Ninguno de los dos en el mismo momento actuaron como desesperados, de hecho fue la situación más relajada para el par. Jayce solo se dio el trabajo para recostarla sobre la cama para después ir hasta la puerta y cerrarla. Si bien ambos estaban solos en esa gran mansión, no estaba demás poner el seguro en ella.
Caitlyn en ese momento observó por la ventana la bajada de la playa, las olas se lograban apreciar con el silencio que reinaba en casa, como estas golpeaban las rocas y las gaviotas cantaban de vez en cuando.
Jayce se recostó al lado de Caitlyn y esta se acomodó justo a su lado posando su delicada mano sobre su pecho. Lo sentía realmente, su corazón latía incluso con más intensidad cuando estaba cerca de él. ¿Cómo no hacerlo? si incluso su perfume la estaba embriagando del gusto.
Las palabras sobraban en un momento tan único como ese, pero los besos no. Los labios de la mujer se acercaron con tranquilidad sobre el pecho del contrario dejando un camino de besos insonoros que llegaron hasta su cuello, ahí con un ligero golpe a su mentón hizo que este le diera espacio en su cavidad y ella hiciera a sus anchas lo que quisiera. Con el permiso que dio su acción, Caitlyn sacó su lengua para lamer toda la extensión de su cuello hasta llegar al triángulo que une la llegada de su oreja. Pícara mostró ligeramente sus dientes donde mordió el lóbulo y lamió dejado una sensación tibia y húmeda.
Jayce estaba con los ojos cerrados disfrutando del momento entre sonrisas íntimas que podía ocasionar sus movimientos. Ensimismado aisló todo lo negativo, ahora solo ella alojaba en su flora de deseos, nadie más que la oficial.
La mano derecha del héroe acariciaba la suave pierna izquierda ajena, sus dígitos ásperos lograban un recorrido sensual hasta que la palma cubrió con su calor subiendo hasta el glúteo de la mujer, ahí apretó con un ligero masaje que le incitó a más. Un sensual hilo se cruzó en el meñique del chico, su dedo levantó aquella delgada y fina prenda con el mismo y llevando incluso más el fondo, recorrió el trazo de su suave glúteo siendo este más profundo. Presionó su dedo justo donde pareció preciso; estaba caliente y palpitante. Al acariciar aquel lugar tan tabú para las mujeres, pensó que la sheriff tendría alguna clase de molestia, pero muy por el contrario fue su reacción. Ella alzó más el trasero para que tocara a su complacencia.
Todo llevó a que se besaran como lo habían hecho anteriormente, uniendo sus bocas y jugueteando con sus lenguas, mordiendo de vez en cuando sus labios inferiores, succionando la punta de sus músculos nuevamente proporcionando ruidos excitando para los dos.
Pronto Caitlyn apretó sus piernas pues yacía la jugosidad femenina.
Apasionada por él, optó por arrodillarse justo a su lado mientras que el otro no dejaba de acariciar y llenar la punta de sus dedos con aquel jugo.
La mujer quitó su corsé de botones y cordón, al momento de por fin estar libre de toda prenda, la dejó caer al piso.
El héroe observó aquellos voluptuosos senos y esos pezones que incitaban a poseerlos. Con un poco de fuerza se incorporó de costado para quedar semisentado y en ese impuso, aprovechó de quitar sus manos del trasero de la chica para ahora tomar ambos senos y juntar esos pezones justo por el medio, la manera en que lo hizo fue algo brusca pero resultó para que su boca sedienta de lujuria los demandara ansiosos entre mordidas suaves y succiones.
Caitlyn jadeó; su ropa interior ya estaba más que húmeda, Jayce corría con la misma suerte pues su erección lo estaba matando bajo ese pantalón que por cada minuto que pasaba lo apretaba más. Con un hábil movimiento la sheriff logró bajar su mano para acariciar el abultado miembro que se marcaba en el pantalón, también pudo sentir la humedad en su dígito derecho, él desprendía preseminal. El sonido se hizo escuchar por toda la habitación, Jayce bajó la cremallera de su pantalón, levantó al cadera para quitar la hebilla del cinturón y retirarla rápido, lo mismo jalando la punta para que su botón no diera problemas, su mismo impulso bajó su calzoncillo para que ella no solo tocara por encima, sino que toda la extensión.
Su delgada mano presionó desde la punta hasta arriba, primero comenzó lento, pero luego aumentó el movimiento pues la respuesta del chico se estaba resumiendo en jadeos uno detrás de otro, el preseminal además en la mano de ella, viscoso.
El juego se dio por terminado cuando tanto ella como él se fueron quitando sus prendas, Jayce retiró la falda de la muchacha y Caitlyn su polera, todo, absolutamente todo lo tiraron al suelo. Ahora la oficial estaba recostada en la cama, levantó las piernas para que Jayce retirara su última prenda de encajes y un hilo atrás, aquel calzón tan sensual que besó después de lanzarlo sobre la lámpara.
Su vista fue incluso más privilegiada, desde ahí la intimidad de la mujer gozaba de un camino delgado de vellos solo en el monte de venus, el resto ni rasgo de incomodidades.
Abrió sus piernas para mejor vista, la necesitaba. Lentamente se acomodó entre ella, no utilizó protección ni nada, solo comenzó a pasar la punta de su miembro por el clítoris húmedo de la chica, así lo repitió dos veces hasta entrar suavemente en su interior. Estaba muy estrecha, temía que por esto y lo ansioso que estaba fuera a terminar tan rápido, pero haría el esfuerzo de durar.
Elogió su estrechez, capturó las dos manos de la mujer a la altura de su rostro y cuando ambos estuvieron cómodos, el vaivén de sus caderas comenzaron a otorgar todo el placer.
Cada vez que llegaba al fondo, los gemidos de la mujer se hacían uno solo con el gemido más ronco del héroe, luego sus movimientos fueron incluso más duros haciendo que el golpe se escuchara en contra de los glúteos de la oficial.
Caitlyn se zafó del agarre de sus manos pues deseaba acariciar o más bien, arañar la espalda del contrario. Aquellas uñas se enterraron con satisfacción haciendo heridas leves e incluso más de alguno resultó más profundo.
Cansados de la misma posición, Jayce cogió a Caitlyn para bajarla de la cama y llevarla a la pared, ahí la volvió a alzar entre sus brazos, la muchacha hábil puso sus piernas en las caderas del contrario y así una nueva penetración la inundó a gemir incluso más fuerte, era muy intenso, placentero, incluso así entraba más que la otra forma.
Las piernas de la oficial estaban temblando del gusto, a pesar de que el cambio de sensación por la fría pared fue algo chocante, volvió a estar acorde con los movimientos de fuerte héroe.
Sus besos, caricias, mordidas llevaron a un final deseado en ambos, aquel hombre de brava forma de poseerla, terminó aligerando los movimientos y siendo certeros al final para dejar escapar un chorro de semen en el interior de la chica, aquella que justo en el momento apretó su interior para sentir la palpitación del miembro ajeno y agotarse, por ella seguía moviendo las caderas pero sería incómodo para Jayce, así que simplemente salió con cuidado, luego llevó a Caitlyn sobre la cama que temblaba del cansancio. Al hacerlo, ella gateó hasta la punta de la cabecera, Jayce pudo ver como el espeso líquido blanco salía de ese lugar tan sensual, esto provocó incluso más sensualidad de ella.
Exhaustos por su primera vez, se besaron un par de veces hasta yacer dormidos en la cama, uno abrazado al otro, por fin quitando sus ganas y quizás cuántas veces lo repetirían.
La noche cubría todo el lugar, a la mansión ya había llegado Austin que solo fue por un día metrópolis y regresó en un bus directo. Cuando vio el auto de Caitlyn dedujo que todavía no se iban, así que decidió no molestarlos pues la única puerta que estaba cerrada era la de Jayce.
El sueño para ambos fue algo vital para recuperar energías, el primero en despertar fue el héroe del mañana. Sentía la cadera algo cansada, su brazo algo apretado porque tenía abrazada a la oficial.
— Qué maravillosa forma de despertar...— Miró afuera la oscuridad, no iba a presionar para que volvieran, de hecho, si fuera por él, se quedaría siempre viendo la sensualidad de ahora su mujer.
Caitlyn luego de unos besos juguetones por parte del contrario, lograron despertarla con una sonrisa divertida.
Otra vez hicieron el amor sin importar el tiempo; ya iba a dar explicaciones en la central de policías cuando llegara, pero ahora, era su tiempo de disfrutar.
Una responsable VI al día siguiente se presentaba a la oficina de Williams para reportar otra vez su llegada, pero por juiciosa que fuera, traía en la mano una caja de pastelillos y la otra con un café bien cargado.
— No son para ti, son para mí. No he comido nada y no alcancé a tomar desayuno, así que pasé en situación de emergencia a la cafetería y aquí estoy. — Dio una mascada salvaje a uno de sus pastelillos, así mismo con la boca llena habló. — Oye, ¿y Caitlyn? — Dejó ver toda su comida de la boca incluso expulsando migas de ella.
— No seas sucia, y todavía no ha llegado. Te he dicho que si no llegaba hoy, no iba a tener importancia, pero tú insistes tanto a que sí que apostaste una caja de rosquillas y café. — Mintió Williams.
— ¿En verdad lo hice? no recuerdo, de verdad que no recuerdo. ¿En qué momento dije eso? — Le ofreció algún pastelillo a gusto.
— Justo antes de salir de la oficina, gritaste a los vientos: ''Si no llega mañana te debo una caja enorme de rosquillas y un café por la mañana.'' — VI era tan distraída a veces que tampoco se iba a dar cuenta de eso. Williams astuto tomó a un policía que pasaba sin querer por ahí, la interrogó forzadamente solo para que dijera sí. VI derrotada dejó el café sobre la mesa y su caja de pastelillos. — Dah, ya vengo, iré a la cafetería a comprarte esa caja de rosquillas. — Si se atravesaba una piedra en ese momento, ella pateaba.
— ¿Puedo retirarme ya? — Preguntó al policía que interrogó, aquel la dejó ir.
No sabía cuántas horas habían pasado desde que estuvieron haciendo el amor, no solo dos veces, sino que cuatro más y por tanto ajetreo el sueño les ganó la cuenta para levantarse temprano. Caitlyn vio la hora del reloj y de un brinco saltó de la cama.
— Jayce, Jayce, despierta. — Jayce estaba acurrucado en los senos de la muchacha.
— No amor, cinco minutos más, estoy cansado. — Puso su pierna sobre las de ella.
— Vamos...hoy comienza mi día laboral, tenemos que irnos, pero antes comer algo, tengo hambre. — Besó con ternura su desordenado cabello. — Además, la conduce soy yo, no tú.
— Bien, bien...—Se talló un poco los ojos, así se removió para sentarse a la orilla de la cama. Una contenta Caitlyn le abrazó por la espalda para besar su lóbulo. — Cait, ¿segura que quieres irte?
— Oh, tenemos que ir a metrópolis, por mí encantada me quedo acá, pero tengo deberes con los cual cumplir y tú también, además, hay un proyecto con el que quiero trabajar contigo. —
No dio más tema para hablar, Jayce se levantó y cargó en sus espaldas a Caitlyn para llevarla al baño donde se bañaron juntos por una hora a jugueteos e invitaciones íntimas.
Claramente ninguno de los dos accedió porque estaban exhaustos. Al acabar secaron sus cuerpos, regalaban besos en sus labios y así un millón de veces hasta que por fin se vistieron.
Abajo los esperaba un desayuno contundente.
— ¿Austin? ¿A qué hora llegaste? — Jayce se sentó en un extremo de la mesa junto con Caitlyn.
— Oh, anoche. No traje su auto, así que me regresé en autobús. No se preocupen por nada que yo llegué a dormir, estaba cansado con el viaje que realicé. —
Caitlyn se sintió algo avergonzada e incómoda de que Austin estuviera anoche, ¿y si escuchó todo?
Jayce con seguridad la calmó. El mayordomo se fue hasta la cocina.
— ¿Habrá escuchado algo?
— ¿Bromeas, Cait? La habitación de Austin está al otro extremo de la casa, este lugar es muy grande como para que escuche, además él ha trabajado durante años con mis padres, incluso mucho antes de que yo naciera.
— Ah... me siento cohibida.
El desayuno estuvo delicioso, pero ya era momento de partir, los dos subieron al auto, Austin se despidió de ambos con cortesía. Pronto esa casa de la playa quedaba atrás. Ahora solo eran los dos conversando de planes, proyectos de trabajo y algo más.
— Es primera vez que no me cuido. — Comentó Jayce con confianza.
Caitlyn por su parte no supo qué contestar, aunque eso estaba bien por su salud.
— Mi primera vez también fue protegida, pero no fue la gran sensación, ¿sabes? —
A Jayce se le infló el pecho de orgullo.
— Bueno, contigo ha sido mi primera vez sin nada, pero siempre dije, y esto Dershi te lo puede confirmar. A la mujer que esté a mi lado y quiera de verdad, dormirá en mi cama, haremos el amor en mí cama y compartiremos la misma habitación, solo la mía.
— Eso quiere decir que con tus anteriores conquistas jamás las habías llevado a tu cama o a un lugar especial.
— Exacto, nada especial ni a mi cama, ni a mi mansión, solo en pieza de invitados y ya.
— Jayce, adoro que seas sincero conmigo, pero trata de evitar esos temas, no quisiera hacer una imagen de ti con otras mujeres, me siento mal cuando lo haces. Durante años escuché lo que hacías y no me hace sentir bien. Quizá es muy especial lo que está naciendo entre los dos, pero no digas esa clase de cosas.
— Tú no eres como el resto Caitlyn, desde siempre fuiste una dama, una señorita para tus cosas, actuaste siempre con criterio.
— Si hubiera sido una chica cualquiera, solo por ver tu cara bonita me acuesto contigo. Suerte que esa cara la conozco de años y a pesar de que sea bonita y todo, no caí como el resto. —
El camino se hizo muy corto hasta la gran ciudad, parecía todo normal y tranquilo, de hecho esto fue lo más sorprendente, la ciudad no estaba en llamas ni nada parecido.
Debían pasar primero por la estación de policías. Querían hacer todo más rápido, así que solo entraron como si nada hubiera pasado, pero los gritos de VI llenaron la oficina de miradas confusas.
— ¡Caitlyn! — Abrazó a su jefa con muchísima fuerte. Caitlyn sentía que se le salían los huesos, ya no daba más. — ¡Jayce! — Lo unió al abrazo haciendo que juntaran las caras como unos muñecos. — ¡Qué alegría verlos por acá!
— ¡Oye perro, cállate! — Exigió Williams desde su despacho, este hombre estaba todo entusiasmado jugando con una tira de lana roja, abajo en el piso jugaba una divertida Luana dando arañazos y enredando en sus dientes ese trozo de lana. — ¿Caitlyn, Jayce? —
Los dos se aproximaron al lugar, Luana se levantó olfateando a su dueño, de inmediato corrió a su alrededor para poner su cabecita entre sus piernas y ronronear.
— Ow, mi luana hermosa. — Se inclinó para cargar a su mínima que gustosa recibía sus besos.
— ¿Qué tal lo han pasado en la playa? veo que vienen más agotados que descansados, ¿les ha pasado algo en el camino? — Williams saludó de beso en la mejilla a Caitlyn y de mano a Jayce.
— No, no, nada. Estamos bien, estamos cansados por las dos horas de viaje nada más, además que con todos los invitados que estuvieron, limpiamos la casa.— Repuso Jayce que también quiso jugar con la gatita, ella le mordía los dedos.
— Pensé que llegarías anoche, fue a ver a Dershi y nada, ni noticias. — Se sentó arriba del escritorio de Williams.
— Bájate de ahí. — Pidió Caitlyn. — Sí, al final se nos hizo muy tarde para seguirlos, como dice Jayce, nos quedamos ordenando para que a Austin no se le hiciera tan pesado el trabajo, pero tardamos mucho y al final nos terminamos quedando un día más. Espero no te molestes que hoy no haya tomado mi puesto, Williams. — Bajó a su gata al piso.
— Para nada, en estos días he disfrutado mucho la compañía de Luana, sobre todo cuando se acuesta en mi cabeza, es como un sombrero de pelos. — Se distrajo. — Ah, antes de que se vayan, ¿recuerdas a Gillian? La pequeña que salvaste de las manos de un asesino. — Caitlyn intentó hacer memoria hasta que recordó a la muchacha.
— Ah sí, la recuerdo muy bien. ¿Está bien? — A sus espaldas se acercó una muchacha más recuperada de todo ese trauma, así con un fuerte abrazo le agradeció por todo lo que había hecho. Atrás estaban sus padres orgullosos por su estabilidad.
— Gillian, ¿qué tal estás? — Correspondió a su abrazo dejando pequeños besos en su frente.
La niña antes de responder, se fijó en una marca muy roja en el cuello de la oficial.
— Oh, le ha picado un mosquito muy fuerte, debe ponerse algo para que baje la inflamación. —
Caitlyn consciente de esto, se puso el cabello hacia delante para cubrir el chupón que Jayce le había dejado, él mismo se dio vuelta para evitar las miradas acusadoras de Williams y VI.
— Sí, pero ya pasará. ¿Te quedarás en piltóver?
— No oficial, solo quise pasar acá para saludarla, estoy hace una semana en la ciudad pero nos tenemos que ir, hace días vine pero su jefe dijo que no estaba, pero ahora ya me tengo que ir porque el tren parte en una hora. ¡Hasta pronto oficial Caitlyn! — Dejó otro beso en su mejilla y se despidió del resto, antes de salir de la oficina nuevamente gritó. — Recuerde cuidar esa picadura de insecto de su cuello, para que tiene más en el inicio de su pecho. —
Cuando esas personas se fueron, Caitlyn estaba tan roja que casi caía de la vergüenza.
— Ya saben...— Comenzó a tartamudear. — Los zancudos de la playa y eso...
— Seeeeeeeh, los zancudos, yo también tengo algunos en la cadera. — Le ayudó VI. — Pero esos fueron de un zancudo del sur, no lo sé. El tuyo es picadura del zancudo de la nación.
— Yo también he tenido. — Apoyó Williams, pero este estaba hablando desde el lado ingenuo. — Ah, recuerdo que una vez fui a acampar con mis primos, todos terminamos picados por esos benditos zancudos. —
Jayce se sacó la chaqueta delgada para pasarsela a Caitlyn en ese minuto. Por toda la excitación de anoche y lo apurados que estaban en la mañana, no se dio ni cuenta las marcas que le dejó.
En un abrir y cerrar de ojos la oficial tenía puesta la chaqueta.
— Bien, tenemos que irnos. — Dijo Jayce. — Debo ir a mi casa y eso, ¡adiós! —
Tomó del brazo a Caitlyn para salir de la oficina y salir de ese lugar, cuando al fin estuvieron a solas en el auto, le dio un delicado beso en los labios pidiendo perdón, pues no se había fijado en las marcas que le hizo.
— Pobre Caitlyn, su piel es muy blanca y quedará manchada si el zancudo le picó muy fuerte, debe ser alergica. — Seguía hablando Williams que otra vez tomó el hilo de la lana para jugar con Luana.
VI escuchando lo que decía quedó con cara de: ¿Estás hablando en serio? ¡Son chupones hombre!
— Ja ja, sí. Pobre... ¡Pobrecita! — Se fue a su oficina, todavía tenía papeleos que hacer.
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Disparo al corazón. [Jayce x Caitlyn.]
Fanfiction' ¿Por qué no me di cuenta antes? Jamás estaría con una mujer tan amargada como tú. ' Bien dicen que cuando se escupe al cielo, este puede caer en tu cara. Yo solo sentía un tanto de respeto, miedo tal vez he incluso un poco de intriga, pero mis o...