El Incendio.

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Todo el pueblo estaba reunido en un solo lugar ese día. Nadie podía explicarse el como ni el porque,pero todos estaban ahí, rezando, tomándose de las manos los unos con los otros.

–¡Rezad más, mis pequeños! –Gritaba un hombre con largo cabello negro y piel pálida. –Llamad al fuego que se les fue arrebatado.

Desde hace ya 40 años era imposible producir fuego en aquel pueblo, fueron llamados distintos magos y hechiceros solo para que pudieran volver a producir fuego.
Como podían sobrevivir aún era un misterio.

Cierto día, un hechicero llegó ahí difamando que podía producir el fuego anhelado, ellos ingenuos le creyeron, cegados ante la necesidad de poder calentarse en el invierno y poder cocinar por las tardes.
Y así fue como todos terminaron rezando en voz alta. Tomados de las manos.

–¡Alterad el ciclo de este lugar! –Gritó impaciente, cuando se generó una explosión a lo lejos en las casas del pueblo. Las llamas del fuego se expandían como se expande el viento por el mundo.

Todos al notar esto, se alegraron inmediatamente, reían alegres y felices de que por fin el fuego estaba en el pueblo.
No contaban con que pronto se expandiría.

Era una mala suerte que los únicos que sabían las propiedades del fuego eran los ancianos, los cuales, ignoraron por completo lo peligroso que este podía hacer.

Los niños, los adultos y la gran mayoría de los adolescentes corrieron directamente hacia el fuego.

Gritos de dolor se escucharon a lo lejos, todos salieron ardiendo de pies a cabeza, las pieles lentamente se caían y algunos,en un acto desesperado corrieron a con el hechicero a pedirle ayuda ante súplicas.

En un abrir y cerrar de ojos, ya más de la mitad del pueblo estaba en llamas.

–¡Ayuda! –Gritos de súplica se expandían por todo el lugar.

Parecían muertos vivientes, las pieles lentamente se derretían y los gritos de dolor y sufrimiento se expandían. La magia se les iba yendo del cuerpo.

No había salida de ese pueblo.

El fuego se había expandido de modo que todas las salidas del pueblo estaban ardiendo y el único poso que yacía en el pueblo estaba lleno de gente aventándose a él.

Una chica de cabello corto y café miró como sus familiares morían  uno por uno; afortunadamente ella no había ido a correr por el fuego.

Ella, sollozando, corrió hacia el hechicero,el cual se reía macabramente y en un acto desesperado,se postró a sus pies, aumentando sus gritos y gimoteos.

–Por favor...–Sollozó. –Haré lo que sea,pero por favor,sálveme de este infierno.

–Muérete pequeña idiota... –Y una sonrisa macabra se dibujó en su rostro.

–Aizawa, Aizawa... –Se escuchó detrás del hechicero.–sigues sin saber cómo tratar con adolescentes.

La mirada de la chica de cabello café se dirigió directamente hacia la silueta que había al lado, un chico rubio y de ojos carmesí la miraba como la cosa más insignificante del mundo.

–Bakugou ,¿qué te atrae por aquí? –Preguntó Aizawa.

–Vine a rescatar personas. –Dijo Sarcásticamente. –Y encontré a una que salvar. –Miró a la chica y le ofreció su mano.

Una mano temblorosa se extendió hasta él, el cual al solo sentir una mano tan pequeña, quiso destruirla.

–Te recomiendo que salgas de aquí rápido Aizawa —El chico atrajo a la chica a su pecho. – estos muertos  vivientes no durarán mucho más tiempo sin querer matarte a ti. –Cerró los ojos un momento y recitó lo siguiente. –Brecha octte.

La Humana y El Hechicero. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora