Parte 11

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Alrededor de las cinco de la tarde, la canción "La puerta es el amor" era lo único que se oía en el interior del apartamento y en un volumen bajo porque en el regazo de Terry yacía la cabecita de Brenda la cual dormía, mientras que los piececitos de la pequeña descansaban en las piernas de Candy quien, como él, sostenían sus respectivos libretos y en silencio los revisaban.

Habiendo salido de su habitación en los brazos masculinos, los femeninos en ese momento se bajaban para que dos ojos se posaran en el televisor.

La escena de "Hans y Ana", la "trol" miraba, sonriendo cuando la pareja con sus manos encorazonaban a la luna.

Suspirando, ella volvió a su libreto, atrayendo la atención de su compañero el cual preguntaba:

— ¿Pasa algo?

— No, nada — respondió Candy poniendo su mirada en él quien lanzaría otra cuestión:

— ¿A qué hora vendrán por...? —, un dedo índice se levantó para apuntar justamente a la traviesa chiquilla dormilona.

— No sé — contestó la joven mujer acariciando las cortas piernitas. — Con eso de que no vimos a la mamá...

— Y vas a tener que hablar con ella porque... yo mañana vuelvo al trabajo del restaurante.

— ¿Y tus ensayos? — Candy indagó con consternación.

— En estos momentos es más importante memorizar. ¿Cómo vas con lo tuyo?

Encogiéndose de hombros y haciendo un gesto despreocupado la convaleciente decía:

— Pues no es gran cosa a comparación de lo tuyo. "Hans" sale casi en toda la película.

Candy señaló el televisor, viendo los dos esa parte donde "Ana" anuncia a "Elsa" se casará con el Príncipe de las Islas del Sur, aunque eso y la continuación varias veces ya la habían visto habiendo sido Brenda: la hermana de la reina de hielo por estar Candy enfermita e imposibilitada a moverse.

Sin embargo, eso no le impidió reírse mucho cuando Terry jugó alzando, girando y bailando con la pequeña la cual a su corta edad no hubo sido tan feliz como en esas horas pasadas.

— Pobrecita — Candy se compadeció; y volvió a acariciar una piernita, aunque quien batallara con la criatura... no, no podía pedir esa clase de masajes todavía, así que Terry, con sumo cuidado, levantaría la cabecita que descansaba en su regazo para ir a atender el llamado a la puerta.

Yéndose a ello, el timbre sonaba nuevamente y eso consiguió que Brenda se removiera, encargándose Candy de arrullarla. En cambio, él se encargaría de una madre. La señora Cortland, además de estar sumamente cargada de cosas, saludaba a quien le hubo abierto.

— Buenas tardes. Vengo por Brenda.

— Sí, claro. ¿Quiere que le ayude con eso? — es decir, una gigantesca torre de víveres.

— No, está bien. ¿Dónde está? — se preguntó intentando mirar hacia dentro.

— Durmiendo — informó Terry quien se hubo movido un poco. No obstante...

— Qué caray — expresó la vecina haciendo esfuerzo porque algo se le resbalaba.

El vecino fue caballeroso y le ayudó. Empero antes de que tomara otra cosa de unas manos, se le pediría:

— ¿Me ayudaría mejor con la niña? Su padre está por venir a verla y debo tenerla lista.

— Sí, por supuesto — dijo él, y se le quedó mirando a la mujer quien después de agradecer empezaba su camino hacia nivel arriba.

Compañeros de cuarto, ¿compañeros de vida?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora