Mi corazón latia a mas de mil por hora, no podia creer que me encontrase ya en este decisivo momento en el cual por fin diria un ultimo adios a todas las personas que me hicieron daño a lo largo toda mi maldita y miserable vida.

Adelanté un poco mis pies,haciendo que un tercio de ellos ya se encontrasen en el vacio mientras que el resto seguia apoyándose en aquel borde del puente que se encontraba en las afueras de Seúl. Todo estaba oscuro y en silencio, estaba tan solo yo con mis pensamientos.

Cerré mis ojos y tomé una gran bocanada de aire, dispuesta a precipitarme al vacio y terminar con todo.

Solté mis manos y dejé que mi cuerpo se inclinase hacia delante, para así incentivar a la gravedad a que cayese. Pero unos fuertes brazos me atraparon, evitando mi cometido.

Rápidamente me giré, encontrandome con un hombre al que jamas habia visto, pero debia admitir que era realmente apuesto.

-¿Que hace? ¡Suelteme!- Me zarandee en sus brazos, con la intención de que me soltase, pero no lo hizo.

-Tranquilizate, niña. Vamos, esto no es la solución...- Dijo mientras me alejaba del borde, sin soltarme aun.-Vayamos a un lugar tranquilo para que te tranquilices un poco...- Tomó mi mano para comenzar a caminar, arrastrándome tras el.

-¡Suelteme, no quiero ir! ¡No se quien es!- Me volví a intentar zarandear, pero el tenia mucha mas fuerza que yo, una niña de tan solo diecisiete años.

-Eres molesta... Deberias haberme dado las gracias por salvarte...- Gruñó por lo bajo, por lo que yo preferí callarme y seguirle, con mi cabeza baja por la vergüenza de haber sido "salvada" y "ayudada" por un desconocido.

Los minutos pasaron y cuando el hombre se detuvo observé el entorno en el cual me encontraba, ya que todo el camino mi mirada estaba fija en aquellas botas de piel sintética negras que llevaba el, al levantar la mirada me encontré con una pequeña cafeteria la cual la fachada estaba decorada con madera y algunas macetas llenas de flores violetas y blancas.

-Entremos, yo invito...- Dijo el, sacandome de mis pensamientos haciendo que asintiese y entrase seguido de el.

El lugar era aun mas bonito por dentro, ya que todo estaba decorado con tonos pastel, predominando entre esta amplia gama los tonos rosa y violeta, las mesas eran de madera igual que la fachada y en el ambiente se podia divisar el suave olor de café recien hecho.

-Ven, sentémonos en aquella mesa.- Fui guiada hasta una mesa la cual estaba ligeramente apartada de las demas. Nos sentamos uno frente al otro, provocando que un silencio incomodo rodeará la situación.

-¿Que van a tomar?- Preguntó con tono amable una camarera la cual no habia oido llegar, por lo que me sobresalte en mi asiento.

-Para mi un café solo con dos de azucar... Y para la dama...- Soltó al aire para que yo siguiese con la frase que el habia dejado a medias.

-Un té de frutos rojos.- Dije sin ganas ni si quiera mirando a ninguno de los que estaban en esta conversación, ya que me sentia realmente nerviosa a la par que incomoda.

-Muy bien, ahora se lo traigo~- La camarera se retiró para preparar nuestra comanda.

Subí lentamente mi mirada, tomándome con la penetrarnte mirada de aquel hombre.-¿Me diras como te llamas?- Pregunto el mientras apoyaba sus codos sobre la mesa.

-¿Porque no lo dices tu primero?- Dije algo molesta, ya que me sentía agobiada por el hecho de hablar con gente que no conozco de nada.

-Esto no es un interrogatorio, niña... No tienes que actuar como si yo fuese el policia y tu un delicuente... Pero si te quedas mas agusto si lo digo yo primero...- Suspiró antes de continuar con su comebtido.-Yo soy...-

◇Red string of fate◇   Kim NamjoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora