09.Un tiempo de calma antes de la tormenta.

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El sol matutino iluminaba al mismo tiempo, que una fresca brisa soplaba en el campo verde y fragante, meciendo a las flores que crecían, sobre sus tallos.

Dentro del bosque ocurría algo similar con los árboles, éstos entre abrían sus hinchadas yemas, y asomando se por ellas las tiernas esmaltadas hojas, se estremecían, a la ves que se desplegaban, al sentir por primera vez, el calor de los rayos del sol eran tan vivificantes; también se escuchaban las sonoras voces de las aves, llenando de armonía su entorno.

Los 2 chicos, del pequeño grupo de jóvenes, observaron con una chispa de esperanza: reflejada en sus ojos.

Era una valiosa oportunidad de poder salir de este bosque, ambos llegaron a pensar; que la suerte les volvía a sonreír una vez más, al poder ver. A una distancia de uno, o tal vez dos kilómetros, por debajo de su mirador, se podía ver lo que parecía ser un puesto de observación, de la estación del guardabosques; está se encontraba, se mí oculta entre los árboles.

Los chicos, comenzaron a andar dirigiéndose, hacia una ligera pendiente, que descendía entre los árboles; mientras caminaban, Gaia, observaba a su pequeño compañero, que descansaba dentro de su bolsillo izquierdo de su pecho: aún vistiendo las ropas blancas, que les habían hecho que usarán, aquellos hombres.

Su compañero parecía agotado, hacé ya un par de horas sus sables habían vuelto a ser aquel animalito redondo, aún sé preguntaba cuál era la causa, por la cual se transformó y sí todas las criaturas lo podían hacer. Entre ocasiones se giraba, para ver a los otros chicos, sí lo seguían siguiendo; también se preguntó, si ellos, tenían alguna idea, de que los puercoespines, podían cambiar de forma.

Después sólo agitó su cabeza, para dejar de pensar en cosas absurdas, para seguir avanzando.

Zuno, comenzó a caminar entre aquel bosque, paso trás paso, panorama trás panorama, siguiendo aquel chico albino, que caminaba frente a él

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Zuno, comenzó a caminar entre aquel bosque, paso trás paso, panorama trás panorama, siguiendo aquel chico albino, que caminaba frente a él.

Luego recordó a la chica, así que se detuvo, para después girarse, viendo si le seguía; y en efecto ella, continuaba siguiéndole, como si sé tratará de un perrito.

Ya que la joven, se detenía cuando el se detenía, prosiguiendo cuando el proseguía, ninguno decía nada, por un corto espacio de tiempo, en el cual perdieron la noción del tiempo mismo.

Zuno, se sentía un poco incómodo con esta extraña situacion, tanto que no sabía cómo dirigirse a la chica, ya que anteriormente ella, había ignorado sus palabras, y tal vez está vez también lo haría, ésa era la razón, por la cual, había guardado silencio, todo esté tiempo.

Al cabo de unos cuantos minutos, al fin habían llegado a su destino, la torre de observación del guardabosques de la zona.

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Urns No Sono Kami (Escribiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora