ᴏɴᴇ

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Tentación. El pecado más grande de la humanidad. La razón por la que la mayoría de los errores del hombre son cometidos. La razón por la que sus adultos ojos siguieron el cuerpo definido y perfecto de un joven.

No es ciego, ningún hombre lo es. Puede ser cosa de gustos, pero dentro de todo humano existe el instinto primario de aceptar la belleza. Belleza que el compañero de curso de su hijo contenía.

Le robó el aliento, la mirada, la necesidad y, segundos después, sintió su corazón arremeter. Revivió la vitalidad que sintió con su ahora ex esposa y madre de sus hijos, esa inocencia pura mezclada con la lujuria. Un solo jovencito de 15 años le robó la esencia más primaria del humano: la pasión.

Lo peor: ese chiquillo y su hijo se llevaban pésimo. Los había visto discutir una vez a golpes, todo porque el rubio era un canalla con el mejor amigo de su hijo, y por una vez, se sintió enojado con su descendiente por herir el hermoso rostro, por romper sus labios, por marcar uno de sus ojos con un morado único y por... por marcar en su cuello las manos moradas al defenderse de tal animal.

Bakugō Katsuki era un animal, un puro, fino, fiero, y hermoso animal vistiendo piel humana.

Quería, no, necesitaba tenerlo.

La sed era irremediable. Sus manos se apretaban dentro de sus bolsillos al verle, al escucharlo reír o gritar, al verlo ser joven. Se sentía tan sucio, tan vivo.

Quería amarlo, quería tenerlo, quería ser querido, quería ser correspondido, quería pasear sus manos por esa fina y blanca piel, destrozar esa expresión de gallito que ponía cuando lo enfrentaban, ¡Era tan difícil contenerse! Quería simplemente hacerlo suyo por completo.

Pero ese chiquillo, de ahora 16 años, se había convertido en un gran amigo de su hijo. Ese hijo que con emoción hablaba de su nuevo, fuerte e inteligente amigo cuando le preguntaba qué tal había estado la escuela. Le contaba las aventuras, los juegos, la forma en que Bakugō Katsuki lo llevó a un local de vídeo juegos que le hizo viajar a su tiempo de joven donde, a pesar de su estatus social, Rei y él fueron a un centro de juegos emergentes llamados "Diana". Tan acertado porque allí pudo clavar su diana con la mujer que tanto amó, y porque la amó fue que la pudo dejar ir libre, cuando se dio cuenta que realmente, el amor había pasado.

Dio un paso atrás. Bueno, no tan atrás, porque cuando Katsuki venía a su casa a pasar tiempo con su hijo se quedaba adrede para recibirlo, para intercambiar la mirada con él, para escuchar su voz con respeto y no a gritos como la escuchaba su hijo. El mocoso era un mal educado de primera, pero sabía comportarse cuando debía.

De otra forma lo hubiera pateado de su casa.

Pero no podía seguir con ello, no cuando Bakugō Katsuki era básicamente el mejor amigo de su hijo, no cuando Bakugō Katsuki le ayudó a arreglar sus problemas con su hijo, le ayudó a entenderlo, logró arreglar el daño que causó por culpa del divorcio y por no saber enfrentarlo después de eso. La relación con él se había roto, y Bakugō, con una paciencia y un cariño que Enji no supo para dónde estaba enfocado, fue remendando hilo por hilo la relación con su hijo. Obtuvo de nuevo su título de "Papá" y ahora podía notar un pequeño tono cálido en su voz, esa voz de su hijo que le hacía sentirse lleno.

Pero, aún así, aún después de tanto tiempo, aún después del aprecio mutuo y de que Bakugō comenzara a putearlo por igual que su hijo, aún no desaparecía aquella maldita tentación de hacer un destrozo en él.

Quería ver sus horribles cejas fruncidas rotas y temblorosas mientras de sus fieros ojos rojos la pasión y lujuria fueran expresas en lágrimas y sollozos que no se retuvieran. Quería enseñarle, mancharle, llenar su cuerpo de marcas que resaltaran sobre la piel blanca. Quería crear una cadena que no lo dejara escapar. Quería enterrar sus dedos en sus cabellos y con ellos enterrar su rostro tan fiero en la almohada mientras embestía sin piedad ante sus finas caderas. Quería hacerle temblar, gritar, rogar. Oh mierda, sí que quería verlo rogando su nombre, quería sólo escuchar su voz rota suplicando que se detuviera, o en su defecto, que continuara.

La ultima tentación 『EndeBakuShōto』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora