Capítulo Doce

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-Gracias por confiar en nosotros y dejar aquí a los gatitos.- dijo Danielle, luego de haber dejado la caja. Indigo decidió dejarles sus camisetas en un estúpido intento de no ser olvidada.

-Recordarles que aquí,-continuó la morena.-Los gatos son acogidos y alimentados hasta que se adoptan. Ningún gato es sacrificado, al no ser que se encuentre en mucho dolor y no haya nada más que hacer. Esperamos verlos nuevamente por aquí.-concluyó, dedicándoles una cálida sonrisa.

***

En el auto de vuelta a casa, Kay apretaba las manos en el volante con tanta fuerza, que parecía que iba a romperlo.

No había dicho ni una sola palabra, y ella no sabía que decirle.

Finalmente, cuando llegaron a casa de Kay, ella sintió que si no hablaba ahora, lo más probable era que no hablara nunca.

-Kay...

-No voy a responderte.- la cortó él.

-¿Qué te hice?- preguntó, molesta.

-Pudiste haberme dicho que tenías planes con el... Brent.

-¿Qué?- preguntó ella, incrédula y con las orejas rojas por la ira.-No tengo planes con Brent...- parecía haber escupido el nombre.- No entien...

-No me importa.- interrumpió Kay.

-¡No puedes molestarte conmigo! NO eres mi novio, ¡ni siquiera me conoces!

-Te conozco más que toda tu familia, Indigo.

-No, no lo haces. Llevo aquí, ¿cuánto tiempo? ¿una semana? ¿diez días?

-Trece.- dijo él. Y luego añadió:-Cállate. No quiero hablar contigo, no quiero verte, no quiero oirte.

Abrió tanto los ojos que parecía que iban a salirse de sus cuencas, y se dispuso a volver donde los Osbourne.

-Estás loca.

Se dió la vuelta, corrió hacia Kay, y le dio un puñetazo tan fuerte que le partió el labio superior e hizo sangrar su nariz.

Y caminó con la frente en alto hasta que llegó a la casa, a su cuarto, a la cama.

Y solo ahí se permitió llorar.

Junio 19

Silencio.

Junio 20

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Junio 25

Silencio.

Junio 26

-Tímida, ya es suficiente.- dijo Brent, cuando la vio sentada, leyendo, como los seis días anteriores.

Ella levantó la vista, y volvió al libro un segundo después.

-¡Hoy hace un día estupendo! Perfecto para una malteada.

Ella suspiró, aunque sonó más como un resoplido.

-Bien.

-Fantástico. Te esperaré aquí. ¡No escapes!

Ella se dio un baño y se vistió con una ropa típica de Indigo: falda de tela suelta hasta las rodillas, una camiseta de tirantes, y sandalias.

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