ᴛᴇɴ

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Todoroki Enji hizo lo que ni un adulto responsable haría en ese momento.

Entró cerrando la puerta con llave.

Shōto se sintió pequeño, invadido, avergonzado. Incluso buscó una almohada para esconder la erección que poco a poco perdía por la presencia de su padre, y es que le era imposible no sentir vergüenza, quizás si la situación hubiera invertida en roles no le sería tan vergonzoso pero al estar ahí, con las piernas abiertas, gustoso de recibir el miembro de Bakugō mientras su propio miembro goteaba un montón de presemen no era la situación ideal para él.

Se cubrió la cara con ambas manos para evitar mostrarse más y también para impedir ver lo que fuera a suceder ahí.

Bakugō había estado observando a Enji como un animal acorralado, la respiración se le había cortado apenas lo vio moverse dentro de la habitación. Cada paso que daba Enji más cerca de ellos era un latido aún más rápido en el corazón de Bakugō, por un segundo olvidó que estaba teniendo relaciones sexuales con el hijo de esa bestia en piel de humano.

Los ojos de Enji sobre él le quemaban, podía sentir sus caricias aún sin ser tocado, podía sentir sus labios por su cuello y el dolor que quedó ahí por culpa de sus dientes. De manera inconsciente llevó su mano derecha a su hombro izquierdo donde antes había sido mordido. El gesto logró sacarle una sonrisa superior y llena de seducción en los labios de Enji.

Aunque lo intentaran negar las miradas que se estaban dando en ese momento solo indicaba las horribles ganas que tenían el uno ante el otro de devorarse, era una lucha de poder entre un rey y un príncipe a medio camino por el dominio del reino.

La lucha no se terminó incluso cuando Enji apoyó una de sus rodillas en la cama para alzar la quijada de Bakugō con la mano izquierda y así poder unir sus labios.

Ambos, de manera consciente, aceptaron el empate al cerrar sus ojos mientras sus lenguas salieron a la lucha.

Lejos de la ferocidad, lejos de la violencia, lejos del abuso, ese fue el beso más romántico, necesitado, y tranquilo del mundo.

Bakugō se estremeció sin querer cuando la mano derecha de Enji bajó por toda su espalda hasta su retaguardia para retirar el juguete que aún seguía funcionando.

Ni siquiera se preocupó dónde cayó después de arrojarlo a la cama.

Creyó por un segundo que iba a ingresar sin darle una preparación adecuada, fue tanta la anticipación que su cuerpo se tensó por completo, tuvo miedo, se notó tanto que Shōto salió de su escondite para tomarle las mejillas, y solo con eso se calmó, solo eso necesitó para poder relajar su cuerpo apenas sintió uno de los dedos de Enji entrar en su retaguardia.

ーPor la chucha... ー

Shōto sonrió sin querer al escucharlo antes de jalarlo en un abrazo para poder unir sus labios. Sabía que Bakugō quería eso, sabía que Bakugō no huía de ahí porque el deseo de estar con su padre era mucho mayor al miedo que sentía, pero de la misma forma él quería aminorar la mala sensación lo más que podía, quería hacerle sentir tan bien como le había hecho sentir Bakugō en cada encuentro anterior. Incluso en ese mismo que aunque ya no estaba complemente duro podía sentir la sensación de estar lleno.

Se sentía completo.

Pudo saber que su beso estaba funcionando cuando los temblores en el cuerpo de Bakugō pasaron a ser espasmos, cuando los jadeos pasaron a ser gemidos mal ocultos, cuando era Bakugō quien no podía seguir con el beso y perdía la pelea de lenguas que siempre dominaba.

Enji sabía cuánto estaba arruinando todo eso cuando la mirada de Shoto cruzó con la suya llena de odio. 

Su cuerpo entero se congeló en su lugar, su cuerpo entero tembló de asco, de pronto se sentía como Eva, de pronto sentía la ira de dios sobre él por comer la fruta prohibida, irónicamente de la misma forma que lo había hecho la mujer, aunque por lo menos él no tendría frutos de su atrocidad, él no produciría a un mini Caín que vagara por el resto del mundo hasta el fin de los tiempos. 

La ultima tentación 『EndeBakuShōto』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora