Ella es un té amargo

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— ¿Estás hablando en serio? — El gesto fue sorpresivo para la sherrif que tanto trabajo tenía sobre la mesa; papeleos de su buena compañera VI que todavía no completaba. 
— ¡Por supuesto que lo digo en serio! Yo jamás te he mentido, pastelito. — Al parecer la pelirosada no tenía miedo de su compañera y jefa Caitlyn en ese minuto, por supuesto que no, ella era una osada en decir las cosas, sobre todo replicar ese sobrenombre tan dulce para ella, entendía que no le agradaba del todo.
— ¡Tsk! Mira, puedes ir donde se te plazca y con quién tú quieras, pero primero tienes responsabilidades en éste lugar. ¿Vas a dejar todo esto tirado y ya? — Se dirigió con vigor frente de ella, no le importó fuera más alta, simplemente la señaló con el dedo. — Te quedas aquí haciendo lo que debes y no te irás hasta que vea que tienes todo hecho. ¿Qué pasa contigo? ¿crees que siempre voy a estar finalizando tus tareas? También tengo cosas que hacer afuera, además esto es de un caso grave. ¿Dónde está el informe que se te pidió hace una semana. — Estaba que echaba humos por la cabeza y fuego por la boca. Por esos pequeños segundos VI vio su vida pasar frente de sus ojos. Caitlyn siempre fue de un carácter muy fuerte que aparecía en casi todo momento. Rara vez se le veía sonreír a no ser que fuera por formalidades y saludos, pero ni eso lo hacía del alma. 

VI alzó ambas manos queriendo frenar los regaños de la más baja resignandose a obedecer. Llegaría tarde a esa salida que tanto quería tener, pero ¿qué mas daba? no podía sino hacer caso. Rápidamente sacó un pañuelo blanco higiénico para pedir la paz. 
—De acuerdo, no puedo contradecirte en nada y solo haré mi trabajo lo más rápido posible. ¿Contenta? 
— No me alegra para nada obstaculizar tus planes, pero debiste pensar en tu trabajo antes de tu vida social y más cuando hay un caso de investigación. En fin, estaré en mi oficina. —
Dió un giro tan preciso y duro para salir de aquel lugar con su seriedad que le caracterizaba, y VI aprovechando que no le miraba, le sacó la lengua como toda una infante. 
— Pastelito amargado. ¡Bah! — Su cuerpo cayó como saco a la silla y sus manos tomaron las hojas para comenzar su trabajo. — Odio hacer esto, yo quiero ir donde está la acción. 


Exactamente eran las 2:00 AM y todavía seguía trabajando y refunfuñando como siempre. La mayoría de sus compañeros de oficina se habían retirado a sus hogares y ella que no dejaba de digitar y enviar correos que eran recibidos casi de inmediato por los oficiales mayores.
Estiró los brazos al aire e hizo tronar su cuello, casi con la cara caída del cansancio cuando recibió una llamada en su celular. Era en ocasiones una mujer tan ruda, temeraria, pero su ringtone era una canción de una animación para niños pequeños bastante conocida y vista en la región. Antes de contestar coreaba la primera parte y movía sus dedos como si fuera lo más adorable del mundo. —'Chalarara' — Sin mirar nombre, contestó rápidamente. 

— ¿Sí? ¿qué pasa? — Agarró unas donas y las metió a su boca.
— ¿Cómo que qué pasa? ¡Estoy aquí hace tres horas esperándote! ¿Dónde demonios estás? 
— ¡Ah, relájate un poco! No ha pasado tanto....¡BUAAAAA SI HA PASADO MUCHO TIEMPO! AH... — Se levantó del escritorio como alma que lleva el diablo, agarró todos los papeles que terminó, los archivó en un abrir y cerrar de ojos, solo dejó tres hojas sobre la mesa que eran los que le faltaban. 
—¿También me vas a dejar hablando sola? 
— ¡No, no! es que, estaba poniendo orden, pero ya terminé, ya terminé. — Se quedó tiesa al ver a Caitlyn en la puerta de la oficina negando con la cabeza. 
—Ah, espérame allí, no te vayas que todavía queda noche por disfrutar, además mañana es mi día libre. — Cortó de inmediato tragando saliva. — Y..ya terminé. 
—Puedes irte, y recuerda que mañana no vienes, no vaya a ser que te vea por acá. Además no hay nada más que hacer y me alegra ante todo que hayas acabado tu trabajo. Ya puedes irte. —

VI no se despidió ni nada, solo agarró un impulso tremendo en salir de allí a la velocidad de la luz. Pronto llegó a los camarines donde se quitó la ropa de servicio y se puso unos jersey negros ajustados con unas zapatillas negras, arriba una playera en V de color calipso y su abrigadora chamarra delgada de hilo. 
Tenía que ir a prisa, agarró un taxi y pidió ir al parque metrópolis de la ciudad. Como estaban las cosas en Piltover, ya cualquiera podía entrar pues la seguridad se había duplicado y cosas malas no pasaban, además ¿qué le iba a pasar a una mujer tan astuta como la que esperaba en la banca?
— ¡Llegué! — Se paró justo detrás de la pelirroja. 
— Ya era hora, estaba a punto de cambiar los planes, VI. 
— Sarah, no seas así, es que ya sabes, el trabajo y todo eso. En fin ya vamos a algún bar a bailar ¿o no? — 
— Viajé de muy lejos, pero sabes que he salido campeona en beber así que, creo que de la borrachera tuya me encargo yo. 


Caitlyn por su parte seguía con su trabajo, no le importaba cuántas horas estuviera allí, siempre tenía ese impulso tan responsable en acabar con sus trabajos a tiempo. Pero eso le limitaba su vida social quedando como única posibilidad su compañera de trabajo o en alguna ocasión una visita de extranjeros. 

— Yo creo que te sobre exiges mucho, Cait. — No le extrañó para nada que fuera llamada así y menos por una voz tan familiar que siempre sabía cómo meterse en su oficina de forma sigilosa. Por supuesto que no le temía, pero allí estaba, sonriente y coquetón como él solo. 
— No, no me sobre exijo como tú dices, solo trato de terminar aquí para tener un día más liviano luego. ¿Tienes idea de todo el trabajo que tengo que corregir de VI? Si por lo menos no fuera tan impulsiva e irresponsable. Cree que todo es golpear paredes, malechores, golpear y comer ¡y además escuchar su música de niños! 
— ¿VI escucha música de niños? — Se echó a reír haciendo que la silla se tambaleara y cayera como un saco de patatas. — Y se ve tan cruda y todo eso. — Se peinó su rubia cabellera, arregló su guante y se levantó. 
— Paso tanto tiempo con ella que sé hasta qué come. En fin, ¿qué te trae por aquí Ez?— Los apodos familiarizados entre ellos eran frecuentes, de todas formas, tenían familia y conocidos, amigos desde pequeños, él conociendo el genio de ella, y ella siempre de brazos cruzados como un acompañante de comida. 
— Hum, vine acá para que dejes tu trabajo y huyas conmigo en un barco de amor. — Antes de ver la reacción de Caitlyn, negó de inmediato ante su mal chiste. — No, solo vine a buscarte porque bueno. Hoy es mi cumpleaños y quiero salir a alguna parte, ¿qué dices? Anda, no me dejes solo. —
Caitlyn dejó un poco de lado su trabajo para mirarlo a los ojos. Le pareció extraño que la haya invitado a ella cuando siempre llevaba a Lux o a alguna otra muchacha. Tenía tanta curiosidad por preguntar, pero mejor no dio opinión para parecer entrometida y simplemente guardó los archivos en el computador, apagó el monitor y se quitó los lentes de trabajo. Levantándose de su asiento como una dama, tomó sus pertenencias y lo tomó de la mano para salir de allí. Terminó su turno en silencio. 

— ¿En serio me vas a acompañar? 
— Ezreal, enciende el auto y vámonos. 
— ¡Así se habla!

Un gesto de satisfacción apareció en ambos rostros que abordaban el auto y que sin tardar dieron marcha al hogar de Caitlyn, un lugar bastante hermoso y con clase, la entrada con flores pero no por su belleza iba a significar que fuera un lugar sin trampas. 
Una vez que llegaron, ambos entraron y Ezreal la esperó en la sala. 

— Ah, tiempo sin verte, Luana. — La felina blanca se meneaba entre las piernas del rubio, recibía todo el amor que deseaba. En tanto Caitlyn se dio una ducha rápida, se vistió luego para la ocasión. Un vestido tableado negro, botines con tacón mediano, arriba lucía una blusa de escote formal y un chaleco floreado negro y púrpura. Se peinó el cabello en una coleta alta, solo se maquilló un poco y salió al encuentro nuevamente, pero no sin antes haber tomado las precauciones debajo de su falda, y la tira en su muslo. En su bolso traía un arma en caso de necesitarla. 

— ¡Wow! Ahora sí. ¡Vamos! —

No dieron muchas vueltas en el auto cuando salieron, solo una hora y media desde que salieron de la estación de policía, a casa y luego otra vez a la calle. 
Ezreal tenía un lugar especial para celebrar sus fiestas, era de clase y no tan de baja calidad pues ambos gozaban de buenos gustos. 
Cogidos del brazo se encontraron con abundante público que bebía y charlaba, algunos bailaban en la pista de baile. A Caitlyn no le agradaba mucho bailar, siempre lo hacía a solas en su habitación, pero jamás en público. 

En una mesa al fondo estaban VI y Sarah gozando de unas copas junto a unos muchachos que acababan de llegar. Y en la mesa del costado sin darse cuenta, Ezreal y Caitlyn se acomodaban para pedir sus copas. 

— No pensaba verte por estos lados, VI. — 
La voz masculina hizo una sonrisa en los labios coquetos de Sarah y en varias muchachas, era un galán, apuesto y muy varonil. 
— ¿Jayce? ¿qué haces acá? — Para sorpresa de ella que tuvieron una historia que acabó por romperse pues el tipo era muy mujeriego y Jayce dudaba de ella seguidamente por sus salidas con mujeres. 
— Pues, me animé a salir pues como ya es fin de semana, mucho que hacer no tengo, pero siempre me mantengo alerta en todo lo que tenga que hacer. — 
Extendió la mano para besar la mano de Sarah y ella con gusto la ofreció. 
— Tiempo sin vernos, guapo. 
— Lo mismo digo, capitana Sarah. Y VI, tienes rostro de molesta y cansada. — 
Se sentó a su lado abrazándola por los hombros. 
— Ni que lo digas, ¡Caitlyn me dejó trabajando toda la noche otra vez! Ni siquiera eran tantos papeles como para que se molestara tanto y frunciera tanto era cara de limón agrio que tiene. Me asusta. 

En la mesa de al lado Caitlyn bebía su margarita con calma  disfrutando de la velada mientras oía las aventuras de Ezreal en su viaje a Shurima. Era excitante imaginar todas las tormentosas cosas que vivía, incluso visualizaba ocasiones como cuando caía, o comidas, donde dormía, todo. Pero su concentración se fue difuminando al escuchar tantas carcajadas en la mesa del lado, por el momento no prestó atención necesaria, más solo quitó su chaleco de hilo pues el licor le hacía entrar en calor. 

— Y no imaginas lo que encontré. Era una piedra preciosa de color burdeo, no sabes lo maravillosa que era, me recordó un poco a Luxanna. — Suspiró algo desganado. 

De pronto ambos levantaron la mirada, pero caitlyn giró porque daba la espalda a la mesa siguiente, el único impedimento para ver con claridad eran muros sólidos cubiertos de esponja y alfombra que daban la elegancia y privacidad, pero esa mujer que se levantó era tan alta y exageradamente gritona que su voz era reconocida en todos lados. 

— ¡Mírenme, soy tan amargada con mi placa de Sheriff, soy toda una mandona! — Se mofaba de su jefa pues supuestamente no estaba allí. Jayce y Sarah disfrutaban del espectáculo. VI con gracia se meneaba y todos le siguieron para ir a la pista de baile que no estaba tan alejado. — Caitlyn no arruinará mi noche de fiesta. — Jayce la sostuvo de la cintura con fuerza para pegar su voluptuoso cuerpo al propio.  
— Pero si es un té amargo y agrio, ¿por qué te enojas tanto? la conoces de mucho tiempo. 

La indignación en sus ojos se podía notar; estaba hirviendo de la rabia.  [¿Té amargo?] Pensó. Ezreal testigo de lo sucedido cogió su mano y de inmediato hizo que le viera a sus ojos.
Él como nadie sabía la que se armaría si esos bocazas no callaban ahora ya. 
Sarah por su lado se puso de pie junto al resto, ella no era tan precipitada y solo miró a su alrededor percatandose de la situación. 

— Caitlyn... — Murmuró casi mordiéndose los labios por la vergüenza, giró la cabeza para advertir de su presencia al grupo, pero no había caso. 
Ezreal vio con ojos sorpresivos a Sarah, ¿qué hacía allí? tragó en seco y sus nervios afloraron en cosa de segundos. La sheriff cayó en cuenta también; al parecer era incómodo para ambos. 
— Es mejor que se callen los dos. — VI a punto de besar a Jayce y este con las ganas quedó cuando la peliroja señaló a la mesa siguiente a una mujer de serio carácter. 

— Caitlyn...— Dijeron en unísono, al parecer todo lo que dijeron ella lo escuchó. 

— Ezreal, ¿qué pasa? 

— Vamonos, Cait. 

— Estoy de acuerdo contigo, ¿pero dónde? — Se mostraba por fuera tan pasiva y un gesto serio afloraba en su rostro, y Ezreal estaba en iguales condiciones. 

— A mi departamento, es pequeño pero allí habrá más tranquilidad para los dos y sin molestias. 

Ambos y en coordinación se pusieron de pie para retirarse, con una mirada de reojo Caitlyn fulminó a VI y a Jayce con su indiferencia, Ezreal observó con desafió a Sarah y esta solo quería correr detrás de él. 

— Mierda, voy a tener problemas. — Replicó la pelirosada con nervios a flor de piel.


Disparo al corazón. [Jayce x Caitlyn.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora