadas, porque la ley prohibe que se cobre alquiler porellas."La gran región industrial en el centro de la isla británica, la zonapopulosa del Yorkshire occidental y del Lancashire meridional no lecede en nada, con sus numerosas ciudades industriales, a las otrasgrandes ciudades. La región lanera del Riding occidental, Yorkshire,es un país encantador, un bello país de colinas reverdecientes, cuyasalturas devienen cada vez más abruptas hacia el oeste hasta culminaren la cima escarpada de Blackston Edge -línea divisoria de las aguasentre el Mar de Irlanda y el Mar del Norte. Los valles del Aire, en elque está situada Leeds, y del Calder, que sigue la vía férreaManchester-Leeds, se cuentan entre los más placenteros de Inglaterray están sembrados por todas partes de fábricas, de aldeas y deciudades. Las casas grises de sillería tienen un aspecto tan elegante ylimpio en comparación con los edificios de ladrillo, negros de hollín,del Lancashire, que son un placer. Pero cuando se entra en lasciudades propiamente, se hallan pocas cosas regocijantes. Lasituación de Leeds es en efecto la que describe el Artizan (revista yacitada) y que he podido ver yo mismo,"en una pendiente suave que desciende en el valle del Aire. Este ríoserpentea a través de la ciudad en una longitud de alrededor demilla y media* y está sujeto, durante el período de deshielo o luegode precipitaciones violentas, a fuertes crecidas. Los barrios deloeste, situados más alto, son limpios, para una ciudad tan grande,pero los barrios bajos junto al río y los arroyuelos (becks) que en éldesembocan son sucios, angostos y suficientes ya, en suma, paraabreviar la vida de los habitantes, en particular de los niños. A ellohay que añadir el estado repugnante en que se hallan los* Por todas partes donde se hace mención de milla sin otra precisión,se trata de la medida inglesa; el grado del ecuador computa 691/2 deella y, por consecuencia, la legua alemana alrededor de 5. (F.E.).86barrios obreros alrededor de Kirkgate, March Lane, Cross Streety Richmond Road, que se destacan particularmente por las callesmal pavimentadas y sin cunetas, una arquitectura irregular, denumerosos patios y callejones sin salida y la ausencia total de losmedios más ordinarios de limpieza. Todo ello tomado en conjuntonos proporciona muchas razones para explicar la mortalidadexcesiva en esos desdichados feudos de la más sórdida miseria.Debido a las crecidas del Aire (que, hay que añadir, como todos losríos utilizables por la industria, entra en la ciudad claro,transparente, para salir de ella pegajoso, negro y hediondo contodas las inmundicias imaginables), las viviendas y los sótanos seinundan frecuentemente de agua hasta el punto que hay quebombearla para la calle; en tales ocasiones el agua, incluso dondehay cloacas, se introduce en los sótanos*, provocando emanacionesmiasmáticas, de muy fuerte proporción de hidrógeno sulfuroso ydejando un sedimento nauseabundo sumamente perjudicial para lasalud. Cuando las inundaciones de la primavera del año 1839, losefectos de semejante tupición de las cloacas fueron tan nocivosque, según el informe del funcionario del registro civil de ese barrio,hubo en el trimestre tres decesos por cada dos nacimientos, entanto que, en el mismo período, todos los demás barrios registrarontres nacimientos por cada dos decesos."Otros barrios con una fuerte densidad de población, estándesprovistos de toda alcantarilla, o son tan inadecuadas que resultaninútiles. En ciertas hileras de casas los sótanos raramente estánsecos; en otros barrios, varias calles están cubiertas de un fangoblando donde se hunde uno hasta los tobillos. De cuando en cuandolos vecinos han tratado de reparar esas calles, echando paletadas decenizas; sin embargo, las aguas de albañal se estancan frente a lascasas hasta que el viento y el sol las seca (cf. informe del ConsejoMunicipal en la* Hay que tener presente que estos "sótanos" no son cuartos dedesahogo sino viviendas donde viven seres humanos. (F.E.)87Statistical Journal, vol. 2 p. 404). Una vivienda ordinaria en Leedsno ocupa una superficie superior a 5 yardas cuadradas y se componegeneralmente de sótano, sala