Elizabeth Middford

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Evelin: — Bueno — suspira dirigiendo su verdosa mirada hacia su reloj. — Son las once y veinte. ¿Algún otro conocido para interrogar? —.

— La única que queda es vastante cercana a él- respondí mientras abría mi cuaderno.

Evelin: — ¿Elizabeth Middford? —. (O como se escriba :v)

— Prometida y prima — contesté.

Evelin: — En esos tiempos, los riquitos solían emparejar a sus hijos entre familia. Algo asqueroso para nosotros y normal para ellos. Irónico, no? — explicó ella al ver como hice una mueca al decir dichas palabras.

— Vive por aquí cerca. El numero de su casa es el catorce — respondí sin darle importancia al asunto.

Caminamos en dirección contraria adentrandonos a otro callejón del mismo barrio llegando a una pequeña casa de dos pisos color blanca, con algunas masetas de flores y puerta de caoba. Tocamos el timbre y nos abrió una señora mayor de algunos cincuenta y pico de años con cabello rubio y ojos verdes. Llevaba un vestido largo rojo vino.

— ¿Qué decean? — preguntó ella con el seño fruncido dando a entender su confusión. Pues claro, a quién no le extrañaría que dos desconocidos tocaran tu puerta a casi las doce de la noche.

—Buenas noches señora. Mi nombre es Evelin y ella es mi ahijada Lilly — nos presentaba con una gentil sonrisa. — ¿Usted debe ser Elizab-... —

— ¡Yo no quiero nada de ustedes, larguense!— la señora no la dejó terminar intentando cerrarnos la puerta en la cara, pero la detuvimos a tiempo estampando la puerta contra la pared con brusquedad.

—Que mal educada para ser una noble— decia Evelin.

— No nos iremos de aquí hasta que nos responda a unas preguntas— dije apretando los dientes dándole una mirada amenazadora a lo que ella se quedó perpleja con la boca semi abierta.

Evelin: —Le prometo que no le quitaremos mucho tiempo— añadió con una sonrisa sarcástica.

La casa era muy acojedora y estaba bien decorada y todo bien recogido. Algo me decía que ésta pasaba mas tiempo aqui encerrada que en la calle, hasta el número es la fecha en que nació Ciel.

¿Coincidencia? No lo creo

¿Obsesión? Tal ves.

Las tres nos sentamos en los muebles oscuros de la sala sirviendonos una taza de té caliente.

—¿Por qué una persona adinerada viviría en un lugar como este? — le pregunté. Tenía la curiosidad de saberlo.

—Desde que escuché ese rumor sobre "el muñeco maldito", tuve mucho miedo y decidí alejarme de la ciudad y las cosas que me recordaban a Ciel. Tenía muchos peluches y acesorios de su compañía— explicaba ella en tono de nostalgia.

Por un momento me sentía mal. Otra vez vinieron a mi esos sentimientos extraños: Ese dolor en el pecho y esa rabia cuando te traicionan y ese nudo en la garganta cuando te aguantas las ganas de llorar... es terrible.

Supongo que así se sentía Ciel ... lleno de rabia y ganas de matar a la gente.

— ¿Qué pasó con la fábrica? —.

—Se esfumó — respondió tragando saliva . — Una vez que Ciel desapareció y le dieron por muerto, sus sirvientes se fueron a bajo incluida yo — la señora Elizabeth agachaba la cabeza con trsitesa.

— Todo calló en manos del gobierno, pues él era el único heredero y no había testamento— . Elizabeth, con sus ojos cristalizados, llevó sus casi arrugadas manos al collar que llevaba en el cuello con un anillo color oro. — Lo único que me queda de él, es éste anillo—.

Kuroshitsuji: Diabolic DollDonde viven las historias. Descúbrelo ahora