"¿Qué piensas?" preguntó Candy yaciendo acostada boca abajo y sobre el cuerpo de Terry quien descansaba en el sofá.
Él, después de responder — "Nada" —, enderezó levemente la cabeza para poner un beso en la frente de ella la cual suspiraba, cerraba los ojos y sonreía de lo que recientemente su interior hubo gozado.
Terry, por su lado, luego del beso depositado volvía a fijar su seria mirada en el techo. Algo lo tenía realmente molesto, y no era de lo que Candy pensaba, sino...
— ¿Tienes hambre? — el hombre cuestionó.
La mujer levantó la cabeza para mirarlo y re cuestionarlo:
— ¿Tú no?
— No estos momentos.
— Entonces... ¿piensas salir? — preguntó ella al recordar que él se lo hubo dicho.
— ¿Quieres venir conmigo? — Terry la invitó.
— Me encantaría — contestó Candy.
Con la aceptación, Terry se ayudaría y la ayudaría a ponerse de pie.
Estando así, de pie, volvieron a mirarse. La ligera sonrisa que él tenía, a ella llamaba mucho la atención.
— ¿Qué pasa? — Candy volvió a interrogarlo.
Esta vez, él suspiró hondamente y la abrazó con fuerza. Y ese silencio que Terry le dedicó, a Candy puso pensativa. No quiso concentrarse en que quizá se arrepentía, ni tampoco en otra cosa que representara negatividad. Al contrario, si su corazón latía acelerado se debía a la reciente actividad realizada, no porque le estuviera anunciando que aquello debía terminar cuando apenas había iniciado.
— ¿Dónde vas a trabajar? — finalmente Terry había contestado.
— Aquí en casa, bueno... en la de arriba — informó Candy liberándose un poco de él quien respondía:
— Me parece bien, aunque...
— ¿Qué? — instó una ya preocupada Candy. Observada por él le contestaba:
— Tengo entendido que la señora Cortland viaja constantemente.
— Sí, eso me contó — dijo ella soltándose del todo para levantar su prenda de vestir; — pero se le hace imposible llevar a su hija. ¡Va a pagarme 75 dólares el día!
— ¿En serio? — exclamó Terry; y ahora él prestaría atención a un rostro y a lo siguiente a decir:
— Lo malo que estaré ocupada por doce horas, y otras veces tendré que quedarme a dormir con ella.
— Pero estarás aquí — Terry la alentó ¿por los dos?
— Sí... eso sí — respondió Candy, la cual se le quedó mirando sin expresar nada.
— ¿Te preocupa algo?
— Eso he intentado saber de ti
— No, no pasa nada — contestó él acomodándose sus prendas también; y al estar haciéndolo Candy insistiría:
— ¿Estás seguro?
— Sí — se oyó. También se notó una sonrisa en la varonil cara para demostrarlo; y pese a verla sincera, la mujer diría:
— Sea lo que sea, puedes decírmelo, ¿eh?
— Decirte ¿qué?
— Lo que sea — repitió ella. Y él...
— ¿Comemos, nos aseamos o nos vamos?
Frente a la evasiva, Candy optó por lo segundo. Y para hacerlo tuvo que dejarlo en su lugar para que ella fuera a meterse al privado. Ahí, simplemente dejaría que el agua se llevara sus consternaciones.
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Compañeros de cuarto, ¿compañeros de vida?
KurzgeschichtenESTA HISTORIA, COMO LAS ENCONTRADAS EN MI PERFIL, SON MI TOTAL AUTORÍA. NO DE DOMINIO PÚBLICO. SI HAY DUDA ALGUNA, PUEDEN CONSULTARME. Mantenerse soñando no quería. Realizar el sueño trazado sería mejor. Igual toparse con su presencia y conseguir el...