común y una habitación de dormir.Estas viviendas exiguas, llenas noche y día de seres humanosrepresentan además un peligro tanto para las costumbres como parala salud de los habitantes. Y hasta qué punto la gente se apiña enellas, nos lo dice el informe citado anteriormente sobre el estadosanitario de la clase obrera:"En Leeds, hallamos hermanos y hermanas y huéspedes de ambossexos, compartiendo la habitación de los padres; el sentimientohumano se estremece al considerar las consecuencias que resultande ello."Lo mismo ocurre en Bradford, que se halla a sólo 7 leguas de Leeds,en la confluencia de varios valles, junto a un pequeño río de aguasnegras y nauseabundas. Desde lo alto de las colinas que la rodean, laciudad ofrece en un domingo apacible -porque durante la semana sehalla envuelta en una nube gris de humo de carbón- un magníficopanorama, pero en su interior existe la misma suciedad y la mismainconveniencia que en Leeds. Los viejos barrios, en las vertientesempinadas, son apretados y construidos irregularmente; en lascallejuelas, callejones sin salida y patios, se amontonan basuras einmundicias; las casas se hallan en estado ruinoso, sucias,incómodas y muy cerca del río al fondo mismo del valle, hallé variascon la planta baja medio hundida en el flanco de la colina y eranenteramente inhabitables. De modo general, los barrios del fondo delvalle, donde las viviendas obreras se hallan comprimidas entre lasgrandes fábricas, son los peor construidos y los más sucios de toda laciudad. En los barrios más nuevos de esta ciudad, como en aquellosde cualquiera otra ciudad industrial, las viviendas se hallan alineadasmás regularmente, pero tienen los mismos inconvenientes que correnparejos con la manera tradicional de alojar a los obreros y de lo cualvolveremos a hablar con más detalles a propósito de Manchester.Igual ocurre en las otras ciudades del West88Riding, especialmente en cuanto a Barnsley, Halifax y Huddersfield.Esta última, por su ubicación admirable y su arquitectura moderna,con mucho la más bella de todas las ciudades industriales delYorkshire y del Lancashire, tiene sin embargo sus malos barrios. Así,un comité designado por una reunión de ciudadanos parainspeccionar la ciudad, informó el 5 de agosto de 1844:"Es notorio que en Huddersfield calles enteras y numerosascallejuelas y patios no están pavimentados, ni poseen alcantarillasu otros desagües; en esos lugares se amontonan los detritos, lasinmundicias y las suciedades de todo género, que se fermentan ypudren y casi por todas partes el agua estancada se acumula encharcas; en consecuencia, las viviendas entretanto sonnecesariamente malsanas y sucias, de modo que surgenenfermedades que amenazan la salubridad de toda la ciudad."(25)Si franqueamos la cima de Blackstone Edge a pie, o si tomamos elferrocarril que la atraviesa, arribamos a la clásica tierra donde laindustria inglesa ha lograda su obra maestra y de donde parten todoslos movimientos obreros, en el Lancashire meridional con su grancentro, Manchester. Aquí también, encontramos un bonito país decolinas que descienden en pendiente muy suave hacia el oeste, desdela línea divisoria de las aguas hasta el Mar de Irlanda, con losencantadores valles reverdecieres del Ribble, del Irwell, y del Mersey yde sus afluentes: Esta región, que todavía hace un siglo en su mayorparte no era más que un pantano apenas habitada, ahora cubierta deciudades y pueblos, es la zona más poblada de Inglaterra. En elLancashire, y particularmente en Manchester, es donde la industriabritánica tiene su punto de partida y su centro. La Bolsa deManchester es el termómetro de todas las fluctuaciones de laactividad industrial, y las técnicas modernas de fabricación hanalcanzado en Manchester su perfección. En la industria textil delLancashire meridional, la utilización de las fuerzas de la naturaleza, lasustitución del trabajo manual por las máquinas (en particular, conel telar mecánico y la Self89actor Mule) y la división del trabajo parecen estar en su apogeo; y sihemos reconocido en estos tres elementos las características de laindustria moderna, tenemos que admitir que, también en este punto,la industria de transformación del algodón ha conservado sobre lasdemás ramas industriales la ventaja que había adquirido desde elcomienzo. Pero es aquí también que, simultáneamente, lasconsecuencias de la industria moderna habrían de desarrollarse delmodo más completo y bajo la forma más pura, y el proletariadoindustrial manifestarse de la manera más clásica. La humillación enque la utilización del vapor, las máquinas y la división del trabajosumen al trabajador, y los esfuerzos del proletariado por escapar aesta situación degradante, habrían de ser necesariamente, aquítambién, llevados al extremo y donde habría de tomarse concienciamás clara de ello. Es por estas razones, porque Manchester es el tipoclásico de la ciudad industrial moderna y también porqué yo laconozco como a mi ciudad natal -y mejor que la mayoría de sushabitantes- es que nos detendremos en ella un poco másextensamente.Las ciudades que circundan a Manchester difieren poco de laciudad central en lo que concierne a los barrios obreros19, a no serque en esas ciudades los obreros representan, si ello es posible, unafracción más importante todavía de la población. Estasaglomeraciones son en efecto únicamente industriales y dejan aManchester el cuidado de ocuparse de todas las cuestionescomerciales; ellas dependen totalmente de Manchester, y porconsiguiente son habitadas sólo por trabajadores, industriales ycomerciantes de segundo orden; mientras que Manchester posee unapoblación comercial muy importante, sobre todo de firmas comercialesy de ventas al detalle de mucha reputación. Por eso Bolton, Preston,Wigan, Bury, Rochdale, Middleton, Heywood, Oldham, Ashton,Stalybridge, Stockport, etc., aunque todas sean ciudades de 30, 50,70 y hasta de 90 mil habitantes, apenas no son más que19 (1845) Arbeitsbezirke (barrios donde se trabaja). (1892)Arbeiterbezirke (barrios obreros, donde viven los obreros).90grandes barrios obreros, interrumpidos solamente por fábricas ygrandes arterias flanqueadas de tiendas, y contando con algunasavenidas pavimentadas, a lo largo de las cuales se hallan los jardinesy las casas de los fabricantes que parecen villas. Las ciudades en síson mal e irregularmente construidas, con patios sucios, víasestrechas y callejuelas traseras llenas de humo de carbón. El empleodel ladrillo, primitivamente rojo vivo pero ennegrecido por el humo,que aquí es material habitual de construcción, les da un aspectoparticular poco agradable. Las habitaciones bajo tierra son aquí laregla general; por todas partes donde es posible se instalan esoscubiles y en ellos vive una parte muy importante de la población.Entre las más feas de estas ciudades, hay que incluir con Preston yOldham, a Bolton, situada a once leguas al noroeste de Manchester.Esta ciudad posee, según he podido observar personalmente, sólo unacalle principal, y para eso bastante sucia, Deansgate, que sirve almismo tiempo de mercado, y que, incluso cuando hace buen tiempo,no es más que un pasadizo estrecho oscuro y miserable, si bien apartede las fábricas sólo hay allí casas bajas de una o dos plantas. Comopor todas partes, la parte antigua de la ciudad es particularmentevetusta e incómoda. Una corriente de agua negra -de la cual no puededefinirse si es un riachuelo o larga serie de charcas pestilentes- laatraviesa y contribuye a corromper completamente un aire que notiene nada de puro.Más lejos se halla Stockport que, aunque situada junto al Mersey yperteneciente al condado de Cheshire, forma parte, sin embargo, deldistrito industrial de Manchester. Ella se extiende en un valleparalelamente al Meres, de suerte que de un lado la calle desciendeperpendicularmente para remontar del otro lado en pendienteigualmente pronunciada, y la vía férrea de Manchester a Birminghamatraviesa el valle más arriba de la ciudad por un gran viaducto.Stockport tiene fama en toda la región de ser una de las pequeñaslocalidades más sombrías y más ennegrecidas por el humo y ofreceefectivamente -sobre todo vista desde el viaducto- un aspecto91sumamente poco atractivo. Pero el que ofrece las hileras de casitas ycubiles que habitan los proletarios en toda la ciudad, desde el fondodel valle hasta las cimas de las colinas, lo es todavía mucho menos.No recuerdo haber visto en ninguna ciudad de esa región semejanteproporción de sótanos habitados.A unas millas apenas al nordeste de Stockport se halla Ashtonunder-Lyne, uno de los centros industriales más recientes de laregión. Esta localidad, situada en la vertiente de una colina al pie dela cual: fluyen el canal y el río Tame, está construida, en general,según un plan moderno y más regular. Cinco o seis grandes callesparalelas atraviesan toda la colina y son cortadas en ángulo derechopor otras arterias que descienden hacia el valle. Gracias a estadisposición, las fábricas son relegadas: fuera de la ciudadpropiamente dicha; y es de suponer que la proximidad del agua y de lavía fluvial las haya atraído al fondo del valle, donde se concentran yamontonan, echando por chimeneas un humo espeso. Esto hace queAshton tenga un aspecto mucho más agradable que la mayoría de lasdemás ciudades industriales; las calles son anchas y limpias, loscottages de un rojo brillante parecen nuevos y muy habitables. Pero elnuevo sistema que consiste en construir cottages para lostrabajadores, tiene asimismo su lado malo; cada calle posee unacallejuela trasera, oculta, a donde lleva un estrecho pasaje lateral yque, en cambio, es tanto más sucio. E incluso en Ashton -aunque yono haya visto edificios, sino algunos a la entrada de la ciudad quetengan más de cincuenta años hay calles donde los cottages son feosy vetustos y cuyos ladrillos se deterioran, donde los muros seagrietan, cuya capa de cal se desmorona y cae al interior; calles cuyoaspecto sórdido y de color sombrío no le cede en nada al de las otrasciudades de la región, a no ser que Ashton es la excepción y no laregla.Una milla más al este, se halla Stalybridge; igualmente a orillas delTame. Cuando viniendo de Ashton se atraviesa la montaña; sedescubre en la cima, a la derecha y a la izquierda,92bellos y grandes jardines que circundan magníficas casas, género devillas casi siempre en el estilo "isabelino", que es con respecto a logótico, lo que es la religión protestante anglicana con respecto a lareligión católica apostólica y romana. Cien pasos más adelante, yStalybridge es lo que aparece en el valle, pero ¡qué contrastesorprendente con estas magníficas propiedades, e incluso con losmodestos cottages de Ashton! Stalybridge está situada en unagarganta estrecha y tortuosa, mucho más estrecha todavía que el vallede Stockport, y cuyas dos vertientes están cubiertas de unaextraordinaria maraña de cottages, casas y fábricas. Desde que seentra allí, las primeros cottages son exiguos, ennegrecidos por elhollín, vetustos y deteriorados, y así, por el estilo, en el resto de laciudad. Hay pocas calles en el fondo estrecho del valle; la mayoría secruzan y entrecruzan, suben y descienden. En casi todas las casas; laplanta baja, debido a esta disposición en pendiente, se halla mediohundida en el suelo; esta construcción sin plan da lugar a unamultitud de patios, de callejones escondidos y de recodos aislados;esto puede verse desde las montañas, desde donde se descubre laciudad debajo de uno; como si la sobrevolara. Añádase a ello unasuciedad increíble, y se comprende la impresión repugnante que haceStalybridge pese a sus encantadores alrededoresHasta aquí es suficiente sobre pequeñas ciudades: Todas ellastienen su sello particular, pero a fin de cuentas allí los: trabajadoresviven exactamente como en Manchester: Sólo me he fijado en: elaspecto particular de su construcción, y me limito a señalar que todaslas observaciones generales sobre el estado de las viviendas obrerasen Manchester; se aplican igualmente en su totalidad a las ciudadescircundantes. Pasemos ahora a este mismo gran centro.Manchester se extiende al pie de la vertiente de una cadena decolinas que, partiendo de Oldham, atraviesa los valles del Irwell y delMedlock y cuya última cima, el Kesall-Moor, es al mismo tiempoel hipódromo y el monssacer20(26) de20 heilige Berg: Monte Sagrado93Manchester, La ciudad propiamente dicha está situada en la riberaizquierda del Irwell, entre esta corriente de agua y otras dos máspequeñas, el Irk y: el Medlock, que desembocan en este lugar en elIrwell: En la orilla derecha de éste, encerrada en una gran cueva delrío, se extiende Salford, más al oeste Pendleton; al norte del Irwell sehallan Higher y Lower Borughton, al norte del Irk, Cheetham Hill; alsur del Medlock, se halla Hulme, más al este Chorlton-on-Medlock,más lejos aún, poco más o menos al este de Manchester, Ardwick.Todo este conjunto se llama corrientemente Manchester y cuenta porlo menos con 400000 habitantes, sino más. La ciudad misma estáconstruida de una manera tan particular que se puede vivir allídurante años, entrar y salir de ella diariamente sin divisar jamás unbarrio obrero, ni encontrarse con obreros, si uno se limita a dedicarsea sus asuntos o a pasear. Pero ello se debe principalmente a que losbarrios obreros -por un acuerdo inconsciente y táctico, así como porintención consciente y declarada- son separados con el mayor rigor delas partes de la ciudad reservadas para la clase media, o bien, cuandoesto es imposible, disfrazados con el manto de la caridad. En sucentro, Manchester abriga un barrio comercial bastante extenso,alrededor de media milla de largo y ancho, compuesto casiúnicamente de oficinas y almacenes de depósito (warehouses). Casitodo este barrio está inhabitado, y aparece desierto y vacío durante lanoche; únicamente las patrullas de policía con sus linternas circulanpor sus calles estrechas y sombrías.Esta parte está surcada por grandes arterias de mucho tráfico y laplanta baja de los edificios se hallan ocupadas por tiendas elegantes.En estas calles, aquí y allá se hallan pisos habitados, y hasta tarde enla noche reina una gran animación. Con la excepción de este barriocomercial, toda la ciudad de Manchester propiamente dicha, todoSalford y Hulme, una importante parte de Pendletan y Chorlton, dostercios de Ardwick y algunos barrios de Cheetham Hill y Brougton, noson sino un distrito obrero que circunda el barrio comercial como uncinturón cuya anchura promedio es de una milla y media. Más allá deeste cinturón, viven la burguesía mediana y la alta burguesía -la mediana burguesía en calles regulares, cercanasal barrio obrero, en particular en Chorlton y en las regiones deCheetham Hill situadas más abajo, la alta burguesía en las casas conjardín, del tipo de villa, más alejadas, en Chorlton y Ardwick, o bienen las alturas de Cheetham Hill, Brougton y Pendleton- en elambiente saludable de la campiña, en viviendas espléndidas ycómodas, servidas cada media hora o cada un cuarto de hora porómnibus que conducen a la ciudad. Y lo más bonita es que los ricosaristócratas de las finanzas pueden, al atravesar todos los barriosobreros por el camino más corto, trasladarse a sus oficinas en elcentro de la ciudad sin fijarse siquiera que flanquean la más sórdidamiseria a derecha e izquierda.En efecto, las grandes arterias que, partiendo de la Bolsa, conducenfuera de la ciudad en todas las direcciones, están flanqueadas aambos lados de una fila casi interminable de tiendas y así se hallan ala mano de la pequeña y mediana burguesía que, aunque sólo sea porinterés propio, tienen mucho cierto decoro y propiedad, y poseen losmedios para ello. Desde luego, esas tiendas tienen sin embargo ciertoparecido con los barrios que se hallan detrás de ellas, y son porconsiguiente más elegantes en el distrito de negocios y cerca de losbarrios burgueses que allí donde ocultan los cottages obrerosdesaseados.Pero en todo caso son suficientes para disimular a los ojos de losricos, señores y señoras de estómago robusto y de nervios débiles, lamiseria y la suciedad, complemento de su riqueza de su lujo. Asísucede, por ejemplo, con Deansgate que, de la vieja iglesia, conducerectamente hacia el sur, bordeada al comienzo por almacenes yfábricas, luego por tiendas de segundo orden y algunos bares; más alsur, donde termina el distrito comercial, por tiendas menosrelucientes que, a medida que se avanza, devienen más sucias y cadavez son más numerosos los cabarets y tabernas, hasta que en elextremo sur el aspecto de los establecimientos no deja lugar a dudasde la calidad de los clientes: son obreros únicamente. Lo mismosucede con Market96Street, que parte de la Bolsa en dirección del sudeste. Hayprimeramente brillantes tiendas de primer orden, y en los pisossuperiores oficinas y almacenes; más lejos, a medida que se avanza(Piccadilly), gigantescos hoteles y almacenes de depósito; más lejosaún (London Road) en la región del Medlock, fábricas, bares, tiendaspara la pequeña burguesía y los obreros; después, cerca de ArdwickGreen, viviendas reservadas para la alta y mediana burguesía, y apartir de allí, grandes jardines y grandes casas de campo para los másricos industriales y comerciantes. De esa manera, si se conoce aManchester, se puede deducir del aspecto de las calles principales, elaspecto de los barrios contiguos; pero, desde esas calles es difícildescubrir realmente los barrios obreros. Yo sé muy bien que esadisposición hipócrita de las construcciones es más o menos común detodas las grandes ciudades; yo sé igualmente que los comerciantes alpor menor deben, a causa de la naturaleza misma de su comercio,monopolizar las grandes arterias; sé que por todas partes se ve, enlas calles de ese género, más casas bellas que feas, y que el valor delterreno que las circunda es más elevado que en los barrios apartados.Pero en ninguna otra parte como en Manchester he comprobado elaislamiento tan sistemático de la clase obrera, mantenida apartada delas grandes vías, un arte además delicado de disfrazar todo lo quepudiera ofender la vista o los nervios de la burguesía. Y sin embargo,la construcción de Manchester, precisamente, responde menos queaquélla de toda otra ciudad a un plan preciso, o a reglamentos depolicía; más que toda otra ciudad, su disposición se debe al azar; ycuando pienso entonces en la clase media, que declara con prontitudque los obreros se conducen lo mejor del mundo, me da la impresiónde que los industriales liberales, los big whigs de Manchester, no sonenteramente inocentes de esa púdica disposición de los barrios.Mencionaré asimismo que casi todas las industrias se establecenjunto a las tres corrientes de agua o de los diferentes canales que seramifican a través de la ciudad, y describiré ahora los barriosobreros propiamente dichos. Tenemos en97primer lugar la ciudad de Manchester, entre el límite norte del distritocomercial y el Irk. Allí las calles, incluso las mejores, son estrechas ytortuosas -Todd Street, Long Millgate, Withy Grove, y Shudehill porejemplo- las casas son sucias, vetustas, deterioradas, y las callesadyacentes enteramente horribles. Cuando, viniendo de la viejaiglesia, se entra en Long Millgate, vemos inmediatamente a la derechauna hilera de casas de estilo antiguo, donde ni una sola fachada hapermanecido vertical; son los vestigios de la vieja Manchester de laépoca preindustrial, cuyos antiguos habitantes han emigrado con susdescendientes hacia barrios mejor construidos, abandonando lascasas que hallaban demasiado inconvenientes para una raza deobreros fuertemente cruzada con sangre irlandesa. Nos hallamos aquírealmente en un barrio obrero apenas camuflado, pues ni las tiendasni las tabernas de la calle se toman el trabajo de parecer limpias. Peroesto no es nada en comparación con las callejuelas y patios traseros, adonde se llega por pasadizos estrechos y cubiertos por los que apenaspueden cruzarse dos personas.Es imposible de imaginar la aglomeración desordenada de las casasliteralmente hacinadas las unas sobre las otras, verdadero desafío atoda arquitectura racional. Y, a este respecto, no se trata solamentede construcciones que datan de la antigua Manchester. Es en nuestraépoca cuando la confusión ha sido llevada al colmo, pues por todaspartes donde el urbanismo de la época anterior dejaba todavía unpequeño espacio libre, se ha construido y reparado chapuceramentehasta que al fin ya no queda entre las casas ni una pulgada libredonde sea posible construir. Como prueba reproduzco aquí unpequeñito fragmento del plano de Manchester: por cierto que los haypeores, y el mismo no representa la décima parte de la antiguaciudad.
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LA SITUACIÓN DE LA CLASE OBRERA EN INGLATERRA- FEDERICO ENGELS
Historical FictionObra de Federico Engels