¿Qué haces tú aquí?

188 14 0
                                    


Tanto Sarah como VI se apoyaban la una de la otra arreglando su maquillaje. Lo bueno es que la pelirosa no era tan terca y menos inquieta, tampoco se oponía a un poco de maquillaje en su rostro. Sarah, bastante feliz por el resultado le mostró cómo quedó su cabello arreglado con unos ligeros flecos y su suave maquillaje, además olía a un perfume cítrico. 
Por su parte, tenía el cabello semi recogido en una coleta que ocultaba entre las hebras de su pelo rojizo, las ondas hacían una caída hasta el final de su cuello para así lucir su espalda. Su aroma era ''Mar azul'' algo dulce pero no hostigante, sino agradable a las narices de todos. 

— ¿Estás lista, cariño? — Le preguntó Sarah a punto de abrir la puerta. Los muchachos estarían en la fiesta antes de ellas. 
Ezreal se reunió con Jayce para llegar mucho antes a la fiesta. Ambos estaban muy guapos, uno utilizaba un traje de color negro y corbatín de color burdeo, así la chica podría reconocer con facilidad, a diferencia de Ezreal, Jayce optó por un traje blanco ajustado, había una moño de color rojizo vino para distinguir. 
Una vez allá, ambos recibieron sus antifaces poniéndolas de inmediato en su rostro e ingresar a la fiesta.  Primero pasaron por el gran salón saludando a la mayoría de las personas para pronto bajar por la escalera que los llevaría al piso de abajo donde sonaba música clásica y habían muchas damas de diferentes vestidos, hombres acompañando, solteros, familias. Un lugar grande y agradable. 
Jayce buscaba a alguien en especial, Eso era lo molesto de los antifaces, no se podía distinguir a casi nadie, iba ser en vano saber si estaba o no allí. 
— ¿Ocurre algo, Jayce? —  Preguntó Ezreal ofreciéndole una copa de licor. 
— No, solo estoy nervioso, ¿tú no lo estás? 
— No, no lo estoy, no es primera vez que asistimos a estas fiestas, además siempre terminamos conociendo a alguna mujer, aunque la única diferencia que ahora tenemos mujeres que tenemos que cuidar. 
— No sé tú, pero VI no es mi novia, ¿qué hay de ti y Sarah?
— Tampoco es mi novia, por el momento estoy con ella para sacarme una espina del pecho. — 
No hubo comentario alguno, solo hasta que dos mujeres preciosas robaron la mirada de los asistentes en su gran mayoría. Todos sabían que VI traía el cabello rosa, así que no dudaron en que ella era, a pesar de traer antifaz, pero lo que realmente les sorprendió fue la sensualidad y elegancia que traía encima, cómo pudo haber cambiado tanto solo con una prenda y la ayuda del maquillaje, también de un peinado. A su lado una peliroja que también se llevó más de algún suspiro de los asistentes. Ezreal consciente de las miradas no pudo evitar sentirse celoso. Ambos se acercaron al principio de los escalones, tomaron las manos de sus invitadas y las besaron, pronto tomaron sus brazos para ir a la pista y saludar al resto de las personas, llenándose de halagos y besos respetuosos en sus manos. 

En una esquina apartada estaban los padres de Caitlyn que se acercaron a los recién llegados, sabían muy bien que se trataba de Jayce, Ezreal y VI, pero desconocían a la señorita que acompañaba al rubio. 
Con respeto saludaron y conversaron algunos minutos, habían comentado que enviaron la invitación a Caitlyn, pero tenían la certeza de que rechazaría esta. Jayce y Ezreal concordaron también; nunca iba a ese tipo de fiestas.  

— Ahora que lo menciona, señor y señora mamá de Caitlyn. — Se dirigió VI a ambos, causando una ligera risa entre todos. — Caitlyn estaba encerrada en su oficina, ni señales de querer salir de ahí, de hecho, en la puerta tenía ese aviso de no molestar. Al parecer tendrá trabajo para toda la noche. 
Cerca de ellos, un par de oídos curiosos escuchaba la conversación, un hombre alto y fortachón, no tal delgado, de buena contextura y varonil. Su objetivo era tener una conversación ''amena'' con Jayce cuando tuviera la oportunidad, pero al momento no se estaba dando la oportunidad. 

— ¿Podemos bailar? — Invitó Jayce a VI llevándola a la pista, eran piezas clásicas. Ella temerosa no sabía bailar, pero hizo su mejor esfuerzo en ello, parecía que practicó toda su vida para ese momento, pero no, fue Sarah que le dio lecciones de baile en dos días desde que le avisó de la invitación. 
— No mientas con que no sabías bailar. — Sujetó a la chica de la cintura apegándola a su cuerpo. — Y no puedo negar que te ves muy sensual. Además tienen un ángel para bailar vals, es lo que más se baila aquí. — VI no dijo nada, solo siguió bailando, pues se estaba avergonzando mucho, y el otro motivo era Ezreal con el juego que estaba haciendo para Sarah. 

Desde lejos se oía la orquesta de vals, la muchacha estaba dudando mucho si entrar o no. Varias veces dio paso firme al frente y otras retrocedía. 
— Ya estoy aquí, no tengo por qué arrepentirme. — Avanzó cinco pasos firmes, pero al ver que la gente se volteaba a verla, giraba abruptamente retrocediendo otros diez pasos. Hizo esto al menos cinco veces. — Ah, ¡Por qué tiene que ser tan difícil! — Se golpeó un poco el rostro, ahora sus pasos estaban en la acera de camino al castillo. Sus tacones de color púrpura de tacón y cerrado princesa daban un paso elegante. Una vez llegó a la entrada, los anfitriones quedaron sin habla al ver a Caitlyn, se veía maravillosa, preciosa, hermosa, no había descripción exacta. Parecía que fuera la princesa del reino completo. Con toda educación saludó como correspondía, aunque de ellos afloran los nervios. 
— Buenas noches. — Levantó un antifaz que combinaba muy bien con su vestido. Un corte sirena de largo atrás caído y delante con escote arriba de las rodillas ajustado de la cintura, un escaparado de encaje de hilo en la espalda y de frente con encajes de rosas alrededor de la costura corsé. Un vestido completo precioso de color púrpura que hacía juego con su piel tan blanca. Su cabello iba recogido en un tomate y caída en ondas bien definidas, al frente solo un fleco al costado derecho. Antes de entrar al interior observó su silueta en un espejo, puso su antifaz y se decidió a bajar los primeros escalones. Su mano acarició el pasamanos antes de bajar. Se deslizó con delicadeza y tan elegante que otra vez la mayoría quedó sin habla. Jamás habían visto a una chica así en un baile. Esperaban ver quién la recibía al final de la escalera, pero nadie se acercaba. 
Ezreal se le cayó la quijada al verla, habría que ser muy tonto para no darse cuenta. Jamás la había visto así de hermosa, era un diamante en bruto, una piedra muy preciosa. Jayce solo la observó con admiración y por supuesto a punta de la caída de baba, VI también se deslumbró con su belleza, y Sarah envidió un poco su entrada tan elegante. 
Por unos segundos, el personaje que oía la conversación hace minutos atrás, sabía de quién se trataba, en un tiempo compartieron conocimientos y vivencias como compañeros. A prisa el varonil hombre se acercó hasta el inicio de las escaleras, parecía que todos hicieron un amplio camino para ambos y la pista se abría para recibir a los dos en un baile distinguido. 
Caitlyn insegura de quién se trataba, se dejó llevar. Ofreció su mano y este le besó con cuidado, pronto la invitó al centro de la pista donde la orquesta tocó su mejor vals. 

Caitlyn posó su mano en el hombro ajeno haciendo sentir una caricia al adverso,  y el contrario actúo igual solo que en la cintura de ella.
La mujer odiaba los bailes en público, aunque al bailar lo hacía muy bien, no recordaba cuántas veces bailó en público cuando niña, pero esto era muy vergonzoso.  Ahora con un antifaz, ¿quién la iba a reconocer? 

Todos esperaron el inicio de la melodía y ambos con una coordinación sin igual comenzaron a bailar, como si se conocieran de mucho antes. Con el estilo de baile Caitlyn recordó un baile de niña con un amigo de infancia que pronto se marchó lejos. 
Continuaron bailando, este hombre alzó a Caitlyn de la cintura para hacerla girar. El vestido se meneo y ondeando en los aires cayó hasta el piso, y al final de la melodía este le agradeció con un ademán. 
Ambos se retiraron a un extremo, los aplausos no se hicieron esperar. 

— ¿Puedo saber quién eres? — Cuestionó Caitlyn encantada y ya menos nerviosa que el principio. 
— Puede que ya lo sepas, pero pronto lo sabrás mejor. — Esto la dejó con más dudas, pidió que le acompañara a saludar a algunas personas pues no le apetecia del todo estar sola con tanta concurrencia. 
Por supuesto que su acompañante asintió.

Las miradas todavía estaban puestas entre los dos, incluso los padres de Caitlyn. Ezreal no sabía si decir que era ella, Jayce por su parte todavía estaba encantado con esa mujer, era hechizante. 
Al ver todos que la mujer y aquel acompañante se acercaban, se arreglaron con rapidez, no querían dar mal impresión. 
Antes de que Caitlyn hablara, Jayce se adelantó a tomar su mano y como ella aceptó, este le besó con un calor sin igual que hizo que la sheriff se acelerara un poco. 
— Mi lady, se ve usted muy hermosa esta noche. — El término era muy usado entre personas de clase alta, por lo que no le pareció nada extraño, pero si sonaba extraño para las dos muchachas de compañía. Caitlyn agradeció con un gesto, ahora no estaba segura de hablar. 
— ¿Puedo bailar con usted la siguiente pieza? — Se adelantó Ezreal, haciendo que Sarah se sintiera un poco de lado, pero de inmediato Ezreal le pidió discreción, se acercó al oído de Fortune para aclarar, ahí comprendió y mejor quedó en silencio a la compañía del extraño hombre que apareció. 

En cosa de segundos ambos tomaron la pista, ahora con un hombre diferente, esta vez habían más personas, se trataba de un baile a pareja cambiada, así que por obligación todos los hombres y mujeres solteras participaban en coordinación al baile. Al cambio de compás se cambiaba la pareja. 
Inició cada uno con una persona al azar. 

— Dime Caitlyn, ¿qué te hizo venir a este lugar? — Caitlyn con querer lo pisó para que hablara más bajo. 
—¡Tsh!,  Sé discreto. — Susurró entre una sonrisa elegante. — Nadie sabe que estoy aquí, además solo vine para distraerme un poco. — 
Ezreal comenzó a reír pero no muy fuerte pues la situación parecía divertida y muy poco usual.
— Pero hiciste una entrada triunfal, debo decir que te ves muy hermosa esta noche. — Caitlyn hizo un pequeño moflete, rara vez los hacía. 
— Ya, no tantas palabras bonitas que me pones nerviosa. Además ahora se viene el cambio de pareja, suerte con Fortune. — Guiñó y pasó al siguiente que era el extraño. Parecía que en el baile se complementaban muy bien, los dos giraron y otra vez la tomó de la cintura para hacerla flotar a los aires, todos hicieron lo mismo con sus bailarinas. 
— ¿Ahora sí puedo saber quién es usted? — Mostró una brillante sonrisa, pero volvió a negar. 
— Todo a su momento, señorita Caitlyn. — Sabía al menos su nombre, aunque, ¿quién no sabía su nombre en ese lugar? Pronto el compás cambió y ahora su pareja era un desconocido, él era un tanto tosco para bailar. Caitlyn comenzó a entrar en dudas pues al extraño en ningún mencionó su nombre. O tal vez era muy obvio que se trataba de ella. 
 Todas las bailarinas giraban alrededor de las pareja que les tocó, en el climax de la canción donde imitaban pequeñas caminatas saltadas buscando a una nueva parejas de una en una hasta quedar en el último, y para variar quedó frente al más alto y apuesto, un hombre tan varonil y de fuertes brazos. Ninguno de los dos se daba cuenta de quién era quién, así que solo se pusieron uno frente al otro. 
Jayce cogió a la dama por la cintura y sintió algo diferente a lo que sentía con otras mujeres, un cosquilleo intenso en las manos y nervios por temor al romperla si era demasiado brusco, a diferencia de Caitlyn que se apoyó contra su cuerpo, sentía la firmeza en su pecho y el calor, además de un aroma que inundó sus sentidos. 
— ¿Puedo saber su nombre? — Preguntó él. Caitlyn reconoció su voz de inmediato pues era el hombre que había besado su mano anteriormente. Jayce no se propasó, por primera vez trató con respeto a una mujer, tampoco era indiferente en su sensualidad y cautivadora forma de menearse. 
— Puede que en alguna ocasión la sepa, pero qué sería de una fiesta con antifaz si todos sabemos quienes somos, perdería la gracia en su totalidad. — 
Jayce encontró que tenía toda la razón. 
Ambos se encontraron con una escena más lenta, un vals más romántico. 
Se decía en esas fiestas que con quién bailarías esa canción, era con la persona que te quedarías por toda la eternidad. Algo que no era muy creíble pues Ezreal había bailado con un montón de muchachas, hasta con Lux esa canción y no pasó nada, lo mismo creía Jayce. Bailó esa canción con muchas chicas y con ninguna se quedó. 
— ¿Sabe? me siento con suerte. — Murmuró Jayce cerca del oído de Caitlyn. — Jamás me había topado con una belleza tan deslumbrante como la suya. — 
Caitlyn se sintió en las nubes, quería estar así toda la noche. ¿Hace cuánto que no se divertía de esa manera? 
— Me siento igual, podría bailar toda la noche si quisiera, pero tengo que ver cuánto me dura la resistencia. — Lo decía por los tacones. 

