Al lograr abrir el enigmático cajón, encontraron allí varias cosas. Numerosos sobres de papel marrón, documentos viejos en carpetas de cartulina, unos cuantos recortes de periódicos y otros papeles. Decidieron abrir uno de los sobres. Dentro de él se hallaban algunas fotos muy antiguas, en blanco y negro, más bien sepia. Todas eran de personas típicas del sigo pasado. Parecían ser de una familia numerosa, ya que la mayoría de los rostros se repetían en casi la totalidad de las fotografías. Al reverso de algunas de ellas, había palabras en francés. En la mayor parte podía leerse: "Famille Leloir Unzué". Esos sujetos tenían muchas facciones similares entre sí, y seguramente eran parientes de aquel que está siendo investigado, porque también poseían algunos de sus rasgos. Entre ellas, se encontraba una en especial, en la que sólo había un individuo, en primer plano. Un muchacho joven de tez blanca y cabello negro bien peinado y engominado. En su rostro se veía una leve sonrisa, pero sus ojos transmitían tristeza. Lo curioso para ambos, era el enorme parecido entre ese chico y Christopher. Uno podría jurar que era él, si no fuese porque en el dorso de la fotografía, dice "1924". Sin embargo, junto a esa antigua fecha, se leen las iniciales "C. L.", y claro, es fácil de suponer que hacen referencia a "Christopher Leloir".
- Es él. - Dijo espantado León, sosteniendo aquella fotografía. En voz baja, porque intentaban ser cautelosos. Qué ingenuos.
- No puede ser él. Es imposible conservarse de tal forma durante 90 años. - Le respondió Mateo, pretendiendo usar algo de lógica.
- Tal vez sea un ancestro idéntico, que su nombre también iniciaba con C.
- Sí, seguramente. Veamos qué más hay. - Le quitó importancia el pecoso, volviendo a sumergir las manos dentro de aquel cajón.
El rubio continuaba viendo esa foto, con la mirada helada. Mateo desplegó los recortes periodísticos. Al verlos, dudó en mostrárselos a León, porque sabía que sólo ayudaría a fortalecer el estado de shock en el que su amigo estaba, pero tenía que hacerlo. "01 de febrero, 1928. Desaparecido Christopher Leloir Unzué"; "13 de abril, 1929. Continúa la búsqueda de Christopher, el menor de la millonaria familia francesa Leloir Unzué"; "09 de diciembre, 1934. Encontrado Christopher Leloir. Acusado de criminal."; "25 de septiembre, 1939. Buscado por homicidio: Christopher Leloir Unzué"; "30 de enero, 1940. Asesino serial ronda las calles de Mar del Plata"; "27 de agosto, 1943. Nuevamente desaparecido Christopher Leloir Unzué", eran algunos de los títulos de aquellos recortes, con alguna fotografía o identiquit del fenómeno en cada uno.
- Te-tenés que ver esto. - Tartamudeó Mateo, depositando la información en las manos de su amigo.
León tomó aquellos recortes. Pareció congelarse al leer los títulos. Un escalofrío recorrió la totalidad de su cuerpo, tensando uno por uno todos sus músculos; incluso su corazón pareció reprimirse, emitiendo irregulares bombeos e hinchando cada vena. Gotas de sudor humedecían su rostro enrojecido. Ese par de ojos color miel, estaban cubiertos por una fina capa salada y transparente de lágrimas que luchaban por no caer. Sus labios se tornaron febriles y comenzaron a temblar. Apretó fuertemente los puños, intentando descargar ahí sus alterados sentimientos, abollando por completo los periódicos que aún se encontraban en sus manos. Sintió un gran peso en su cuerpo, que trataba de vencerlo. Sus piernas se aflojaron e inevitablemente calló de rodillas al piso.
Mateo enseguida también se arrodilló para estar a la altura de su amigo, aunque no tenía idea de qué poder decirle. En un caso como ese, no es fácil que a uno se le ocurran palabras de aliento. Sólo tomó del hombro al rubio, sosteniéndolo con fuerza.
De pronto, en cuestión de no más de un segundo, hizo acto de presencia él. Christopher. Se paró frente ambos, con firmeza, a más o menos un metro de distancia. Estaba descalzo, tenía un pantalón holgado de dril negro y su torso desnudo. La expresión era casi idéntica a la de León, sólo que con algo más de furia. Estaba empapado, aparentemente en sudor; esto hacía que sus cabellos se peguen a la frente. Respiraba a grandes bocanadas, inflando su pecho con cada una de ellas. Al igual que el rubio, apretaba sus puños, parecía que los nudillos estaban a punto de salirse de la piel, y daba la sensación de que se estaba haciendo daño a sí mismo en las palmas, ya que seguramente esas largas y puntiagudas uñas, estarían enterrándose sin piedad en su carne.
Mateo se puso de pie de un salto, las ganas de salir corriendo de esa horrible situación eran inmensas, pero la fidelidad a su mejor amigo vencía, así que por más asustado que estaba, se paró junto a León y cruzó sus brazos, en señal de superioridad, aunque su mandíbula temblaba y no tardaría en orinarse encima.
León permaneció arrodillado, dejó caer los bollos de diario y apoyó sus manos en el suelo. Bajó la vista y por fin las lágrimas se escaparon de sus cuencas. La aparición de Christopher pareció no sorprenderlo más de lo que ya estaba. Aunque esa extraña personalidad que el fenómeno demostraba, como si se tratase de "su otra cara", abrió los ojos del rubio, permitiéndole ver una pequeña parte de lo que el amor de su vida es en realidad.
- ¡¿Qué carajos hacen ustedes dos acá?! - Rugió fuertemente el pelinegro. Su rostro se notaba cada vez más furioso.
- ¡No nos grites! - Respondió Mateo frunciendo el ceño, que dos segundos después, volvió a relajar, alzando sus cejas y dando un paso atrás, recordando a quién se estaba enfrentando.
- ¡¿No entienden que si vivo solo es porque necesito estarlo?! ¡¿No se dan cuenta de que soy un monstruo?! - Continuó interrogando, elevando el tono de voz en cada palabra.
- Vos... vos no sos un monstruo. - Soltó en un sollozo León, que permanecía con su vista perdida en el suelo.
- León. Mirame. - Ordenó Christopher. A lo que el rubio alzó su mirada, clavándola en la violácea.
El piel del fenómeno pareció tornarse aún más pálida que de costumbre y sus cabellos y cejas, más ennegrecidos. Su torso se hinchó marcando cada músculo. Sus ojos mutaron del color violeta, a uno tan negro y siniestro que parecían brillar como dos turmalinas pulidas, rodeadas por aureolas de oscuridad que se convertían en ojeras. El tono rojo de sus labios, se intensificó, como carmesí. Abrió la boca, apretó sus dientes blancos con fuerza y luego volvió a separarlos, mostrando cómo sus colmillos se extendían hacia abajo, duplicando su tamaño y afilándose salvajemente.
- Esto. ¡Esto es lo que soy, León! ¡Este soy yo todos los días y noches a la hora de comer! ¡Esto soy cuando nadie me ve! ¡Una bestia, un asesino! ¡Soy un vampiro! - Exclamaba haciendo resonar esas frases a pesar del dolor que sentía al decirlas.
Ahora lo sabían. Sabían de qué eran esos ojos tan misteriosos. Eran ojos de vampiro.
- Pero... yo... - Intentaba hablar el rubio, con su respiración cortándose cada momento.
- ¡¿Pero vos qué?! ¡Vos nada! - Gritó aún más fuerte. Otra vez apretó sus dientes y cerró los ojos presionando sus párpados. - Váyanse ambos antes de que pueda hacerles algo y termine suicidándome. - Dijo aún con sus ojos cerrados y bajando su cabeza hasta juntar mentón con esternón. León se incorporó y él junto a Mateo permanecían de pie en el lugar, observándolo inmóviles.
- ¡Váyanse! - Repitió una vez más, desapareciendo del campo de visión de ambos.
¡Holaaa! Ya lo sé, ya lo sé, es muy corto xD Es el capítulo más corto de todos (aparte del 1), pero uno de los más importantes. Espero que les haya gustado leerlo tanto como a mí escribirlo :') Prometo subir el siguiente más pronto de lo habitual para recompensar. Bueno, nuevamente agracederles a toodos <3 Todos los votos, comentarios o simples lecturas :') Cada vez estoy más orgullosa; no sé cómo agradecerles. Esas personitas especiales que están desde hace tiempo comentando y votando cada capítulo que subo, gracias *-* los tengo muy en cuenta <3 Todos ustedes son increíbles. Espero que también les haya gustado la foto de Christopher que puse acá, a mí me encanta asdakodlas. Bueno, si te gusta votá y contame qué opinas :'D Cualquier duda también a los comentarios. ¡GRACIAS! Un beso a todos. Fiama.
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Ojos de vampiro [Gay]
Vampire[1° Temporada completa - 2° Temporada subiendo] León Arrechavaleta es un chico normal de 19 años al que le gusta leer libros de fantasía. Su vida era aburrida, hasta que un pelinegro de piel blanquecina y extraños ojos color violeta se presenta en...