Parte 12

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Y efectivamente Sam y Diana lo harían, no sin antes de mirar enemigamente al vecino quien había decorado en su guapo rostro sí la mofa de aquella situación. ¿Un calificativo? Terry se lo reservó; y sonriendo burlonamente siguió su camino a casa.

Allá y en el instante de que él saliera con la pequeña en brazos, habiéndose ayudado de uno que otro mueble y de uno que otro brinquito, Candy llegó hasta su habitación. En su cama ya reposaba sentada cuando lo vio aparecer; y por supuesto él la reprendería por su acto.

— Te paraste y caminaste por tu propia cuenta.

— Tuve mucho cuidado y no me lastimé — Candy se excusó. — Además... debo intentarlo si no, mañana no podré hacerme cargo de Brenda. ¿Qué dijo su mamá?

— ¿Que nos presentaste como tus primos?

— ¿Le... aclaraste que no? — ella hubo sonado apenada.

— No, pero estoy seguro que Brenda lo hará —, por haberlos visto darse uno que otro besito durante su estadía. — Voy a levantar un poco allá fuera. ¿Necesitas algo? — preguntó él estando bajo el umbral de una puerta.

— No — contestó Candy y lo vio salir consiguientemente de haberle sonreído. Empero Terry no tardaría en regresar, llevando consigo el libreto de ella, quien lo agradecería y pediría después:

— Siéntate —. Una femenina mano indicaba un lugar a su lado. Él lo ocuparía oyendo posteriormente: — tuve que decirle que... éramos parientes por... tú sabes... como referencias y...

— Está bien — acordó él. — Creo que en ningún momento te lo he reprochado.

— Pero puedo ver que estás enojado.

Desconociendo su verdadero carácter, ella se limitó a no acariciar ninguna parte del cuerpo que tenía enfrente.

— Contigo no — respondió Terry poniendo su mirada en la salida de la habitación.

— ¿Entonces con quién?

El guapo futuro actor sonrió; y girándose a la joven mujer aprovecharía el momento para contar del incidente anterior con Sam.

Pasados unos breves minutos que hubieron consistido en el relato, se escuchaba de la informada un tanto apenada:

— Lo lamento. Nunca fue mi intención causarte este tipo de molestias.

— ¿Y quién dice que tú las estás causando? ¡Son ellas por...!

El mismo hombre detuvo su oración. Y porque en esos momentos tenía cosas más importantes por hacer, se disculpó con su compañera para volver al aseo de su apartamento. Ella por su parte se quedaría pensante mientras volvía a perderse entre las líneas de su corto libreto.

Por ser el de él más extenso, Terry, una vez que terminó con la limpieza fue a meterse a su habitación; saliendo de ahí en el momento de oír el arribo de Charles, quien nuevamente llegaba con un postre. Empero al darse cuenta de un frío recibimiento, quiso saber:

— ¿Todo bien, budy?

— Sí — contestó el que hubo ido a su encuentro. Al de Candy, Charly iría para decirle:

— Te traje un "pie" que hará que te chupes los dedos.

— Gracias — dijo una sonriente ella. Y la cual al intentar levantarse...

— No te muevas — le advirtieron ¿seriamente? — Acá te lo traeré — una vez que lo abrieran, lo cortaran y lo colocaran en un pequeño platito.

Sin objetar, la joven mujer aguardó por ello. También a que dos horas después se le acercaran para desearle "buena noche", y en menos de un minuto verse el apartamento en completa penumbra y musicalizados sus habitantes por el silencio.

Compañeros de cuarto, ¿compañeros de vida?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora