Parte 7

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 "¿Qué piensas?" preguntó Candy yaciendo acostada boca abajo y sobre el cuerpo de Terry quien descansaba en el sofá.

Él, después de responder — "Nada" —, enderezó levemente la cabeza para poner un beso en la frente de ella la cual suspiraba, cerraba los ojos y sonreía de lo que recientemente su interior hubo gozado.

Terry, por su lado, luego del beso depositado volvía a fijar su seria mirada en el techo. Algo lo tenía realmente molesto, y no era de lo que Candy pensaba, sino...

— ¿Tienes hambre? — el hombre cuestionó.

La mujer levantó la cabeza para mirarlo y re cuestionarlo:

— ¿Tú no?

— No estos momentos.

— Entonces... ¿piensas salir? — preguntó ella al recordar que él se lo hubo dicho.

— ¿Quieres venir conmigo? — Terry la invitó.

— Me encantaría — contestó Candy.

Con la aceptación, Terry se ayudaría y la ayudaría a ponerse de pie.

Estando así, de pie, volvieron a mirarse. La ligera sonrisa que él tenía, a ella llamaba mucho la atención.

— ¿Qué pasa? — Candy volvió a interrogarlo.

Esta vez, él suspiró hondamente y la abrazó con fuerza. Y ese silencio que Terry le dedicó, a Candy puso pensativa. No quiso concentrarse en que quizá se arrepentía, ni tampoco en otra cosa que representara negatividad. Al contrario, si su corazón latía acelerado se debía a la reciente actividad realizada, no porque le estuviera anunciando que aquello debía terminar cuando apenas había iniciado.

— ¿Dónde vas a trabajar? — finalmente Terry había contestado.

— Aquí en casa, bueno... en la de arriba — informó Candy liberándose un poco de él quien respondía:

— Me parece bien, aunque...

— ¿Qué? — instó una ya preocupada Candy. Observada por él le contestaba:

— Tengo entendido que la señora Cortland viaja constantemente.

— Sí, eso me contó — dijo ella soltándose del todo para levantar su prenda de vestir; — pero se le hace imposible llevar a su hija. ¡Va a pagarme 75 dólares el día!

— ¿En serio? — exclamó Terry; y ahora él prestaría atención a un rostro y a lo siguiente a decir:

— Lo malo que estaré ocupada por doce horas, y otras veces tendré que quedarme a dormir con ella.

— Pero estarás aquí — Terry la alentó ¿por los dos?

— Sí... eso sí — respondió Candy, la cual se le quedó mirando sin expresar nada.

— ¿Te preocupa algo?

— Eso he intentado saber de ti

— No, no pasa nada — contestó él acomodándose sus prendas también; y al estar haciéndolo Candy insistiría:

— ¿Estás seguro?

— Sí — se oyó. También se notó una sonrisa en la varonil cara para demostrarlo; y pese a verla sincera, la mujer diría:

— Sea lo que sea, puedes decírmelo, ¿eh?

— Decirte ¿qué?

— Lo que sea — repitió ella. Y él...

— ¿Comemos, nos aseamos o nos vamos?

Frente a la evasiva, Candy optó por lo segundo. Y para hacerlo tuvo que dejarlo en su lugar para que ella fuera a meterse al privado. Ahí, simplemente dejaría que el agua se llevara sus consternaciones.

Compañeros de cuarto, ¿compañeros de vida?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora