-Gracias por confiar en nosotros y dejar aquí a los gatitos.- dijo Danielle, luego de haber dejado la caja. Indigo decidió dejarles sus camisetas en un estúpido intento de no ser olvidada.
-Recordarles que aquí,-continuó la morena.-Los gatos son acogidos y alimentados hasta que se adoptan. Ningún gato es sacrificado, al no ser que se encuentre en mucho dolor y no haya nada más que hacer. Esperamos verlos nuevamente por aquí.-concluyó, dedicándoles una cálida sonrisa.
***
En el auto de vuelta a casa, Kay apretaba las manos en el volante con tanta fuerza, que parecía que iba a romperlo.
No había dicho ni una sola palabra, y ella no sabía que decirle.
Finalmente, cuando llegaron a casa de Kay, ella sintió que si no hablaba ahora, lo más probable era que no hablara nunca.
-Kay...
-No voy a responderte.- la cortó él.
-¿Qué te hice?- preguntó, molesta.
-Pudiste haberme dicho que tenías planes con el... Brent.
-¿Qué?- preguntó ella, incrédula y con las orejas rojas por la ira.-No tengo planes con Brent...- parecía haber escupido el nombre.- No entien...
-No me importa.- interrumpió Kay.
-¡No puedes molestarte conmigo! NO eres mi novio, ¡ni siquiera me conoces!
-Te conozco más que toda tu familia, Indigo.
-No, no lo haces. Llevo aquí, ¿cuánto tiempo? ¿una semana? ¿diez días?
-Trece.- dijo él. Y luego añadió:-Cállate. No quiero hablar contigo, no quiero verte, no quiero oirte.
Abrió tanto los ojos que parecía que iban a salirse de sus cuencas, y se dispuso a volver donde los Osbourne.
-Estás loca.
Se dió la vuelta, corrió hacia Kay, y le dio un puñetazo tan fuerte que le partió el labio superior e hizo sangrar su nariz.
Y caminó con la frente en alto hasta que llegó a la casa, a su cuarto, a la cama.
Y solo ahí se permitió llorar.
Junio 19
Silencio.
Junio 20
Silencio.
Junio 21
Silencio.
Junio 22
Silencio.
Junio 23
Silencio.
Junio 24
Silencio.
Junio 25
Silencio.
Junio 26
-Tímida, ya es suficiente.- dijo Brent, cuando la vio sentada, leyendo, como los seis días anteriores.
Ella levantó la vista, y volvió al libro un segundo después.
-¡Hoy hace un día estupendo! Perfecto para una malteada.
Ella suspiró, aunque sonó más como un resoplido.
-Bien.
-Fantástico. Te esperaré aquí. ¡No escapes!
Ella se dio un baño y se vistió con una ropa típica de Indigo: falda de tela suelta hasta las rodillas, una camiseta de tirantes, y sandalias.
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Indigo
Aktuelle LiteraturIndigo, a sus diecisiete años, nunca había sido del tipo de chicas que vive aventuras, o al menos que las dirige. Siempre había sido una espectadora, de las que ven pero no actúan. Siempre silenciosa y pensativa. No era la personalidad que uno desea...