Ambos ya distraídos uno con el otro, el hombre extraño subió por las escaleras silencioso a hablar con otras personas que ingresaron al Ala este. Jayce giró con la mujer y al ver a ese hombre subir con otras personas cuestionó. 
— Perdone mi atrevimiento, pero, ¿ese hombre es su novio? — Tomó la punta de los dedos de Caitlyn para hacerla girar suavemente. — El hombre que le recibió cuando llegó abajo. — La muchacha negó. 
— No, también quise saber de quién se trataba, pero me dijo que en unos minutos más me diría. Seguramente sintió pena al verme bajar sola. Además llegué sola, no estaba segura de venir o no. Tal vez se dio cuenta que nadie me recibiría, de todas formas no gozo de muchos amigos, soy una mujer muy reservada y sin querer, me he convertido en la amargura de algunas personas. —
Jayce no podía creer nada de lo que decía, ¿cómo una mujer tan dulce y hermosa no tenía amigos?
— Así que no lo conoce. — Eso levantó las dudas, ¿sería quién buscaba? tenía que resguardar la seguridad del lugar. — Ya veo. 

Cuando la música finalizó, Jayce se despidió de ella y tomó rumbo escaleras arriba. Caitlyn nuevamente se quedó sola pues Ezreal se había puesto a bailar con VI, que por cierto se notaba que era ella, y la peliroja era Sarah. No tenía interés de quién más había ido, así que se acercó a sus padres para darles un beso. Esto fue atrevido pues todavía no sabían quién era, pero Caitlyn hizo un gesto muy propio, un alto. Ambos la abrazaron con amor. 
— Caitlyn, ¿En serio eres tú? — Su madre estaba maravillada por su elegancia. Hizo que diera una vuelta para ver su vestido más de cerca. 
— Sí mamá, soy yo. No me decidía nunca por venir. — Su padre la abrazó con protección. 
— No imaginé que vinieras, pero déjame decirte querida hija, no pierdes tu elegancia y clase, y tampoco esa gracia para bailar. ¿Quién te acompaña esta noche? — Su padre y madre la llevaron a los asientos del fondo donde descansaba una ya agotada Sarah de rechazar tantos bailes de hombres desconocidos. 
— Nadie, he venido sola porque no me animaba a invitar a nadie. Además Ezreal trae a su pareja. — 
Sarah miró porque estaban hablando de ella, y recién ahí se dio cuenta de quién se trataba. 
— ¿Caitlyn? — Cubrió su boca de la gran sorpresa que se llevó.
— Hola señorita Fortune. Por favor, no digas que estoy acá, solo tú y Ezreal lo saben, nadie más. Por cierto, te ves completamente hermosa.—

Sarah agradeció su cumplido y también dio seguridad de que no diría nada si así ella lo deseaba. De pronto de la pista donde tenían una disputa entre bailes VI y Ezreal, el último gritó de la sorpresa. La dejó a la mitad del baile y llegó en caminata rápida hasta donde Sarah que sin preguntar o decir nada, la tomó de la mano y se la llevó fuera del baile, a prisa subieron por las escaleras donde pronto desaparecieron en la entrada del salón. 
VI al verse sola, no perdió el tiempo en encontrar a otro muchacho para bailar. Ya se había pasado un poco de copas para seguir bailando. 
— Bueno... Lo he pasado muy bien, pero es hora de irme. — Dio un beso tierno en las frentes de sus padres, seguido de eso se retiró.

No querían que se fuera, pero sabían que ella era muy responsable y que seguramente tendría muchas cosas que hacer, así que dejaron que se marchara. Al subir las escaleras vio al último hombre con el que bailó, se despidió con la mirada pero este no hizo caso, seguía concentrado en algo. 
No debía entrometerse, solo salió del castillo con tranquilidad. La gran mayoría también compartía afuera, el lugar era amplio con hermosos jardines, en una de las capillas de la jardinería abierta, estaban Ezreal y Sarah conversando. Caitlyn se dio cuenta que ella lloraba y Ezreal le consolaba. Se sentía el amor entre ambos, era sincero y no moriría jamás. 
Al ver la escena Caitlyn se apoyó en un árbol rojizo, no hallaba nada de malo en el amor, aunque ella estuviera convencida que para ella no habría nada. 
No quiso mirar más, y se marchó a otro lugar. Paseaba por el jardín nocturno. 
Unos pasos más allá vio a un par de hombres quitarse el antifaz, uno de ellos le pareció muy conocido. De una caja enorme sacaron algunos dispositivos de artesanía, eso no pintaba para nada bien. 
Caitlyn se acercó otro poco más reconociendo el rostro de alguno de los hombres más ricos de la ciudad, un magnate corrupto que escapó de la ley al menos dos veces por la ayuda del gobierno. Unos árboles más allá estaba otro hombre observando tal cual como Caitlyn. 
Una vez esos peces gordos entraron a las instalaciones del castillo, ese hombre que acompañó a la sheriff habló con tono más golpeado. 

— ¿Por qué no te acercas de una buena vez y dejas de espiar desde los árboles? — 
Creyó que le decía a ella, rápidamente se puso atrás del grueso tronco para pasar desapercibida, pero se dio cuenta que un hombre salía de más allá desde su punto. 

— Sabía que estarías aquí, Viktor. — Dijo determinado el más fortachón. 
— Aquí las noticias vuelan, tampoco estaban tan equivocados. — 
Por la impresión Caitlyn quedó congelada, el hombre que huyó hace años estaba allí en la fiesta, encima había bailado con ella. Estaba descolocada además de angustiada. ¿Qué debía hacer? había algo ilegal de por medio. 
— Siempre estoy informado de ti. — Caitlyn se asomó para ver al otro interlocutor, por fin se quitó el antifaz revelando que era Jayce. 
Otra vez quedó sin habla, golpeó el piso con el tacón. Gracias al cielo no se escuchó su arrebato pues era pasto solamente. Pero, se sintió en las nubes con la persona menos indicada. [Rayos..] Pensó. 
— Bueno, ahora me tendrás más cerca que nunca. — Al decir esto un montón de hombres salieron a buscar a Jayce, era todo un plan para capturarlo, sabían que no iría armado. 
— Tenías esto previamente planeado. — No opuso resistencia, de todas formas no tenía miedo ni forma de defenderse. 

Disparo al corazón. [Jayce x Caitlyn.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora