Muy lejos de sus tierras, su hogar y de su vida como una sucesora al trono. La princesa, en un acto inútil, golpeaba la reja que la tenía aprisionada con sus grilletes. La frustración estaba marcada en su rostro, arrugaba el entrecejo y, finalmente, dejó que su pesado cuerpo se deslizará para caer arrodillada al suelo y llorar, llantos imparables que se propuso a liberar de su alma
Todos los humanos la veían de lejos, no se acercaban a ella: más que miedo, era respeto a su situación. Solo fue uno quien se acercó a consolarla, fue uno quien puso la mano en el hombro de la muchacha y ella recargó su peso, su sentimiento en él.
Sus almas hablaban entre sí en aquel momento. Número XXXII le ayudó a levantarse, las suaves manos de la elfa tomaron los brazos fuertes del esclavo, sus ojos no parpadeaban, era extraño y curioso a la vez. Pero todo fue interrumpido por un asombro ahogado de la multitud: presenciaron la aparición de la nada de Número Cero, Sir Rodrick y Shamash.
En ese instante, Número XXXIII se lanzó a abrazar a su abuelo, la intensidad fue tan grande que el pobre anciano hizo un gemido de dolor por tanto amor que le daba: como si no se hubieran visto en años. Acto seguido, la chica cambió su actitud tan brusca que todos quedaron impresionados: tomó de la chaqueta a Rodrick y lo arrinconó contra los barrotes.
—Solo tengo una razón para no matarte ahora: me dejaste vivir esa vez que me levante contra ti.
—Claro —tartamudeó. El cuerpo del caballero empezó a temblar.
—Me encantaría sentarnos y tomar un té juntos —rio el hombre mayor y sonrió dulcemente—. Agradezco que no lo golpearás hija o en este caso que no lo mataras.
—¿Cómo fue que llegaron aquí? —inquirió la chica, sin soltar a Rodrick.
—Es hora de explicar eso, mi querida Número XXXIII.
Con ternura, Número Cero tomó cada dedo de su hermosa hija y se los fue soltando de la ropa del pelinegro. Acarició el suave cabello castaño de la chica, los ojos grises del abuelo trasmitieron mucha calma a su niña, a su amor, a su pequeña flor. Notó que su padre confiaba en el desgraciado, traidor y repugnante ser que odiaba desde el fondo de su alma y también Número XXXII compartía ese sentimiento.
El anciano reunió a todos, les pidió que formaran un círculo para que comprendieran la situación que estaba pasando. Sir Rodrick fue el primero en hablar: dio sus motivos por los cuales no asesino a Número XXXIII que fueron irrisorios por parte de los que lo escucharon; porque la hija del anciano era hermosa a sus ojos de casanova. Luego de eso, Número Cero explicó con detalles la leyenda del héroe que su rey le conto.
"El héroe, el elegido por los dioses para liberar a la raza humana será bendecido por el Número XXXII, por esta razón, todos estos años me he mantenido junto a ustedes y por nada del mundo debemos permitir que muera en manos de estos dragones ni de los elfos"
A continuación, vino Rodrick que, para ganar la confianza de la gente, a pesar de lo dañada que estaba su credibilidad, habló con sinceridad entre la multitud y lo más curioso era su magnífica labia que cambió la cara de enojo de algunos a compasión y compresión.
—Yo Sir Rodrick de Evadan, hijo de Abraham y de Lucía de Evadan, siempre respete a Número Cero como mi maestro, mi mentor y mi superior —se inclinó para hacer una reverencia ante el anciano—. Los humanos traicionaron a los elfos, yo los traicione a ustedes, pero los elfos me traicionaron a mí. Por lo tanto, en esta jaula les pido perdón a todos los actos hacía mis propios hermanos, amigos, familiares.
Dio una bocanada de aire, la vista de él y de su maestro se cruzaron: el anciano asintió dando la aprobación a su aprendiz para que prosiguiera con el discurso.
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Número XXXII
FantasyEn un mundo medieval gobernado por tres reinos, la traición causó que dos de ellos se enfrentaran y solo uno resultara el ganador. Por culpa de la avaricia del rey, los humanos fueron condenados a ser esclavos de los elfos por toda su existencia, n...